—Piensas quedarte toda la mañana allí admirandome, o ¿Me acompañaras a tomar el sol? Ella voltea dedicándole una sonrisa angelical.
—¿Ya te he dicho lo hermosa que eres?
—Especialmente está Mañana no.
—Pues, estás realmente bellísima pecosa. ¿Porque no me lo dijiste? Axel se sentó a su lado pasando un brazo por la cintura de su mujer.
—Queria darte una sorpresa. ¿Te gusta?
—¡Me encanta! Es maravilloso que podamos estar los dos aquí compartiendo este momento. El besa la mejilla de Vannesa.
—Es extraño… es extraño sertir el sol en la piel. Es una sensación que no puedo explicar. Pero me gusta.
—Pronto te acostumbraras a el, has pasado toda tu vida escondida en la oscuridad. A veces cuesta
Elizabeth soltó el cuello de Eduard para concentrarse en los labios de su amante, estaba sujeta por las caderas mientras Eduard llevaba el ritmo del ritual amoroso.—¡Oh Eduard! Necesitaba esto.—Y yo amor.Ambos jadeaban, se besaban, se amaban… todo lo demás no existía. Solo ellos dos en esa habitación. Elizabeth sintió su orgasmo muy cerca así que cabalgó a Eduard sosteniéndose de sus hombros, movía la cadera a su ritmo lo que ocasionó que su clímax la llenará mucho antes rompiendo todo a su paso… gritó el nombre de Eduard, las paredes de la recámara fueron testigos de su ardiente pasión.Pasados tres meses en la mansión de los Dracmantis, la familia esperaba impaciente en la parte de afuera de la habitación de Axel y Vannesa. El joven vampiro no paraba de dar vueltas en el estrecho corredor.—Vamos hijo, deja de dar tantas vueltas.—No puedo… ¿Porque tarda tanto?—Esto tom
Un mes después… dejando a un lado las diferencias familiares, bueno de hecho los malos entendidos entre la rubia y la secretaria. Aunque para Victoria jamás se resolvería su problema, estaba decidida a no dar marcha atrás con respecto a no tratar más a Elizabeth. Ella pensaba que la unión familiar se podía ir a la mierda, solo le importaba el bienestar de su hija y bueno, su esposo... así era su naturaleza, ser fría y cruel con los demás. Y no cambiaría.Mientras que Vannesa se encontraba encerrada con el doctor dentro de la habitación, ya estaba de parto. Sus gritos se escuchaban en el corredor atormentando a todos los que esperaban afuera. Sobre todo a Axel, se le notaba nervioso no paraba de dar vueltas mareando a los que se encontraban sentados. Afortunadamente ninguno hizo ningún comentario sobre su estado tan inquietante, al menos aquello suavizaba la tensión en el ambiente.Los nacimientos de bebés vampiros era un poco tardío… debían se
Era una noche fría, oscura y nublada. La luna estaba escondida por las densas nubes. Mientras que la noche permanecía helada una joven de unos veinti tantos años caminaba por la calle apresuradamente, los tacones altos alertaban sus pasos. Se sentía temerosa, pero prosiguió su camino a casa calándose un poco mas su espeso y pesado abrigo. El frio era descomunal en Transilvania, el vapor que salía de su boca le confirmaba que se aproximaba una gran ventisca y si no apuraba el paso la pillaría en medio de ella.Había escuchado rumores sobre las chicas jóvenes que desaparecían cuando estas caminaban solas a altas horas de la noche, ella era nueva en el pueblo, desde luego le parecieron solo rumores de viejos. Pensaba que aun estaba a buena hora para regresar a casa andando, lastimosamente había perdido el transporte del trabajo
—Puede llamarme Brenda. Ella le dice.—Está bien, es bueno saberlo ¿Por dónde debo ir? Ya que aquello parecía un laberinto por dentro.—Deje las maletas aquí, alguien las llevara hasta su habitación y sígame por favor.—De acuerdo. Este castillo es enorme, ya me veo perdida muchas veces.—Si eso pasa, solo me llama y la ayudare a moverse por el lugar.Supo que habían llegado al despacho porque se levantaban unas puertas enormes, pasaron por una serie de pasillos que estaba segura que no recordaría nunca. La mujer a su lado se movía ágilmente por el lugar, se notaba que llevaba años trabajando allí. Abrió la pesada puerta, pero
El término el corto espacio que existía entre los dos, tomándola por sorpresa por la cintura y por alguna razón ella se dejo llevar. No comprendía por qué no reaccionaba poniendo resistencia ante lo que él pensaba hacer. Simplemente deseaba desesperadamente ser devorada, y seducida por su jefe. El la acerco más a su cuerpo y ella pudo sentir la dureza de este, instintivamente giro su cabeza hacia un lado dejando al descubierto la piel blanca de su cuello, exponiendo la vena principal, palpitando fuertemente.A Eduard solo le provocaba encajar sus colmillos en aquel cuello apetitoso, tan blanco como la nieve. Podía ver como latía la vena aorta a toda prisa, solo una pequeña mordida y podría saborearla hasta dejarla sin una sola gota de sangre en su cuerpo. Pero por el contrario no quería hacerle eso, más bien anhelaba volverla como él para tenerla a su
Le dijo acariciando el suave y plano vientre, mientras que poco a poco sus dedos descendían hasta la liga de sus bragas y un poco más. La encontró tal y como sabia que estaría, ella se estremeció al sentir el contacto de sus dedos dentro de su carne húmeda.—¿Por qué haces esto?—Lo deseamos.Termino de rasgar sus ropas de un solo jalón, dejando su cuerpo completamente desnudo. El aun permanecía con la ropa puesta, y al sentir la tela de sus prendas sobre su piel le daba pequeños puntos eléctricos en todo el cuerpo. La acostó en la cama boca abajo, no podía dejar que lo viera en su estado. Teniéndola desnuda había salido
Para cuando se bajo del auto ella corrió a su habitación, mientras era seguida por Eduard ¿Por qué iba detrás de ella? ¿La despediría por decirle la verdad? Se giro y lo encaro.—¿Dónde crees que vas?—Te acompañare a tu habitación. Le dijo tajante.—Aquí dentro no hay peligro.—¡Hay más del que te imaginas!—Genial, ni segura estoy en esta casa. Le grito.Estaba harto de su inmadurez y niñería, la tomo por la cintura nuevamente mientras la estrechaba con su cuerpo. Ella no se movió, no podía, cada vez que el la tenia así ella se volvía sumisa. Le encantaba que le obedeciera, para &eac
De momento dormir era su mejor opción dada las circunstancias y ya que esa noche no sería visitada por cierta persona aprovecharía las horas para descansar, esperaba que le sirviera para olvidar todos los problemas que le causaba mentalmente su problemático jefe.Por la mañana.—Señorita Elizabeth, ¿A dónde se dirige?—Voy a pasar el día fuera de casa, Brenda.—El joven no me notificó sobre esa salida.—El señor Dracmantis no es mi dueño.—Señorita no se busque problemas innecesarios, afuera hay mucho peligro.—Se cuidarme. No necesito vigilancia.—No puedo permitir que salga de la casa sin el consentimiento del joven. —¡Yo no soy su mujer! ¿de dónde sacas