Haciendo un supremo esfuerzo, Patrick detuvo el errante vagabundear de sus manos, que ya estaban peligrosamente cerca de los pechos femeninos, incluso una de ellas se había posado suavemente sobre el pecho izquierdo de Rachel haciendo que esta se estremeciera de placer y emitiera un suave gemido de placer aun pegada a la boca masculina.Finalmente, haciendo un esfuerzo por controlar su propio deseo, Patrick puso sus manos sobre los delicados hombros femeninos e hizo fuerza para separarla de él, cuando ella se dió cuenta de que la estaba apartando, aflojó la presión que hacía para estar más pegada a la boca masculina y se le quedó mirando a los ojos con un expresión de confusión en su cara—¿Hice algo mal? —consiguió decir, respirando entrecortadamente, lo que hacía que sus maravillosos pechos subieran y bajaran rítmicamente haciendo que Patrick sintiera deseos de apretarlos fuertemente entre sus manos.—No cariño —dijo él con la misma dificultad para hablar sosegadamente, su respiraci
Sin embargo no pudo evitar la tentación de tocar sus pechos suavemente, la sensación era divina, y mucho más intensa era si se imaginaba que las manos no eran suyas sino las de Patrick, el sólo pensamiento la hizo arquearse de placer y sintió una especie de calambre en su intimidad que la asustó porque nunca había sentido algo como eso.No había sido un orgasmo, sino más bien una espasmo placentero que la hizo dar un pequeño brinco en el jacuzzi. Decidió que lo mejor era salir de allí e ir a su cama, ponerse unas pijamas holgadas y acostarse a dormir, sino terminaría acariciándose ella misma y eso nunca le había gustado, pero ahora no estaba segura, ¡había cambiado en tantas cosas!Esa noche Rachel se acostó pensando en su compromiso con Patrick Hamilton, aún le parecía un sueño y no una inminente realidad que estaba muy cerca de cumplirse. Se esforzó por mirar el evento desde el puto de vista prácitco, dejando de lado la obvia circunstancia de que vioviría con un hombre, que le dasrí
Al entrar en la clínica los recibió una doctora que por lo visto conocía a Patrick desde hacía bastante tiempo, era una señora de mediana edad con los cabellos entrecanos y un rostro suave y sereno que debió haber sido muy hermoso en su juventud.—Hola, Patrick —le dijo con tono cariñoso mientras ponía la mejilla para que él le diera un beso en ella.—Hola, Leonor, ¿Cómo has estado? —le contestó él dándole el beso.—He estado mejor, ya me siento una ancianita.—No seas tonta, solo quieres que te diga que estás igual de hermosa como siempre.—Sabes que me gusta que me halaguen, ¿Cómo está el terco de tu padre?—Está bien, dentro de lo que cabe.—Imagino que esta preciosidad que viene contigo es tu prometida, ¿No?—Así es, Leonor. Te presento a mi futura esposa —le dijo poniendo un falso tono formal— Rachel, esta es la doctora Leonor Travers, especialista en fertilidad y estudios de ADN. Gran amiga de mi papá y su eterna enamorada.—Hola, es un gran placer —la saludó Rachel con su acost
Rachel se levantó de la camilla después de que la doctora limpiara los restos de gel y le dirigiera una mirada asesina a Patrick porque este no le quitaba los ojos de encima al vientre de Rachel. Se metió detrás del diván que estaba al fondo del consultorio para vestirse de nuevo.—Ya puedes quitar la cara de tonto quwe tines, Patrick —dijo la doctora mirándolo de frente.—¿Cuál cara? —dijo Patrick a la defensiva.—Esa cara de tonto enamorado que tienes —le dijo en voz normal y despues, bajando el tono csi hasta un susurro le dijo— Y deja de mirarla como si te la quisieras comer, patrick. Imagino que estás muy enamorado de ella, pero vas a terminar asustándola con esa actitud de lobo muerto de hambre.Patrick se le quedó mirando a los vivos ojos azules para saber si le estaba echando broma o estaba hablando en serio, porque no podía creer que él estuviera mirando a Rachel de la manera que ella le decía, aunque tenía que reconocer que su hermosa piel blanca y tersa cubriendo una hermos
Rachel estuvo bastante concentrada en el trabajo de ese día, aunque de vez en cuando su mente se iba a vagabundear en el recuerdo del beso que se habían dado esa mañana en la oficina de Patrick.Cuando recordaba ese momento un calor extraños le recorría todo el pecho, porque a pesar de que había sido un momento donde la pasión parecía tomar todo el espacio, eso no había sido completamente cierto, porque aparte de la manifiesta excitación que sentía con Patrick, también había un incipiente sentimiento que quería anidar en su pecho, pero ella lo rechazaba por temor.Porque ¿Qué pasaría si Patrick decidiera que ellos no iban a compartir la intimidad? Y pero aún, ¿qué sucedería si ella se enamoraba locamente de este hombre, que si bien había cambiado muchísimo, podría retroceder y convertirse de nuevo en un cavernícola moderno?Y lo peor del caso es que tendrían un hijo, ¡Un hijo! ¡y eso implicaba tanto! Sería un pedacito de carne viviente de los dos, su sangre mezclada con la sangre de P
—¡Oh, Patrick! —dijo la Nana con la voz conmovida por el cariño que pudo sentir en ella— Creo que no pudiste haber elegido mejor, mi niño.Le dió un beso en la mejilla a él y los condujo hacia adentro de la imponente vivienda. Rachel miraba todo con regocijo, se sentía como en un sueño de cuento de hadas.La Nana la llevaba a ella de la mano, Rachel se sintió muy cómoda con ella, y no pudo evitar decírselo con su característica franqueza.—Me agrada mucho haberte conocido, Nana —le dijo con su voz suave— Y me alegro tanto de que seas tan buena, así podrás ayudarme cuando me toque enfrentarme al dragón.Lo dijo refiriéndose a Ivonne, la madre de Patrick, y ella la entendió perfectamente.—No te preocupes, mi niña —le dijo apretando su mano— Nadie jamás te hará daño si yo puedo evitarlo, y no le temas a ella, no es más que alguien solitario.Con esa sorprendente declaración terminó de conducirlos hasta la biblioteca del viejo Hamilton. Patrick quedó tan intrigado con eso que se dijo que
—Pues claro que me encanta, es una niña tan adorable —dijo la Nana secándose las lágrimas mientras se sentaba a la mesa.Patrick también estaba emocionado pero no lo demostraba con lágrimas, sin embargo una extraña emoción le llenaba el pecho haciéndolo sentir tan bien, que se preguntaba cuál sería realmente la causa. ¿Sería la aceptación de Rachel por parte de su padre y de la Nana? ¿O era algo más allá que no alcanzaba a descubrir?La cena transcurrió con una sencillez en medio de la opulencia de los platos, con conversaciones cálidas y alegres la mayoría de ellas. El viejo Randall estaba de muy buen humor esa noche. La Nana se quedó mirando el conjunto que formaban los cuatro y le gustó cómo se veía.Y tenía razón en algo, la armonía que se respiraba en la casa era sumamente extraña, porque normalmente no comían juntos en la mansión Hamilton, casi siempre el viejo comía en su estudio. o si comía en el comedor generalmente lo hacía solo. Ivonne comía en el pequeño estar de arriba la
La luz entrando por la amplia ventana, despertó a Rachel, quien se sentó en la cama de golpe al ver tanta claridad en su cuarto, hasta que recordó que ya no vivía en la modesta casa en los suburbios pobres de la capital. En un cuarto donde no había sino una pequeña ventana nada más, así que nunca se veía, a esa hora, tanta luz.Ni siquiera en el cuarto de la nueva casa de los abuelos la luz se veía tan brillante, pero por supuesto que en este apartamento, en un edificio que se equiparaba a los modernos rascacielos neoyorkinos, tenía más luz para disfrutar.Cuando vió el reloj encima de la mesa de noche se dio cuenta de que aún no eran las siete de la mañana. Pero ya se tenía que levantar puesto que no tendría más remedio que levantarse a preparar su propio desayuno.Ese día le pediría al señor Roberts que le consiguiera una señora que se encargara de la limpieza del departamento y de las comida especialmente. Por supuesto que también de mantener su ropa limpia y acomodada, porque si f