—¿Y qué rayos es un lobo del norte, Morton? —preguntó el detective sorprendido— ¿Puedes decírmelo?—So - son huargos, jefe —dijo Morton un tanto intimidado por el tono de voz del teniente, cogió un poco de aire antes de seguir— Son animales que viven muy al norte de este continente y también tienen su contraparte europea, en especial al norte de Escocia.—¿Pero realmente existen? —dijo con cara de incredulidad, Reynolds— Había escuchado algo de eso en libros.—Sí, jefe, pero lo cierto es que los grandes lobos de Canadá, en especial de la región del Yukón son descendientes directos de ellos y los mismo pasa con los lobos europeos, aunque estos están extinguidos en su mayoría —terminó el técnico casi sin aliento al tratar de explicarse lo mejor posible.—¿Y cómo demonios se pudo contaminar esa sangre con la de estos animales? —preguntó, ahora más curioso que enojado.—Pues ese es el misterio, teniente —dijo Morton— No sabemos cómo ha podido suceder, nosotros nunca hemos tomado muestras
Clyde estaba leyendo el diario de su abuelo Angus, había leído lo suficiente para saber que el legado era al mismo tiempo una bendición y una maldición, porque no había manera de librarse de las obligaciones que traía consigo.Él siempre había sido un joven tranquilo y se podría decir que no le gustaba la injusticia ni el maltrato a las personas, pero no más allá de lo razonable, pero ahora sentía hervir su sangre en las venas cuando por casualidad presenciaba una injusticia ante sus ojos.Pero eso no era la peor parte, lo más complicado del asunto era que a su mente venían pensamientos sobre las personas que sufrían por culpa de otros y sentía la necesidad de enfrentarse a todos aquellos que hacían daño a las demás personas.En particular pensaba en los hombres que los habían atacado la última vez, parecía que esos ataques eran perpetrados por la misma banda en diferentes partes de la ciudad. Y a pesar de que los índices de delincuencia eran bajos, las pandillas sobresalían en daños
Clyde sentía cómo la boca de Meghan se abría para recibir su lengua, el calor que sentía se fue incrementando exponencialmente mientras ambos jugaban a explorar la intimidad de sus bocas.Megan disfrutaba como nunca de un beso, por supuesto que había tenido novios e incluso había perdido la virginidad con uno de ellos, aunque no fue muy placentero porque ambos eran muy jovencitos y el muchacho era un completo inexperto, por eso ella había decidido no volver a estar con un hombre hasta que se sintiera preparada y segura.Pero la verdad, como le había dicho crudamente Sandra una vez, era que no había conocido a un chico que le gustara en realidad, y ella hacía todo lo posible para mantenerlos a raya en el contacto físico.—Nunca les das ni una oportunidad —le había dicho su amiga— Siempre pones barreras Megan, eso lo sabes.Y era verdad.Pero ahora las emociones, aunadas a la pasión le estaban haciendo perder la compostura en estos momentos, sólo quería que Clyde la besara una y otra ve
Esta vez Clyde se esforzó con toda su alma porque el beso fuera intenso pero muchísimo más breve. Aún sentía que la piel le vibraba a una velocidad fantástica y rogaba que Megan no se diera cuenta.—Voy a acompañarte hasta tu residencia, amor —le dijo después de separarse— Después voy a regresar para tomar un descanso, creo que ha sido por los exámenes que tuvimos esta semana pasada, ha sido muy agotador.—Sí, pero también debes contar con lo que nos pasó en la disco —le dijo Megan mirándolo algo preocupada todavía— Mejor acompáñame abajo y yo me voy en un taxi.—Está bien —concedió Clyde de mala gana, en esos momentos deseaba que él hubiera sido “normal”, pero al mismo tiempo sabía que no podía despreciar su legado, sin él quizás hubiera muerto… y más de una vez.Sin decir nada más la tomó del brazo y se dirigieron a la puerta.Cuando Clyde subió, unos minutos más tarde, Adam lo estaba esperando en la sala bebiendo una taza de buen chocolate. Al ver que entraba se enderezó en el mueb
Reynolds miraba al hombre que estaba sentado enfrente a él y que lo miraba con el sombrero dándole vuelta con las manos.Estaban sentados en una especie de sala de estar y pequeño casino para los oficiales de policía de la comisaría principal de la ciudad.Los rodeaban varios de los agentes que habían participado en la búsqueda en el parque.—Entiendo que consiguieron un rastro en el parque, Alan —dijo el teniente— Y quiero escuchar tus impresiones personalmente, como sabes, este caso es bastante importante.—Así fue, teniente —dijo el hombre con una voz gruesa y que conservaba todavía algo del acento de los pueblos nativos del norte.Alan “Blackberry” Duncan se había enlistado en la policía montada del Canadá hacían casi 30 años, cuando aún era un adolescente. Había servido allí varios años como explorador y rastreador. Pero luego su madre, quien era viuda, había decidido migrar a la ciudad y él se vino con ella.La policía lo contrató de inmediato debido a su impecable récord como a
Clyde había estado leyendo durante más de una hora sin parar, había conseguido mucha información, pero con respecto a compartir con una mujer había conseguido muy poco. La mayoría de los que habían tenido el legado no se habían casado nunca y otros apenas se habían arriesgado a compartir con una mujer, pero siempre tenían dificultades para separar la fuerza del vengador de la pasión del sexo.Estaba a punto de cerrar su computador y descansar un poco cuando la letra que había estado leyendo en las últimas horas cambió bruscamente de estilo y composición… La letra era bien definida, con trazos largos y estilizados, obviamente era un hombre mucho más letrado que sus rústicos antecesores.Este se identificaba a sí mismo como Blake McCallum, y comenzaba su relato diciendo que vivió mucho tiempo asustado con lo que le pasaba porque no estaba preparado, parecía que el legado se había visto interrumpido por más de tres generaciones hasta que nació él, y surgió a fines del siglo XVIII porque
Esa noche, Blake McCallum apenas si pudo pegar un ojos a pesar de que sentía los músculos un poco agarrotados por el cansancio, y no porque hubiera sentido cansancio al luchar convertido en el espíritu vengador, sino por los días y horas de evadir a sus enemigos mientras los atacaban.Se levantó esa mañana y le pidió a su criado que le trajera riñones y cordero para aliñados con especias y miel para desayunar, se sentía hambriento.Pero no había sido ni el hambre ni el cansancio lo que habían agotado al joven Lord del Castillo de Piedra Gris del norte, eran sus pensamientos, inquietudes y preocupaciones con el don y legado que le había sido concedido.Pasó todo el día sin atreverse a dejarse ver desde fuera del castillo, apenas sis se había asomado a una de las almenas que quedaba cerca de sus habitaciones, porque los ingleses merodeaban en busca de los nobles señores para hacerlos tributarios por la fuerza, en el caso de que no quisieran arrodillarse.Pero cuando las sombras comenza
Ryker era un tipo malo, realmente malo, nadie sabía su nombre completo y tampoco nadie se atrevía a preguntárselo, era Ryker, simplemente Ryker. Había llegado a la pandilla siendo un muchacho, pero a pesar de eso ya llevaba al menos cinco muertos a cuestas porque en realidad no le costaba matar. Era inteligente y despiadado, una combinación que en los bajos mundos del hampa siempre marcaba a los líderes. Ahora tenía un poco más de cuarenta años y su lista de muertos se había centuplicado en esos años, y ahora era el jefe de la banda.Esa noche después de que lo había llamado el flaco para contarle que Cliff, uno de sus “comandantes”, había sido herido por un hombre joven, se había quedado esperando unos momentos y luego envió un par de muchachos duros para que ayudaran al flaco con el intruso que había golpeado a sus chicos y había herido a Cliff.Pero cuando nadie apareció para informarle sobre lo que había pasado, ni tampoco contestaban el teléfono, su poco buen humor se disipó por