- Bienvenida a palacio, Cat.La voz era grave, y seguramente cualquier persona que no conociera a Alfa Dean la habría calificado de agradable, pero a mi me revolvió todo el cuerpo su simple sonido en mis oídos. Traté de localizar al Alfa que me había llevado hasta allí a la fuerza, pero postrada en la enorme puerta del palacio, con el so golpeando mis ojos, y tan cansada que apenas era capaz de mantenerme en pie, me resultó imposible ubicarlo.La sala de recepciones de aquel palacio era muy grande, quizá demasiado para el tamaño de aquella manada, que no superaba las dos mil personas, y aún así, aunque todos y cada uno de los súbditos de Alfa Dean estaban presentes, a mi me pareció que el salón estaba medio vacío.Iba atada, por supuesto los guardias que me habían capturado mientras intentaba escapar, no habían querido arriesgarse a que huyera, y su señor los castigara severamente, como yo estaba segura de que ese inmenso hombre haría.Alguien, supongo que uno de los guardias tiró de
Observé a aquella mujer con ojo crítico, pensé que tal vez lo único que estuviera haciendo fuera fingir, y había encontrado el modo perfecto para librarse de mis pretensiones. Sin embargo, cuando unos segundos después, su madre echó a correr en nuestra dirección y la cogió entre sus brazos, me convencí de que no estaba fingiendo nada, realmente había perdido el conocimiento.Me fijé en sus rasgos exóticos, su cabello de color azabache, su piel ahora muy blanca debido al desmayo, y su cuerpo más bien delgado, completamente extendido en el suelo de mi salón.Aquel era el salón en el que mis padres se habían unido ante la Diosa de la Luna, y mis abuelos antes que ellos, y así, varias generaciones consecutivas. A pesar de las muchas batallas que la manada había pasado, la casa siempre se mantuvo intacta, y eso era motivo de orgullo para toda su familia.Yo aspiraba a que aquella desconocida se convirtiera también en mi compañera, aspiraba a que reconociera mi autoridad como Alfa, y de es
Dormí durante dos días y dos noches, lo supe al despertar. Lo que yo pensaba que había sido una pequeña siesta, se había convertido en un sueño profundo, dos días completos, que al parecer pasé como invitada en la casa de la Manada de mi enemigo: el Alfa Dean.Desperté rodeada de médicos y de mi madre, todos ellos mirándome como si fuera un extraterrestre recién caído de los cielos.- ¿Qué hora es?-lo pregunté creyendo que solo habrían pasado unos minutos, y fue cuando conocí la realidad.- Dejadme con la invitada, por favor.- la que habló fue mi madre, y aunque hacía tiempo que no se comportaba como la Luna que había sido para mi manada, todos los presentes la obedecieron sin hacer ningún tipo de comentario.Ella esperó pacientemente a que salieran, y cuando el último de los doctores hubo salido por la puerta,se abalanzó sobre mi, cubriéndome el rostro de besos.- Cat, llevaba tanto tiempo queriendo verte…-Pues era fácil encontrarme, madre, vivía en la misma casa en la nací y crecí
- ¿Por qué no organizas una fiesta para presentarla a todos los miembros de tu manada?Las palabras de Esme eran suaves, pronunciadas con su delicada voz, y Alfa Dean agradeció que lo tratara tan amablemente incluso cuando no había nadie más presente. Realmente esperaba que su hija se pareciera más a ella, que a su padre; un hombre duro y despiadado que parecía no sentir afecto ni siquiera por su propia familia, a juzgar por como había tratado a su propia esposa.- Es una gran idea, Esme, pero, ¿en calidad de qué organizaría esa fiesta? Ella aún no ha admitido mi autoridad, no se ha comprometido conmigo, en definitiva, no puedo organizar una fiesta sin saber en calidad de qué debo presentarla.- Está confundida, de verdad, necesita más tiempo, a fin de cuentas, es muy joven, ni siquiera tiene claro lo que quiere en su vida.- No es más joven que el resto de jóvenes que se unen a sus compañeros cada día, y desde luego, yo no pretendo forzarla a tomar una decisión que no desea, pero ent
Estaba sentada en una de las mesas del salón, donde comía la gran multitud de miembros de aquella manada que ahora la acogía como una invitada.Ya se había dado cuenta de que las comidas eran un momento de concentración de todos los miembros, excepto de aquellos que estaban cumpliendo turno de vigilancia, o los que tenían que trabajar en el hospital durante la hora de comer.Ella, como invitada, deseaba cumplir con las normas, y evitar que se levantaran murmullos sobre su persona; aunque a la vez, tampoco deseaba que la examinaran, y cotillearan sobre ella. A fin de cuentas, aún no había tomado una decisión sobre todo lo que me había dicho mi madre, así que siempre me sentaba en el medio de una de las mesas centrales, donde nadie se fijaba demasiado en mi.Las comidas eran sencillas, y yo sentía cierto grado de culpabilidad, puesto que todos los que habían acabado sentados a mi lado, habían murmurado que desde que empezó la guerra apenas había carne, tan solo purés de legumbres. A mi
Me quedé confundido al ver la buena disposición de Cat. La vi sonriendo durante todo el tiempo en que mi madre la obligo a colocarse delante de todos, y eso me sorprendió. Imaginaba a Cat como una mujer tímida, aunque valerosa, y supongo que ese valor fue al que tuvo que recurrir para colocarse delante de personas desconocidas y sonreír durante todo el tiempo, mientras su madre insitía en todas las cualidades que una buena Luna debía tener.Yo trataba de ser siempre justo, y sabía que mi madre, aunque buena gestora en aquella casa, era también entrometida, y estaba preocupada por mi, y por el compromiso que intentaba sellar con nuestros enemigos. Mi madre nunca había querido que creyera en leyendas pronunciadas por los antiguos sabios, y a mi… bueno, tampoco me convencían demasiado aquellas historias, pero era consciente de que mi pueblo necesitaba buenas noticias, y tenían que creer en algo,después del tiempo tan duro que habían vivido durante la guerra. Así que, yo me sacrificaría
Estaba tan nerviosa, y tenía tantas dudas sobre el destino al que nos dirigiríamos ese mismo día, que metí en la maleta toda la ropa que mi madre me había conseguido.- ¿De dónde dices que has sacado todos estos vestidos, pantalones y bañadores? ¿Acaso es una de las pocas personas que conocen a donde nos dirigimos el Alfa Dean y yo?- No seas boba, hija mia, nunca lo has sido, y dudo mucho que hayas perdido el entendimiento ahora. El Alfa no me confiaría la ubicación del lugar en el que piensa alojarte, ¿has olvidado que hasta hace poco yo no era más que una enemiga perteneciente a otra manada?- No, claro que no he olvidado nada, pero suponía que con la confianza que tenéis el Alfa y tú, te habría hecho alguna confidencia.- No, no sé adonde vais, pero si las cosas se siguen haciendo como en mis tiempos, supongo que viajaréis a algún hotel romántico, lejos de aquí, y que él te sacará cada noche a cenar, por eso he conseguido todos esos vestidos para ti. - ¿Pero de dónde has sacado r
Observé a Cat mientras comenzaba a quitarme la ropa. Había propuesto la idea de correr por la playa para observar su reacción ante mi cuerpo desnudo. Yo sabía que tenía un buen cuerpo, trabajaba largas horas en el gimnasio, pero ciertamente no lo hacía por vanidad, sino para encontrarme en la mejor condición física posible cuando se presentaba una batalla. Aún así, Cat estaba siempre tan distante conmigo, y se mostraba tan poco dispuesta a ser amigable, que yo comenzaba a dudar si se sentiría atraída por mi.Me quité la camisa con deliberada lentitud, observando a mi enemiga, y cuando los botones ya iban por la mitad del pecho, mostrando una fracción de mi pecho desnudo, ella se dio la vuelta, pudorosa, y pude atisbar como sus mejillas se teñían de rojo.Puede que solo fuera vergonzosa, pero sentí la necesidad de ponerme también de espaldas a ella, a pesar de que el fru fru de la ropa al caer hacia el suelo me desconcentrada, y me excitaba a partes iguales; deseaba girarme y observar