Vicente Cooper.Decido regresar a mi habitación, camino con cautela de regreso a la posada y cuando doy la vuelta al pasillo veo a Angél corriendo hacia mí.- Vince - llama angustiado y siento que se me encoge el corazón - Hay una araña en nuestra habitación, es enorme.- Cálmate, ella no te hará daño.- Tengo mucho miedo.- Ven conmigo, ella no te hará nada - Tomo su mano, pero ella no se mueve - Vamos - La atraje fuerte, pero suavemente.Cuando entramos en la habitación noto su palidez, empieza a aspirar aire con fuerza ya temblar.- Cálmate, ángel - La acerco a mis brazos.Oímos un ruido proveniente del baño y ella salta asustada, la suelto para ver qué pasó y se sube a la cama.- Vince, ten cuidado - pide - Mata a ese animal.Cuando entro al baño y veo a la araña, casi me río, el pobrecito es del tamaño de una canica y está quieto junto a la ventana, el ruido que escuchamos fue al verlo derribar un jarrón que estaba encima del fregadero.-¿Por qué no fuiste tras tu cita? - le dije
Angélica Ross.Estaba caminando entre la gente divirtiéndome en mi apartamento y sintiéndome feliz de poder brindar una fiesta tan animada para mis invitados, pero una cosa aún me molestaba, suspiré y me senté en el borde de la piscina.- Te encontré - dice mi hermano sentándose a mi lado - Vaya, estás muy roja.- Sabes que me sonrojo cuando bebo – justifico encogiéndome de hombros.- No intentes mentirme, somos mellizos y te conozco muy bien - pone su mano en mis hombros y me abraza - ¿Estás molesta porque no vino a tu fiesta?- ¿Tenía que venir? - cuestiono rendirme - La fiesta mola, ¿no?- Es perfecto, tú sabes cómo organizar una fiesta, hermanita - trata de animarme - ¿En qué estás pensando?- Que mala suerte tengo con mi corazón - suspiro - Ahora dime, ¿cómo va lo tuyo con esa carita de tu trabajo?- No estamos progresando mucho, al menos no como yo quería. Todavía no ha olvidado al marido que lo traicionó, no confía mucho en la gente.- Es mi hermano, Cupido no es nuestro amigo
Vicente Cooper.Cada piso del edificio está insonorizado, es decir, el ruido que viene de abajo o arriba no se escucha, pero si el vecino de al lado hace una fiesta, es posible que no duermas. Es mi caso en ese preciso momento, la fiesta de cumpleaños de Ángel parecía estar muy animada, hasta en mi habitación se podía escuchar ese ruido infernal que llaman música.Este sonido me está empezando a enojar mucho, confieso que lo que más me molesta en este momento también es el hecho de que yo sé que ella debe estar ahí hermosa, divirtiéndose y probablemente besándose con alguien y yo no puedo hacer nada. sobre esoAún con ira no podría quejarme, porque la entristecería y lo que menos quiero en esta vida es ver a esa mujer triste. Respiro hondo y decido dormir, al menos intentarlo. Apago la luz de la recámara, prendo el aire acondicionado y me acuesto mirando hacia el techo, mañana trabajo temprano y no puedo permitirme quedarme despierto toda la noche, pero dormir hoy parece una tarea cas
Vicente Cooper.Ella tira del cordón en la parte superior de su bikini, luego baja la parte inferior y se desviste frente a mí. - No me mires como si nunca antes hubieras visto a una mujer desnuda - dice rodando los ojos y luego entra a la ducha, abre la ducha y se para debajo de ella con los ojos cerrados mientras el agua corre por su cuerpo.Angélica, así calientas mi cuerpo con la vista de tu cuerpo curvilíneo con marquitas, evito mirar tu cuerpo, pero es imposible.- Te conseguiré una bata.Salgo del baño y voy a mi armario a buscar la bata, cuando me encuentro inclinada sobre el inodoro haciendo otra sección de descarga. “Ven y lávate la boca.” Tomé su mano y sostuve su cintura mientras se cepillaba los dientes nuevamente. Estaba completamente desnuda frente a mí y no me importaba. Limpié el piso y el borde del inodoro con desinfectante y luego tiré la cadena. Me lavé las manos y la miré apoyada en el azulejo tratando de estabilizarse.- Lo siento, doctora. Es mi cumpleaños, n
Angélica Ross.Me despierto con un dolor de cabeza muy fuerte, me quedo mirando el techo blanco por unos momentos hasta que me armo de valor para levantarme y tomar un medicamento para el dolor que estoy sintiendo.- Buenos días, flor del día - mi hermano invade mi habitación con una bandeja de café en sus manos.- ¿Puedes hablar en voz baja? - Pregunto mientras me froto los ojos.- Estoy hablando normal, cachaceira - acusa y le muestra el dedo medio.- La fiesta estuvo muy buena ayer - comento - No recuerdo nada de nada - digo.- Muy bien - le sostiene una sonrisa - Anda, come algo.- ¿Por qué aguantaste la sonrisa y me miraste sugestivamente? - pregunto intrigada.- Nada, hermanita - se sienta a mi lado y tomo un sorbo del jugo de naranja que trajo - Conocí a nuestro vecino caliente, alias su jefe ayer - escupo todo el jugo en la cama con miedo - Dios - se levanta haciendo una cara de disgusto - No voy a cambiar esa hoja.- ¿Qué quieres decir con que Vicente estuvo aquí ayer? - preg
Vicente Cooper.Angélica no se presentó en el hospital al día siguiente de su cumpleaños, aceptó tranquilamente el descanso que le di, esta noticia la recibí de su hermano cuando lo llamé desde el aeropuerto para saber de ella.No viajaría con la cabeza tranquila sin saber de ella, esta mujer se está convirtiendo en una persona muy importante en mi vida y tengo miedo a donde me puede llevar este sentimiento.- Está bien, solo perdida en sus pensamientos, después de que le dije algunas cosas de ayer - comenta - Le dije que era un número desconocido que me llamaba - ríe - El tonto creyó, claro que no le contaría nuestro secretito no ¿cuñado?- ¿Qué pequeño secreto? - Cuestiono.- Que ahora estamos cerca y que nos juntaremos para hablar de ella - dice como si no fuera gran cosa.- No somos cuñados, Antone - le recuerdo.- Aún no lo estamos - enfatiza la última palabra - Por cierto, Angélica está justo aquí frente a mí - susurra algo - ¡Tu jefe!- No hace falta - trato de interrumpirlo, p
Vicente Cooper.Después de unos días de viaje finalmente regresé al hospital, tenía algunos pacientes que atender y una cirugía complicada que hacer durante el fin de semana, estoy empezando a cansarme, necesito vacaciones.Durante estos días que estuve fuera no hablé con Angélica, confieso que la extraño un poco. Es mentira, la extraño mucho, pero aún no la he encontrado.Paso unos minutos atendiendo a una paciente y cuando sale escucho que tocan la puerta de la oficina, autorizo la entrada y entra ella, motivo de mis noches de insomnio.Lleva un maquillaje sencillo que realza su rostro pálido y en contraste con su boca un labial rojo, que me llamó la atención por unos instantes. Su cabello corto está suelto y daría cualquier cosa en este momento por oler la suavidad de los feos negros.- ¿Podemos hablar unos minutos, doctor? - pregunta abrazando su portapapeles.- Sí - respondo y vuelvo a mirar unos archivos en la computadora, para disimular la alegría de verla.Se paró frente a mí
Vicente Cooper.- Oh, hola - salgo de mi ensoñación cuando me llama por segunda vez.- ¿Puedes sacar la tortita del horno?- Sí, sí - Muevo la cabeza a los lados para ahuyentar estos pensamientos, este calor que estoy sintiendo consumirme solo puede ser del horno, tiene que ser.- Ten cuidado de no quemarte - dice preocupado - ¿Dormiste bien? ¿Descansado?- Sí.- Entonces presta atención – dice enojada – Tus manos son demasiado preciosas para quedar inutilizadas por una quemadura.- Estoy atenta, parece que le hablas a un niño - me quejo.Así que me acerco a ella y trato de agarrar el paño de cocina, pero ella lo sujeta con fuerza y entramos en un tira y afloja tonto.- ¿Estás sonriendo? - pregunta sorprendido.- No - Lo niego rápido.- Tienes un hoyuelo - dice sonriendo y me toca la mejilla.Aprovecho su distracción y recorro su cuerpo con la tela acercándola a mí, el dulce aroma de su perfume invade mis fosas nasales.- Me haces sonreír, ángel.- Si viniera de otra persona pensaría