La alegría en la casa de los abuelos de Rachel se podía medir por la cordialidad que reinaba en el ambiente. Rachel estaba sentada al lado de Patrick en el cómodo sofá de la casa y los abuelos estaban sentados en el otro sofá más grande, mientras que Erick estaba en una de las butacas individuales.Patrick sostenía la mano de Rachel entre las suyas mientras conversaba animadamente con sus abuelos y Erick, su conversación era tan fluida e interesante que si alguno de los empleados de la compañía pudiera verlo en esos momentos no lo hubiera podido creer, ¡se veía tan diferente!No había nada del acostumbrado gesto adusto que tenía los días en que lo conoció iniciando su trabajo en la corporación, si alguien le hubiera dicho en esa ocasión lo involucrada que iba a estar con el CEO de las poderosas empresas Hamilton no se lo hubiera creído.Rachel sentía el calor de la mano de Patrick estrechando la suya y casi que no podía creer que él se sintiera tan cómodo allí en su casa, sentado en e
Rachel no se sorprendió del beso, es más, lo esperaba. Desde que Patrick comenzó a despedirse de su familia, sabía que al despedirse, él le daría un beso, como acostumbraba ahora. Para ella era emocionante que alguien la quisiera besar, porque desde su adolescencia era tan ácida que casi ninguno de los muchachos la buscaba.Y menos después que le dió una soberana paliza a Walter Díaz, un muchacho de ascendencia puertorriqueña que le agarró uno de sus pechos en el campus de la preparatoria. El sujeto ni siquiera se esperaba la andanada de golpes que Rachel comenzó a propinarle en rápida sucesión. Y eso que en esos momentos solo era cinturón naranja en artes marciales mixtas, pero fue suficiente para el pobre Walter, de hecho le pasaron una amonestación porque el muchacho quedó bastante golpeado y la nariz fracturada.Desde allí en adelante se vio aislada de los chicos, aunque a las muchachas les gustaba andar con ella porque se sentían protegidas, pero los muchachos no se atrevían a ac
Estuvieron de compras casi hasta el mediodía. Primero Patrcik la había llevado a desayunar en un restaurante muy pintoresco de la ciudad, y mientras tomaban el desayuno estuvieron conversando como si se hubieran conocido desde hace mucho tiempo.—Gracias, Patrick —le dijo ella candorosamente.—No tienes porque darlas, Rachel, eres mi prometida y me gusta consentirte.Ella se ruborizó de gusto al escucharlo.—Ha sido maravilloso desayunar y compartir contigo —dijo y luego hizo una pausa— Creo que me podría acostumbrar a eso.—¿Ah, Sí? Pues entonces vámonos para terminar de consentirla.Salieron del restaurante como dos amigos que salen a divertirse. Patrick pensaba que era maravilloso que las cosas rodaran tan suavemente entre ellos, había creído que, cualquiera que fuera la mujer que aceptara el trato, se sentiría cohibida y temerosa de compartir con él, especialmente con su fama, y su terrible comportamiento anterior, por supuesto.También creyó que él mismo se iba a sentir incómodo
Rachel, después de estar metida en sus pensamientos por un buen rato, decidió ponerse manos a la obra para buscar resolver los pendientes más importantes que tenía. Sabía que se irían de “Luna de Miel” por un par de semanas y hasta ese momento deberían dejar los compromisos listos.Patrick había estado considerando la alternativa de contratar un asistente de presidencia y otro de vicepresidencia, lo que sería bastante bueno en las actuales circunstancias.Estaba bastante concentrada en sus tareas hasta que oyó un ligero toque en su puerta, levantó la vista después de decir que entrara, pensó que era Ada que venía a traerle algo, pero se sorprendió al ver la sonriente cara del señor Roberts.—¡Mi querida señorita Anderson! —dijo con voz alegre mientras se acercaba al escritorio, cuando llegó lo hizo con los brazos extendidos y Rachel salió detrás del mismo para abrazarlo.—Señor Roberts, que bueno que viene usted, estaba a punto de llamarlo —le dijo ella con tono cariñoso.—Pues yo ten
—Sí, creo que mejor comemos afuera —le dijo un poco nerviosa— ¿No te parece?—Sí, Sí —le replicó él, consciente de que había asustado a Rachel con toda seguridad, él no podía verla pero se le notaba la tensión en su respuesta—Como tú quieras, Rachel. —Pues, la verdad es que me encanta conocer lugares nuevos, ¿Tienes alguno por allí que me sorprenda y se coma bien? —le dijo en tono casual para quitarle presión al momento.—Hmmm, eso me gusta, déjame ver… Sí, creo que tengo un buen lugar —le dijo después de pensar unos segundos— Es un sitio no muy pomposo, pero tiene buena comida internacional.—Creo que ese restaurante me agradará mucho —dijo con una sonrisa en su cara, la tensión estaba bajando a grandes pasos.Patrick sonrió ante la confianza serena de ella, nunca dejaba de sorprenderle. Y pensar que le hacía sentir tantas cosas, pero tendría que tener cuidado de no asustarla, sabía que el compromiso y todo eso iba a ser algo muy incómodo, algo a lo que tendría que acostumbrarse cad
Rachel aguantó la respiración por la sorpresa y luego fue soltando el aire poco a poco hasta que estuvo lista para contestar, sabía que ese era un paso lógico y que tendría que ser pronto. Le hubiera gustado tener más tiempo para compenetrarse más con Patrick, aunque se dijo que eso sólo ocurriría si tenían intimidad, el solo pensamiento hizo teñir sus mejillas de nuevo.—Sí, sé que eso es necesario —le dijo con sencillez— pero no deja de ser intimidante y por eso uno siempre quiere retardar momentos como ese.—¿Quieres que lo dejemos para más adelante? —le preguntó él un poco preocupado.—No, de ninguna manera, debemos continuar con lo que habíamos planeado, ¿no es cierto? —dijo ella con firmeza y con expresión decidida.—Así es, pero un día o dos adicionales no nos van a perturbar el plan por mucho, ¿No te parece? —dijo el entre divertido y admirado de la firmeza femenina.—Es posible, pero no quiero estar postergando las cosas que debemos hacer —lo decidido de su respuesta dejó a
Haciendo un supremo esfuerzo, Patrick detuvo el errante vagabundear de sus manos, que ya estaban peligrosamente cerca de los pechos femeninos, incluso una de ellas se había posado suavemente sobre el pecho izquierdo de Rachel haciendo que esta se estremeciera de placer y emitiera un suave gemido de placer aun pegada a la boca masculina.Finalmente, haciendo un esfuerzo por controlar su propio deseo, Patrick puso sus manos sobre los delicados hombros femeninos e hizo fuerza para separarla de él, cuando ella se dió cuenta de que la estaba apartando, aflojó la presión que hacía para estar más pegada a la boca masculina y se le quedó mirando a los ojos con un expresión de confusión en su cara—¿Hice algo mal? —consiguió decir, respirando entrecortadamente, lo que hacía que sus maravillosos pechos subieran y bajaran rítmicamente haciendo que Patrick sintiera deseos de apretarlos fuertemente entre sus manos.—No cariño —dijo él con la misma dificultad para hablar sosegadamente, su respiraci
Sin embargo no pudo evitar la tentación de tocar sus pechos suavemente, la sensación era divina, y mucho más intensa era si se imaginaba que las manos no eran suyas sino las de Patrick, el sólo pensamiento la hizo arquearse de placer y sintió una especie de calambre en su intimidad que la asustó porque nunca había sentido algo como eso.No había sido un orgasmo, sino más bien una espasmo placentero que la hizo dar un pequeño brinco en el jacuzzi. Decidió que lo mejor era salir de allí e ir a su cama, ponerse unas pijamas holgadas y acostarse a dormir, sino terminaría acariciándose ella misma y eso nunca le había gustado, pero ahora no estaba segura, ¡había cambiado en tantas cosas!Esa noche Rachel se acostó pensando en su compromiso con Patrick Hamilton, aún le parecía un sueño y no una inminente realidad que estaba muy cerca de cumplirse. Se esforzó por mirar el evento desde el puto de vista prácitco, dejando de lado la obvia circunstancia de que vioviría con un hombre, que le dasrí