Llegamos a la fiesta, luego de una ceremonia llena de suspiros y cosas cursis, los novios se miraban como si jamás volverían a hacerlo, desde que la señorita Liss entró por el pasillo de la iglesia todos la miraban, pero ella sólo podía ver a su novio, quien estaba tan nervioso como ella o más, sacaba su pañuelo cada cinco segundos para secar el sudor de su cara, Rafael me susurraba preguntando para que le explicara cada situación que pasaba.
¿Emilia por qué está ahí sin moverse? ¿Emilia por qué crees que esté tan nervioso? ¿Crees que yo lo estaría? ¿Qué crees que estén sintiendo en estos momentos? Tenía una pregunta para casa cosa, yo trataba de ser paciente y responder sin enojarme.
-Rafael ¿Nunca habías ido a una boda de pequeño? -pregunté entrando al verde patio de la casa d
Mi cabeza estaba sobre su hombro, mientras veíamos al resto bailar. Mi corazón se sentía frágil.-¿Te quieres ir? -pregunté al notar su silencio.-Jamás te dejaré sola, quiero que lo recuerdes, pero si estas aburrida justo ahora, no dudaré en sacarte de aquí.-La verdad si-confesé, me incorporé.-Entonces vámonos-inquirió. Nos pusimos en pie.-Iré a buscar a mamá -dije. Él asintió.-Yo quiero ir a esa fuente de chocolate antes, -miró en dirección a la mesa donde se encontraba.Me reí-No tienes remedio.-Dijiste que así me querrías-tiró de mi mano que sostenía acercándome a él.-Y no he retirado mi palabra.-Entonces te veré después, a menos que tengas que venir por mí -bromeó.-Espero que
Entrar de nuevo para ver cada detalle que él había tenido con ella, fue como hacer pinchar mi corazón, pero no para que se liberasen las emociones, sino para desinflarse y caer en pedazos esparcidos en el piso, uno por cada vez que lo vi, que le dije lo que sentía, que le Sonreí, que le creí lo que me decía.Fui a llenar los vasos de helado que me comería al llegar a casa, pedí un galón y posteriormente me dispuse a pagar. Mi rostro estaba decaído y el chico de la caja lo notó, no quise prestarle atención a su mirada expectante pero el habló.-¿Por qué estás triste? ¿No te gustó la sorpresa?Levanté la mirada-¿Qué?Él frunció el entrecejo-¿Aun no lo sabes?-¿Crees que ver al chico que me gusta darle tal detalle a su mejor amiga me gustaría? -hab&iacut
El pequeño Rafael corría como loco por la casa con su nuevo auto de juguete, llevaba su camisa del Capitán América que tanto le gustaba. Su hermano mayor que tenía ya diecisiete años, se acercó a él y le desordenó el cabello, para luego ponerse a su altura, le sonrió.-¿Qué haces campeón? -preguntó, Owen quería mucho a su hermano menor.Él pequeño niño apartó el cabello que cubría su frente para verlo con sus ojos redondos y vivaces.-Juego a que voy que una gran carrera, este es mi automóvil -le mostró -es muy veloz.Siguió haciendo el sonido del motor con su boca mientras corría con el auto sobre el piso. Su hermano solo lo veía, lo había cuidado desde que había nacido, a él y a su hermana, de las peleas que sus padres solían tener con frecuencia, por cosas sencillas, no encontraban por que discutir. Ese día como otros, su padre llegó del trabajo, eran alrededor de las cuatro de la tarde, no había tenido clases. Se volvió para ver al señor Valentine, el peq
-Di hola Súper Mia-un Roachter de veinticinco años me habló.Levanté la mirada de mi agenda, sonreí-Hola.-¿Cómo te sientes? -sonrió abiertamente.-Relativamente...estoy temblando-sacudí mis manos.-No te ves nerviosa.-Pero lo estoy. -Estaba en casa del chico que sería mi esposo en unas horas, justo cuando amaneciera, por la mañana.Me habían llevado a una habitación de invitados, en donde todos podían entrar menos él, costumbres de nuestras familias, decían que si nos veíamos podría pasar algo muy malo en la boda, yo no creía eso. Mamá me había dicho que esto me ayudaría a relajarme, pero solo habían conseguido que mis ansias incrementaran. Me sentía con aquellas cosquillas en el pecho, que me incitaban a que fuera "casualmente" a encontrarme con él en la sala, o en cualquier otro lugar.Estaba en casa de él porque así lo habían querido los señores Valentine, la boda se realizaría en el enorme pati
Llegamos a casa, y me desprendí de mi familia, dejándola en la sala, para ir a mi habitación y buscarlo. Dentro todo era silencio, no había un chico ojos miel esperándome sentado sobre mi cama, sonriendo burlonamente, tal vez por mi cara, porque siempre parecía ver algo divertido en mí. Cerré mis ojos para intentar transportarme a la Habitación de Cristal. No pude hacerlo. Él ya no estaba o no quería verme.-Por favor Lucas, -susurré, esperando una respuesta. No la obtuve.No es real, no es real, no es real...cuando abrí mis ojos, me di cuenta que no estaba ya, tenía que aceptarlo, se había ido, rápidamente sentí su ausencia y el hueco vacío que eso conllevaba. No me comprendía, sabía que pasaría, pero no así, debía estar feliz de que se hubiera ido, pero no lo estaba, me hallé a mí misma corriendo a la sala a buscarlo, con una esperanza vana que lo encontraría.Es horrible comprobar que no todas las historias están hechas para ser concluidas,
Recuérdenme la vida de un niño o niña cualesquiera de los dos, tienen algo en común, son muy felices, gracias a un equilibrio entre lo que ven y lo que creen, a veces influenciado por sus padres o personas que los crían y quieren. Yo tuve la dicha de que en mi infancia mi familia era una familia unida y feliz, a pesar de todo lo que le acontecía.Nací, un 13 de diciembre de 1999, un buen día para nacer, era invierno, pero me encanta la primavera, sus colores, sus canciones, su clima, es mi época favorita del año, poco después nació mi hermano, sin embargo, nuestros padres siempre nos prestaron igual atención. Como yo era la mayor tuve que volar más pronto de casa, con eso me refiero a ir al lugar que muchos odian, la escuela. Y es de ahí que voy a empezar a narrar mi travesía. Porque así lo llamo yo, o díganme si acaso no es una travesía ver a un niño de siete años crecer junto a ti, obviamente no, a menos que seas la única que lo puede ver. El misterio de Lucas, fue algo que
Teníamos ya dieciséis años, era increíble, nos sentíamos en la cumbre de nuestra adolescencia, hablábamos de vez en cuando con Mike por Skype, pero no era lo mismo. Lilith se dejó el cabello suelto, usaba ropas extravagantes del momento, jeans rotos y camisetas rasgadas, a veces llevaba unas que parecían sacadas de un nido de ratas, tan rotas que no le cubrían nada.Pero en eso se había convertido mi queridísima amiga. Richy, a él le había sentado muy bien la adolescencia, con diecisiete años medía un metro noventa y siete, era miembro del equipo de basquetbol y futbol de la escuela, se había dejado su cabello ondulado libre de gel, cuando no estaba jugando tendía a usar un par de lentes, lo cual lo hacía ver intelectual, aunque no lo era.Y yo a mí la adolescencia me había dado lo peor, tenía cambios temperamentales lo cual hizo que me denominaran "la bipolar" de mi salón por un buen tiempo, hasta que supe controlar el factor que los provocaba, que más bien
Bostecé, entonces una gran idea vino a mí. Era un día frio, pero nunca inoportuno para ir por un helado, siempre que se tratara del fro-yo de mi lugar favorito. Tomé el celular de la mesita de centro en la sala y marqué.—¿Diga? —respondió mi amiga.—Oye me preguntaba si podríamos ir por un fro-yo.—Lo siento amiga, estoy saliendo de casa justo ahora, no puedo.—Ah, ¿Y adónde vas?Tardó un momento en contestar—Con mi madre a comprar algunos adornos para las fiestas.—Oh! ¡En serio! ¿Tu madre está ahí? ¿Puedes pasármela? —La madre de Lilith era buena amiga mía, era la más comprensiva y alocada, divertida, planeaba las mejores fiestas de cumpleaños, lo que hacía que las fiestas de su hija fueran las más geniales.—Ah? Eh, espera. Mamá Emilia quiere hablarte—le dijo.—Hola señora Graham—la saludé.—Hola querida, oye, supe que no falta mucho para tu cumpleaños—Alguien en el fondo murmuró algo, —Bueno, te tengo que dejar, estoy