Un escalofrío recorrió su delicada piel, erizando cada centímetro cuando aquel toque húmedo acarició su cuerpo.Todavía con los párpados cerrados, Aisha sonrió presagiando la marea de placer que caería sobre aquella cama.Somnolienta la joven abrió muy despacio sus ojos para ver a su esposo, que la observaba deseando poseerla como lo hacía cada noche desde que puso el mundo a sus pies.Los jeques pasaban la mayor parte del tiempo separados, ese era el precio de sus títulos. Obligaciones y más obligaciones mantenían a los dos amantes separados, despojados de entregarse a ese amor tan fuerte que se tenían.Pero en la madrugada, cuando el jeque regresaba a su palacete lo primero que hacía era correr a los brazos de su esposa. Para volver a amarla y sentirse amado. Su familia era su mundo, y Nader no se cansaba de demostrar a Aisha todo lo que estaba dispuesto a hacer por ella y por sus hijos…Sí, hijos, pues la jequesa no solamente le iba a dar a su marido un heredero. Aisha esperaba dos
-Has regresado muy tarde esta noche.-habló Aisha levantando el rostro para mirarlo mientras Nader jugar con los mechones de su esposa. -Odio estar sola en esta casa con tu madre.-¿Sigue evitándote? -se interesó Nader, luego suspiró con cansancio cuando ella asintió.-Úrsula parece un fantasma, vaga sola por el palacio sin hablar con nadie, pero puedo sentir su mirada llena de odio sobre mí. -contó abrazándolo para sentir su calor, eso le daba alivio y paz. -Tu madre siempre me verá como su enemiga.-Infelizmente no tengo poder alguno sobre mi madre, puedo controlarla, pero no echarla de este hogar. Solo mi padre podría hacer tal cosa. -explicó Nader con impotencia. -Tampoco creo que lo haga, ya la tiene abandonada, solicitar un divorcio ahora solo pondría en riesgo mi título. Mi padre no se arriesgará a que eso suceda, no aceptará que cuestionen mis derechos.-No quiero echarla mi amor, solo quiero que ella aprenda a vivir en paz con nosotros y que acepte que mis hijos también son su
Meses después de aquella macabra llamada, Aisha observaba a sus hijos dormir en sus cunas ajenos a todo el mal que había en el mundo.-Son tan pequeños Nader, me da pesar dejarlos solos. -murmuró Aisha y su esposo la abrazó para reconfortarla.-Solo será por unas horas, tenemos una reunión importante y no podemos faltar.-recordó Nader, pero su esposa no se veía muy convencida de dejar a sus hijos.-Los niños estarán bien, Kalah estará cuidando de ellos y el palacio es totalmente seguro.Seguros de que sus hijos estarían bien, Aisha y Nader se marcharon del palacio. Mientras tanto Úrsula observaba la caravana de autos que seguía a su hijo abandonar el palacio. La venganza es un plato que se come frío, y ella dejó enfriarse el suyo durante meses, pero finalmente estaba lista para devorarlo, y sentir una alta dosis de placer en el proceso.-Eres un principito muy rebelde y llorón.-Kalah jugaba con Nasser haciendo el menor ruido posible para no despertar a Ayser. -Veo que serás el niño cap
A cada segundo que pasaba la esperanza se iba perdiendo para Aisha y Nader.La tormenta de arena estaba cada vez más cerca, amenazando así la vida de los niños.Junto con la guardia real, el jeque y el emir Karim iban montados en motos para acelerar las búsquedas. Ninguno podía quedarse con los brazos cruzados esperando mientras que la vida de Ayser y Nasser corría peligro. Una muerte segura para ellos se acercaba y no había tiempo que perder.Aisha se había montado en la moto que iba su esposo, juntos recorrían una buena parte del perímetro marcado por la guardia real, dónde posiblemente estarían los niños.-¡Allí, allí hay algo, Nader!-exclamó Aisha señalando algo que creyó haber visto entre unas rocas.Nader retrocedió para volver al lugar que su esposa había señalado.-¡Aisha yo no veo nada!-contestó Nader todavía sentado sobre la moto mientras que su niña se bajaba mirando de un lado a otro.-Amor aquí no hay absolutamente nada.-He visto algo Nader, te aseguro que acabó de ver al
Los hombres del Emir trataron de levantar una barrera que serviría para salvaguardarlos de la tormenta. Las tiendas no eran excesivamente grandes, pero estaban hechas especialmente para situaciones como aquella.Rania no soltó la mano de Aisha en ningún momento, mientras que la esposa de Nader lloraba con aquel pequeño pedacito de todo el amor que ella y su esposo se tenían.A unos kilómetros de allí el aire se hacía cada vez más insoportable, el polvo que la tormenta levantaba nublaba la visión de los hombres que buscaban a Nasser. Continuar en aquellas condiciones sería un verdadero suicidio.-¡Nader, tenemos que irnos, la tormenta está cada vez más cerca! -advirtió Karim cubriendo su rostro para proteger sus ojos de la arena. -¡No podemos continuar!Nader sin bajarse de la moto miró alrededor con el corazón en la mano. Era un terreno demasiado extenso para cubrirlo en pocos minutos. Si se marchaban en aquel momento, su niño moriría solo en aquel lugar.-Es mi hijo, Karim. -dijo Nad
“Me refugio en Dios pues a parte de Él no hay otra divinidad, mi Dios y el Dios de todas las cosas.Busco la protección de mi Señor y del Señor de todas las cosas.Pongo mi confianza en el Viviente que no muere, y me protejo del mal con las palabras, no hay poder ni fuerza excepto en Dios. Dios es suficiente para nosotros.”Aisha y Rania rezaban con fervor agarradas de la mano mientras que los soldados de la guardia real hacían hasta lo imposible por mantener aquella tienda de pie.Era de un material especial y estaba diseñada para todo lo que el desierto reservaba para el ser humano, para mantenerlos a salvo de aquel clima hostil, pero el aire sonaba fuerte, el suelo bajo la planta de sus pies temblaba y por más increíble que pareciera, el único que aparentemente no estaba asustado era el pequeño Ayser.Escuchar las súplicas de su madre a Alá pidiendo protección para su padre y para su hermano, lo tenían tranquilo. Para el bebé era como escucharlas cantar para hacerlo dormir, pero fu
Tanto el jeque como sus príncipes fueron debidamente atendidos después de ser llevados directo al hospital en los helicópteros que acudieron al lugar por un llamado de Karim.Aisha vio desde la aeronave donde se encontraba con su familia como subían el cuerpo de Olaya a una camioneta. Aquella mujer malgastó los últimos momentos de su vida para intentar herir a su familia, para destruirlos, y al final en medio de su venganza ciega por los celos y la envidia, terminó encontrando su propio final. Una muerte triste por la cual nadie derramaría ni una lágrima.Aisha miró a sus bebés, apretó la mano de marido con más fuerza y sonrió aliviada. Ella pasó la mano por los cabellos de Nader para sacarle algunos granos de arena y luego deslizó la mano por su rostro.-Alá escuchó mis plegarias, los ha protegido en el desierto y los trajo de vuelta a mis brazos. -dijo Aisha besando los labios de su esposo con amor. Nader le devolvió la caricia delineando su hermosa cara. Aún en su estado más débil,
En la oscuridad de la noche alguien llamó a la puerta de Úrsula.-¿Quién es? -preguntó ella antes de abrir vistiendo una bata que tenía sobre el tocador. -Saben que no me gustan que interrumpan mi sueño.-Es por sus nietos majestad, el jeque nos ha enviado a despertarla para que tenga noticias de ellos. -respondió la voz al otro lado.Úrsula apoyó la frente en la madera fría de la puerta. Se moría de ganas de mandarlos al diablo, decirles que poco le importaban los malditos bastardos de la sirvienta. Demasiado disgusto había pasado al enterarse que los niños seguían respirando y que la desgraciada de su madre seguía ocupando su trono en aquel palacio.Olaya no había cumplido con su parte del plan, pero estaba muerta y ya no le servía para nada. Entonces solo podía actuar como la abuela preocupada por sus adorados nietecitos. Para todos los efectos tendría que continuar soportando a Aisha hasta encontrar una forma para deshacerse de ella definitivamente.Úrsula sonrió pensando en el gu