Rachel se acostó esa noche un poco tarde. De hecho todos en la casa se acostaron tarde, hasta los abuelos que generalmente a las nueve de la noche ya estaban dormidos, pero habían decidido celebrar juntos.Cuando se metió en su cama lo primero que pensó fue en Patrick Hamilton, y lo primero que recordó fue ese beso que se habían dado, bueno, que ella le había dado, en la boca. Al principio tuvo un poco de miedo de que él la encontrara inadecuada porque era una joven sin ninguna experiencia sexual.Pero cuando él le dijo que lo había hecho bien, su corazón se llenó de alegría. ¡Lo otro era que se había excitado besándolo! Era tan extraño, porque cuando le habían “enseñado” a besar, saliendo de la preparatoria no se había sentido así, la sensación en sí era agradable, pero nunca se había excitado de esa manera como ahora.Cuando entró en el baño para darse una ducha, descubrió que su bikini estaba húmedo allí abajo, lo tocó pensando que era otra cosa, pero al ver que era tan espeso y su
—¿No vamos a entrar, abuela? —la voz de Erick sacó a la abuela de su ensimismamiento, mientras que Rachel la miraba con orgullo y satisfacción, y el abuelo ponía tal cara de incredulidad que era gracioso contemplarlo.—¿Pero cómo es posible? —exclamó la abuela anonadada.—Seguro que es un regalo de tu nuevo novio —insinuó con desagrado Erick, como para molestarla.—Para que lo sepan, Patrick no tuvo nada que ver con esto, ni con el carro que vamos a buscar mas tarde, eso me lo gané por mérito propio —cuando dijo esto su mirada recorrió cada rostro y luego su mirada quedó fija en el rostro de su hermano— Y tú, Erick, si no cuidas tu lengua no te dejaré el auto cuando me case, porque mi “novio” me va a regalar uno cuando nos casemos —hizo énfasis en la palabra novio para que no se le olvidara.Erick decidióque era mejor pedir disculpas y luegop quedarse callado, al fin y al cabo era un tanto básico y tonto para algunas cosas, pero no tanto.—Lo siento, hermanita —su tono conciliador fu
Ivonne Coleman fumaba tranquilamente un cigarrillo que sostenía lánguidamente en sus blancas manos. Estaba sentada en la salita de estar del segundo piso de la elegante mansión Hamilton, era un lugar donde se sentía tranquila porque nadie venía hasta allí a menos que se le llamara.Ni siquiera su esposo se dignaba a ir para allí, a él no le gustaba esa salita, pasaba más tiempo en el estudio de la planta baja o sino, en la inmensa biblioteca que también estaba en la planta baja. Y su dormitorio quedaba en la otra ala de la casa por lo que era innecesario que pasara cerca de allí siquiera.Ivonne meditaba sobre las posibilidades, qué tantas popsibilidaades popdría tener el tonto de su hijo. Hizo una mueca de desprecio al recordarlo, ella nunca había querido tener hijo, pero su padre le había exigido que tuviera al menos uno, para él tener un nieto que lo llamara abuelo y por eso había utilizado el testamento que había obligado a firmar a Randall para obligarla, si no la dejaría sin un
La chica se dejó llevar por el deseo y la oportunidad, porque el sujeto, entrenado (y sobornado) por Ivonne le había dicho que se podrían escapar después de la boda, entonces ella accedió, con el resultado de que la descubrieron y la boda se canceló.Pero esto tuvo un resultado increíblemente bueno para los planes de Ivonne, la ruptura, a pocos días para la boda, había destrozado emocionalmente a Patrick, quien normalmente era un buen muchacho, pero de sentimientos nobles y buenos. Ella le dijo a su esposo que lo llevara con un médico y luego le pagó al psicólogo para que le diera el diagnóstico a ella.Por eso supo que Patrick tenía una psiquis débil, debido en gran parte a que ella despreciaba, allí ella se congratuló a sí misma y preparó la segunda traición, pero esta vez lo hizo con total premeditación y alevosía. El psicólogo le había asegurado que debería cuidar de que algo así no ocurriera de nuevo o su hijo podría perder la razón o bloquearse al matrimonio para siempre.Y así
Rachel pronunció estas palabras con un infantil entusiasmo que hicieron que Patrick la admirara un poco más, una mujer de mundo hubiera preguntado para dónde iban a ir, o sí iban a un lugar muy importante, y mil cosas más que se le podrían ocurrir a un adulto, pero no a un niño, y ella lo había hecho. Eso hablaba mucho de su desinterés económico y de su inocencia. —Por supuesto que sí, querida —le dijo sonriendo— Y podremos ir a donde tú quieras.—¿En serio? ¡Wow! —lo dijo llevándose la manos a la boca y abriendo los ojos con sorpresa— Eso sería genial —dijo de primero, pero luego puso una cara más reflexiva— Aunque yo no conozco nada más allá de Nueva York y hay mucho que desconozco de aquí todavía. Mejor eliges tú, ¿Sí?A Patrick le dió risa su sorprendente inocencia.—¿No tienes algún lugar que quisieras conocer? —le preguntó con verdadero interés.—¡Uy sí, cientos! pero no conozco ninguno, por lo que no sé si será apropiado para una luna de miel —le dijo con sencillez— Pero me gu
—Entonces creo que lo haremos mañana en la noche, después que cenemos, por supuesto.—¿Me vas a llevar a cenar fuera de nuevo mañana? —dijo ella con un tono que no estaba exento de coquetería.—Y hoy también, y pasado mañana, y los días que siguen hasta que te aburras de mi.—Yo creo que nunca me aburriré de ti —lo dijo en su inocencia, quizás pensando en que sería bastante difícil aburrirse con tanto dinero disponible y no por estar con él.Pero Patrcik se sintió un poco conmovido por la firmeza que ella expresaba.—Gracias, Rachel —le dijo con ternura— Yo nunca me aburriré de ti tampoco.Ella se sintió tan bien con esas palabras, le parecía que eran dos novios normales y no que todo era un contrato. Pero lo importante es que ella se sentía bien y a ella le parecía que él estaba contento porque ya no gruñía a cada paso que daba dentro de la empresa. Incluso se sorprendió de que él ni siquiera habló cuando Ada irrumpió en su oficina, normalmente le hubiera preguntado de mal talante q
Rachel lo miró extrañada, pero eso no le impidió brindarle una sonrisa al amable señor que le hacía una leve reverencia.—Sí, soy yo —le dijo sonriendo.—Pues entonces bienvenida, señora Anderson —le dijo amablemente— Soy Albert, el guardia y conserje de este edificio. No dude en llamarme si necesita cualquier cosa, en su apartamento tiene los numero de emergencia en la cocina, allí también esta el mio.—Gracias, Albert. Lo tendré muy en cuenta.Estaba tan complacida del trato que le daban, quizás era algo a lo que tenía que acostumbrarse porque normalmente a ella, ni a nadie de clase media o menos, le daban un trato así.El conserje y guardián hizo otra reverencia y les indicó el camino. Llamaron al ascensor y subieron, el apartamento quedaba en el piso 25 y tenía una vista maravillosa desde allí, incluso se veía una parte del Parque Central.La chica de la inmobiliaria abrió la hermosa puerta de color blanco crema y entraron. Rachel se quedó de una pieza nada más al entrar, nunca se
Rachel se tambaleó un poco, pero solo fue un par de segundos, porque de inmediato se irguió, incluso antes de que Patrick terminara de alargar el brazo para tomarla antes de que pudiera caerse.—Estoy bien, solo fue algo que cada vez me da menos fuerte —dijo sonriendo ahora sin palidez en la tersa piel de su rostro— Creo que ya me estoy acostumbrando y lo disfruto.—Me alegra mucho, porque no me gustaría que mi prometida estuviera desmayándose cada vez que le hago un regalo, eso no es normal.—Quizás recibir regalos es normal, pero regalos de esta magnitud es otro nivel, Patrick —le dijo ella, reflexiva— Pero a todo se acostumbra el ser humano y mi mente es bastante práctica para hacer ajustes rápidamente.—¡Wow! Eres genial.—Es la segunda vez que me lo dices —dijo ella muy complacida.—Y tendrás que contar muchas veces más, porque realmente lo eres.—¡Uy! me vas a hacer ruborizar con tus alabanzas, eso sí que creo que me llevará mucho más tiempo que acostumbrarme a los regalos —dijo