Rachel estuvo bastante concentrada en el trabajo de ese día, aunque de vez en cuando su mente se iba a vagabundear en el recuerdo del beso que se habían dado esa mañana en la oficina de Patrick.Cuando recordaba ese momento un calor extraños le recorría todo el pecho, porque a pesar de que había sido un momento donde la pasión parecía tomar todo el espacio, eso no había sido completamente cierto, porque aparte de la manifiesta excitación que sentía con Patrick, también había un incipiente sentimiento que quería anidar en su pecho, pero ella lo rechazaba por temor.Porque ¿Qué pasaría si Patrick decidiera que ellos no iban a compartir la intimidad? Y pero aún, ¿qué sucedería si ella se enamoraba locamente de este hombre, que si bien había cambiado muchísimo, podría retroceder y convertirse de nuevo en un cavernícola moderno?Y lo peor del caso es que tendrían un hijo, ¡Un hijo! ¡y eso implicaba tanto! Sería un pedacito de carne viviente de los dos, su sangre mezclada con la sangre de P
—¡Oh, Patrick! —dijo la Nana con la voz conmovida por el cariño que pudo sentir en ella— Creo que no pudiste haber elegido mejor, mi niño.Le dió un beso en la mejilla a él y los condujo hacia adentro de la imponente vivienda. Rachel miraba todo con regocijo, se sentía como en un sueño de cuento de hadas.La Nana la llevaba a ella de la mano, Rachel se sintió muy cómoda con ella, y no pudo evitar decírselo con su característica franqueza.—Me agrada mucho haberte conocido, Nana —le dijo con su voz suave— Y me alegro tanto de que seas tan buena, así podrás ayudarme cuando me toque enfrentarme al dragón.Lo dijo refiriéndose a Ivonne, la madre de Patrick, y ella la entendió perfectamente.—No te preocupes, mi niña —le dijo apretando su mano— Nadie jamás te hará daño si yo puedo evitarlo, y no le temas a ella, no es más que alguien solitario.Con esa sorprendente declaración terminó de conducirlos hasta la biblioteca del viejo Hamilton. Patrick quedó tan intrigado con eso que se dijo que
—Pues claro que me encanta, es una niña tan adorable —dijo la Nana secándose las lágrimas mientras se sentaba a la mesa.Patrick también estaba emocionado pero no lo demostraba con lágrimas, sin embargo una extraña emoción le llenaba el pecho haciéndolo sentir tan bien, que se preguntaba cuál sería realmente la causa. ¿Sería la aceptación de Rachel por parte de su padre y de la Nana? ¿O era algo más allá que no alcanzaba a descubrir?La cena transcurrió con una sencillez en medio de la opulencia de los platos, con conversaciones cálidas y alegres la mayoría de ellas. El viejo Randall estaba de muy buen humor esa noche. La Nana se quedó mirando el conjunto que formaban los cuatro y le gustó cómo se veía.Y tenía razón en algo, la armonía que se respiraba en la casa era sumamente extraña, porque normalmente no comían juntos en la mansión Hamilton, casi siempre el viejo comía en su estudio. o si comía en el comedor generalmente lo hacía solo. Ivonne comía en el pequeño estar de arriba la
La luz entrando por la amplia ventana, despertó a Rachel, quien se sentó en la cama de golpe al ver tanta claridad en su cuarto, hasta que recordó que ya no vivía en la modesta casa en los suburbios pobres de la capital. En un cuarto donde no había sino una pequeña ventana nada más, así que nunca se veía, a esa hora, tanta luz.Ni siquiera en el cuarto de la nueva casa de los abuelos la luz se veía tan brillante, pero por supuesto que en este apartamento, en un edificio que se equiparaba a los modernos rascacielos neoyorkinos, tenía más luz para disfrutar.Cuando vió el reloj encima de la mesa de noche se dio cuenta de que aún no eran las siete de la mañana. Pero ya se tenía que levantar puesto que no tendría más remedio que levantarse a preparar su propio desayuno.Ese día le pediría al señor Roberts que le consiguiera una señora que se encargara de la limpieza del departamento y de las comida especialmente. Por supuesto que también de mantener su ropa limpia y acomodada, porque si f
Cuando llegaron a las oficinas eran casi las dos de la tarde, habían almorzado en un restaurante cerca así que cada uno se fue a su oficina, por supuesto, con el consabido beso que arrancaba un “Awww” de todas las chicas.El señor Roberts entró en la oficina de Patrick para mostrarle el anuncio que iría a la prensa.—Me acaban de llegar las fotografías, señor Hamilton, me parece que quedaron geniales, y la gente de diseño gráfico ya montó las fotos —le dijo con cara de satisfacción— Aquí le traigo varias muestras.Patrick las miró y se vió que estaba satisfecho.—Muy bien, señor Roberts —le dijo— Por favor, lléveselas a Rachel, para que ella le dé el visto bueno, que ella escoja la que más le guste, y esa será la que vaya a las revistas y todo eso.—Así lo haré, señor Hamilton.Cuando Roberts hubo salido, Patrick se quedó mirando hacia la puerta sin ver realmente, se sentía satisfecho, con una sonrisa volvió a concentrarse en lo que estaba haciendo hasta que Roberts entró.Rachel se e
Patrick estaba esperando a que Rachel bajara de su apartamento temprano en la mañana, había decidido que ese día, después de desayunar juntos le mostraría el auto que le había comprado.Se sentía especialmente orgulloso de eso, porque había dudado en cuanto al auto que le compraría a ella como regalo de bodas. Había pasado varias horas mirando catálogos en línea y luego había visitado varios concesionarios que se especializaban en todo tipo de autos de importación, porque no quería esperar a que pasara una semana mientras lo traían de Europa.El plan era llevarla a comer, y mientras estaban allí los de la agencia llevarían el auto al estacionamiento del edificio de Patrick y entonces él la llevaría allí para entregárselo. Estaba muy contento con eso y se imaginaba la cara de Rachel cuando viera el auto que le había comprado.Había una especie de sentimiento en el corazón de Patrick, en especial después de que hicieron el trato de manera verbal, de querer complacer y sorprender a Rache
El beso se prolongó por varios minutos y cuando Patrick comenzó a sentir que se le iba la cabeza tras la corriente de pasión que sentía se separó de ella. La miró, sonrió y le dijo.—Lo que dije: Tengo que regalarte algo todos los días para ganarme esos besos tan deliciosos que me regalas, Rachel. —le dijo contento.Ella solo sonrió y el carmín de sus mejillas aumentó de tono.—¿Me lo puedo llevar? —preguntó con algo de timidez.—¡Pues claro, mi amor! —dijo riendo Patrick, pero era natural en Rachel pedir permiso para muchas cosas.—No es que pida permiso realmente —dijo acomodando un mechón de su cabello con coquetería— Es que me parece increíble.—Entiendo —dijo— Toda la documentación está en la guantera, luego puedes guardar el título de propiedad que está a tu nombre.—¿Entonces, no vamos a la empresa? —preguntó— Como me has estado sorprendiendo últimamente haciendo cosas en las mañanas.—No —sonrió— Vamos a las oficinas, a mi me falta arreglar varias cosas y creo que tendré vario
Dereck llamó a gritos y acudieron varios camareros para ayudarle, el manager del restaurante llamó al número de emergencias y en pocos minutos una ambulancia la llevó al hospital.Dereck no estaba seguro de lo que debería hacer, se montó en la ambulancia para saber a dónde se dirigían, lo malo para él era que no podía comunicarse en italiano, su tía siempre le decía que lo practicara, pero a él le parecía poco práctico y aburrido, pero ahora que lo necesitaba se veía frustrado porque los enfermeros no hablaban inglés.Cuando llegó al hospital bajaron de inmediato la camilla con Ivonne y la introdujeron en emergencia. Dereck se tuvo que quedar afuera. Lo único que se le ocurrió fue llamar a su tío, el esposo de Ivonne para que estuviera al tanto.—Buenas noches, ¿quien me llama? —le contestó Randall Hamilton, lo había llamado al número privado, pero como la llamada era internacional no sabía quién llamaba.—Soy yo, tío, Dereck Coleman —terminó diciendo con algo de timidez, porque el vi