Capítulo 45. Llórame un río.

Jacob.

-¡Kell! ¡Demonios maldito lobo, al menos pudiste haberte transformado cerca de la casa de la manada!

No sé cómo mierda el chucho había podido encerrarme dentro de nuestra cabeza; no supe qué había pasado entre el tiempo en el que tomó el control hasta ahora que me encontraba avergonzado paseando desnudo frente a dos lobas que descaradamente me comían con la mirada.

Menos mal que a esta hora solo los lobos que patrullan y las pocas personas madrugadoras se encontraban en las calles, así pude conservar mi modestia hasta llegar a mi habitación. Por mucho que le grité al chucho, no me contestó, entonces decidí que ya lo confrontaría después.

En una hora más o menos tendría que ir a la sala del consejo con los cachorros y mi padre. Simplemente genial, esa sala se convertiría en una guardería y supongo que el papeleo no hará más que aumentar. Dando un suspiro cansado me vestí cómodamente y regresé a mi oficina. No había terminado el papeleo del día anterior y eran documentos que tení
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