03 CAPÍTULO

P.O.V Zared

Hay un montón de papeles que no están en orden y debo revisarlos ahora mismo si no quiero que se acumule más trabajo para el día siguiente. Además de eso, tengo otros pendientes por cumplir y dos reuniones importantes en la tarde que necesito dirigir. No puedo retrasarme con nada. Siento un fuerte dolor de cabeza y me odio por haber vuelto a beber. Maldición, mi cabeza va a estallar.

¿Cómo he terminado trabajando incluso los fines de semana? Es inevitable. En este momento, el éxito va bien, pero las exigencias se incrementan cada día, especialmente ahora que tengo que encargarme de casi todo. M****a, es una enorme responsabilidad la que tengo que cargar. A pesar de todo, me gusta mi trabajo.

Después de pasar mucho tiempo en la silla giratoria, me levanto y camino hacia la ventana, donde puedo disfrutar de una maravillosa vista. Aunque siento que mi cabeza va a explotar y que el estrés me consume, al ver todo desde allí me siento un poco aliviado.

Me gustaría poder encontrarla de nuevo. ¿Cómo es que se ha ido tan repentinamente? Al despertar, ya no estaba a mi lado en la cama. Se había ido sin dejar rastro, pero solo me di cuenta cuando abrí los ojos y vi que su lado de la cama estaba vacío. Suspiro.

¿Dónde podría estar ella en este momento?

No tenía ni idea. Pero había una ansia dentro de mí que me impulsaba a encontrarla. Esperaba tener suerte, aunque con claridad me convenzo de que eso no parece ser algo bueno, por lo que sería mejor no hacerlo.

Me llevo una mano a la sien. No es correcto pensar de esta manera. Ahora que veo el nombre de mi novia en la pantalla, sé que es absurdo seguir pensando en alguien más. Ella y yo estamos juntos, no debería estar pensando en otra mujer.

Finalmente la tengo en la línea. Ella suena un poco molesta.

—Hola, ¿está todo bien? —le pregunto.

—No, por supuesto que no. Me duele terriblemente la cabeza. Espero que se me pase pronto. Además, te extraño mucho —dice.

—Y yo a ti, Samantha. Pronto podremos volver a vernos, pero aún falta un poco de tiempo para terminar todo —le digo. Ella suspira.

A veces siento que ella no me entiende. Sabe que trabajo mucho y aún así me exige llegar temprano, lo cual no puedo hacer. Claramente eso no ha cambiado desde que empezamos a salir. Tal vez me está diciendo una mentira al decir que se siente mal, una excusa para que me vaya temprano a casa. Dios, no podría casarme con ella. No creo poder soportar eso.

—Lo sé, eso es lo que más me entristece. Te extraño y solo quiero tenerte aquí conmigo. ¿Es tan difícil de entender? Solo quiero que estés aquí... —me pide como si no le hubiera dejado claro que debes trabajar primero.

—Tengo mucho trabajo por hacer, me encantaría seguir con la conversación, pero no puedo porque tengo que terminar. Me estás quitando tiempo —le digo, frustrado. Me cansa que se comporte así.

A veces parece una niña pequeña que no entiende nada, pero es una adulta y no se comporta como tal. Eso es algo que detesto.

—Lo siento... —comienza a llorar.

No es la primera vez que lo hace. A veces siento que me está manipulando y siempre caigo en su juego. Estoy acostumbrado a que siempre haga lo mismo. Suspiro, necesito mucha paciencia para comprender y sobrellevar esta situación. Tener una relación con ella no es fácil; a veces pienso que debería romper de una vez por todas con Samantha. Aún no encuentro las palabras adecuadas para decirle que no quiero seguir con ella. Tal vez siento un poco de lástima por ella y por eso no lo he hecho. No estoy seguro... Pero aún no lo he hecho.

—Pronto podremos vernos. Voy a colgar la llamada —le informo.

Una vez que dejo el teléfono sobre el escritorio, siento alivio al haber escuchado su voz. En pocas palabras, estoy admitiendo que nuestra relación se ha vuelto forzada, ya no es como antes. Llegué a pensar en casarme con ella y estaba seguro de que era la indicada para mí, pero ahora ya no estoy seguro. Desde que ella apareció en mi vida, mi mente se ha llenado con su imagen y no puedo apartarla de mis pensamientos. Ella está tan hermosa, no ha cambiado, se ve perfecta.

Ella es mi objetivo.

Siento que podría pasar toda mi vida pensando en que necesito algo más que solo tenerla como mía. La he marcado, lo sé. Ahora que ha vuelto a aparecer en mi vida, no puedo considerarlo una simple casualidad. Sé que es el destino, el que desea ver a los dos juntos. Y por eso debería escucharlo, aumentar la cercanía, los encuentros. Es a ella a quien quiero.

No puedo dejar de pensar en ella. Cada segundo que pasa siento que ella se mete aún más en mi cabeza. Es imposible alejarla de mí. Lo que siento por ella es tan poderoso que me consume. Ahora siento un profundo afecto y me resulta difícil concentrarme en mi trabajo. No puedo hacerlo con ella serpenteando en mi mente.

Desde que vi sus enormes ojos, supe que estaba perdido. Me dejé llevar por la emoción y los sentimientos profundos que solo ella lograba despertar en mí. Fue suficiente con verla una vez para darme cuenta de que estaba atrapado en ella. No volver a verla fue lo mejor. Pero ahora ha vuelto a aparecer y no puedo creerlo.

Una sonrisa se dibuja en mis labios.

***

Toc toc.

Una vez más, alguien está tocando a la puerta y sé que se trata de mi secretaria. Le permito el pase, pero me llevo la sorpresa de ver a mi amigo Camilo aparecer sin haber avisado antes. Pensé que estaría ocupado con su cita del día, pero parece que no es así.

—Camilo, qué sorpresa verte aquí. Pensé que estarías ocupado con una de tus citas. ¿Ya la cancelaste otra vez? —le pregunto con curiosidad.

Él sonríe.

—¿Y si te digo que ya no quiero involucrarme en todas esas situaciones amorosas? Las últimas dos chicas con las que salí rompieron la promesa de no involucrar el corazón y luego me culparon de jugar con sus sentimientos. Dicen que al principio no fui lo suficientemente claro con ellas. Es increíble cómo me pueden responsabilizar de todo lo que pasó. Ahora estoy enfocado en el trabajo, nada más es más importante que meterme en problemas con mujeres. ¿No crees? —me dice, y asiento con la cabeza.

Me lo dice a mí, que estoy en una relación en la que ya no me siento bien.

—Entiendo cómo te sientes. Samantha poco a poco se está convirtiendo en un dolor de cabeza con el que debo lidiar. No parece haber una solución para ello —me quejo, revisando más papeles.

—Lo peor que te puede decir en estos días es que está embarazada. Pero supongo que estás haciendo todo lo posible para evitarlo, sinceramente no te veo convertido en padre todavía, y mucho menos con ella como la madre de tus hijos.

—Ni yo, no la veo como alguien con quien quiera formar una familia. Es así de simple.

—Entiendo. Samantha todavía es muy inmadura. Si llegara a tener un bebé, estaría más preocupada por su apariencia que por el cambio de pañales de su hijo. Al menos eso es lo que yo pienso. ¿Tú qué opinas? —comenta con diversión.

—No es broma, creo que sería así exactamente. Hace un rato me llamó porque me extraña y dice que se siente mal, pero no es la primera vez que me hace una llamada así. Creo que está mintiendo otra vez... como si no tuviera suficiente trabajo.

—Sí, lo está. Así es —confirma resoplando—. Debe ser muy buena en... ya sabes qué, para que aún no la hayas dejado. No podría soportar estar con una persona así. Realmente te admiro.

—Bueno, volvamos a lo que viniste. No tengo mucho tiempo y prefiero no gastarlo hablando de ella.

—Sí, he venido a dejarte información sobre las vacantes. Finalmente han sido todas cubiertas y la última chica fue contactada ayer. Voy a hacerle una breve entrevista.

—Muy bien, tuvo suerte.

—Mucha, solo quedaba un puesto.

—Gracias.

Todo este tema de las contrataciones en el hotel es muy importante para mí. Estoy a punto de inaugurar el hotel, un proyecto en el que no solo estuve involucrado en su creación, sino que también soy el dueño. Otro logro se suma a mi cadena hotelera y estoy orgulloso de todo lo que he logrado a lo largo de los años.

—Es un trabajo en conjunto, como si fuera la primera vez que voy a estar presente en una inauguración. Siento un poco de ansiedad y nervios, pero también me llena de orgullo porque sé que será todo un éxito, al igual que en otras ocasiones.

—Así es. No debemos tener dudas al respecto. También estoy ansioso, vendrá mucha gente importante. Incluso permitiré la entrada de los medios de comunicación, eso nos beneficiará para generar publicidad.

—Eso es perfecto, justo iba a mencionarte ese tema. Será maravilloso que sea televisado, ¿no crees?

—Sí, lo creo.

Suspiro.

Anastasia, esa chica que ahora es una mujer, aparece en mi mente, se convierte en la dueña. ¿Debería prestar atención a este sentimiento o simplemente dejarlo pasar? Parece ser algo relevante. Quiero volver a verla. Tengo los medios necesarios para averiguar acerca de ella y su vida, pero sería un poco obsesivo de mi parte, no suelo ser así, a menos que se trate de mi trabajo. ¿Cómo es posible que ella me haya afectado tanto? Es inconcebible.

—¿Estás bien? Pareces distraído, no te alejes de lo relevante, no dejes que Samantha y sus problemas te afecten —me interrumpe Camilo, curioso al respecto. Me ve perdido y sé que debo darle una explicación.

—No se trata de ella, Camilo —confieso y capturo toda su atención. Parece intrigado y ya me veo tentado a darle una explicación.

—Si no se trata de ella, ¿entonces de quién? —pregunta con interés.

Quiere saberlo.

—Puede que te parezca extraño, pero se trata de alguien de mi pasado. Ha vuelto a aparecer en mi vida y pasamos la noche juntos, te prometo que no era mi intención, pero sucedió. Samantha estaba en casa de una amiga...

—Oh, la engañas. Se lo merece, te tiene tan atrapado que su relación se ha vuelto molesta —comenta, y asiento.

—No te diré su nombre, solo puedo decir que su nombre no sale de mi cabeza y que me afecta más que nunca. Es muy fuerte, la vi cuando solo tenía trece años y ahora es una mujer hermosa... Todo es extraño, aún no puedo creerlo. Supongo que ella no se acuerda de mí, no lo sé...

Camilo me presta toda su atención y termina sonriendo. Sabe que debo estar confundido al hablar de esta manera.

—Nunca te había visto así por alguien, así que ella debe ser diferente...

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