Una suave voz me despertó, era ronca, pero no un ronco rasgado, sino más bien suavizado, apacible, espesa, como miel de abeja. El sonido de la guitarra era simple, acústico, acompañándolo. Como siempre yo tenía el cabello en la cara, solo que en menor cantidad esta vez, ya que lo había cortado, no sabía quién cantaba exactamente, tenía sueño aun no quería levantarme. Bostecé abriendo un poco mis ojos.
Me encontré con los suyos ocultando la diversión en ellos, sonrió sin dejar de cantar. Me incorporé de inmediato, quitando el cabello para verlo mejor. ¿Estaban haciéndome una broma? ¿Era él en serio? Cantando para mí, estaba cantándome en la mañana, ¿quién hacia eso? Apenas debían haber salido los rayos de sol, y escuchar la voz de la persona que te gusta dedicándote una canci&oa
-Es solo que no entiendo, por qué los anillos de compromiso no pueden ir en cualquier dedo-cuestionó mirándome.-No, los anillos de compromiso van en el anular -señalé mi dedo.Estábamos en el piso de mi habitación viendo el techo, no había nadie en casa, solo nos acostamos sobre la alfombra para charlar, Canela estaba en medio cuidando de chaperón, dormida cómodamente con su pancita hacia arriba. Ronroneaba y se daba vuelta de vez en cuando alguno se topaba con ella y casi la despertaba.Hablábamos de nuestras vidas, de la mía aburrida, sintiendo que había olvidado una parte importante de ella y de la suya que había estado perdiendo durante tanto tiempo y que al volver sus padres lo metieron a todo tipo de clases desde idiomas hasta etiqueta. No le agradó saber cuándo le dije que ya sabía sobre que había estado por ocho a&nti
Llegamos a la fiesta, luego de una ceremonia llena de suspiros y cosas cursis, los novios se miraban como si jamás volverían a hacerlo, desde que la señorita Liss entró por el pasillo de la iglesia todos la miraban, pero ella sólo podía ver a su novio, quien estaba tan nervioso como ella o más, sacaba su pañuelo cada cinco segundos para secar el sudor de su cara, Rafael me susurraba preguntando para que le explicara cada situación que pasaba.¿Emilia por qué está ahí sin moverse? ¿Emilia por qué crees que esté tan nervioso? ¿Crees que yo lo estaría? ¿Qué crees que estén sintiendo en estos momentos? Tenía una pregunta para casa cosa, yo trataba de ser paciente y responder sin enojarme.-Rafael ¿Nunca habías ido a una boda de pequeño? -pregunté entrando al verde patio de la casa d
Mi cabeza estaba sobre su hombro, mientras veíamos al resto bailar. Mi corazón se sentía frágil.-¿Te quieres ir? -pregunté al notar su silencio.-Jamás te dejaré sola, quiero que lo recuerdes, pero si estas aburrida justo ahora, no dudaré en sacarte de aquí.-La verdad si-confesé, me incorporé.-Entonces vámonos-inquirió. Nos pusimos en pie.-Iré a buscar a mamá -dije. Él asintió.-Yo quiero ir a esa fuente de chocolate antes, -miró en dirección a la mesa donde se encontraba.Me reí-No tienes remedio.-Dijiste que así me querrías-tiró de mi mano que sostenía acercándome a él.-Y no he retirado mi palabra.-Entonces te veré después, a menos que tengas que venir por mí -bromeó.-Espero que
Entrar de nuevo para ver cada detalle que él había tenido con ella, fue como hacer pinchar mi corazón, pero no para que se liberasen las emociones, sino para desinflarse y caer en pedazos esparcidos en el piso, uno por cada vez que lo vi, que le dije lo que sentía, que le Sonreí, que le creí lo que me decía.Fui a llenar los vasos de helado que me comería al llegar a casa, pedí un galón y posteriormente me dispuse a pagar. Mi rostro estaba decaído y el chico de la caja lo notó, no quise prestarle atención a su mirada expectante pero el habló.-¿Por qué estás triste? ¿No te gustó la sorpresa?Levanté la mirada-¿Qué?Él frunció el entrecejo-¿Aun no lo sabes?-¿Crees que ver al chico que me gusta darle tal detalle a su mejor amiga me gustaría? -hab&iacut
El pequeño Rafael corría como loco por la casa con su nuevo auto de juguete, llevaba su camisa del Capitán América que tanto le gustaba. Su hermano mayor que tenía ya diecisiete años, se acercó a él y le desordenó el cabello, para luego ponerse a su altura, le sonrió.-¿Qué haces campeón? -preguntó, Owen quería mucho a su hermano menor.Él pequeño niño apartó el cabello que cubría su frente para verlo con sus ojos redondos y vivaces.-Juego a que voy que una gran carrera, este es mi automóvil -le mostró -es muy veloz.Siguió haciendo el sonido del motor con su boca mientras corría con el auto sobre el piso. Su hermano solo lo veía, lo había cuidado desde que había nacido, a él y a su hermana, de las peleas que sus padres solían tener con frecuencia, por cosas sencillas, no encontraban por que discutir. Ese día como otros, su padre llegó del trabajo, eran alrededor de las cuatro de la tarde, no había tenido clases. Se volvió para ver al señor Valentine, el peq
-Di hola Súper Mia-un Roachter de veinticinco años me habló.Levanté la mirada de mi agenda, sonreí-Hola.-¿Cómo te sientes? -sonrió abiertamente.-Relativamente...estoy temblando-sacudí mis manos.-No te ves nerviosa.-Pero lo estoy. -Estaba en casa del chico que sería mi esposo en unas horas, justo cuando amaneciera, por la mañana.Me habían llevado a una habitación de invitados, en donde todos podían entrar menos él, costumbres de nuestras familias, decían que si nos veíamos podría pasar algo muy malo en la boda, yo no creía eso. Mamá me había dicho que esto me ayudaría a relajarme, pero solo habían conseguido que mis ansias incrementaran. Me sentía con aquellas cosquillas en el pecho, que me incitaban a que fuera "casualmente" a encontrarme con él en la sala, o en cualquier otro lugar.Estaba en casa de él porque así lo habían querido los señores Valentine, la boda se realizaría en el enorme pati
Llegamos a casa, y me desprendí de mi familia, dejándola en la sala, para ir a mi habitación y buscarlo. Dentro todo era silencio, no había un chico ojos miel esperándome sentado sobre mi cama, sonriendo burlonamente, tal vez por mi cara, porque siempre parecía ver algo divertido en mí. Cerré mis ojos para intentar transportarme a la Habitación de Cristal. No pude hacerlo. Él ya no estaba o no quería verme.-Por favor Lucas, -susurré, esperando una respuesta. No la obtuve.No es real, no es real, no es real...cuando abrí mis ojos, me di cuenta que no estaba ya, tenía que aceptarlo, se había ido, rápidamente sentí su ausencia y el hueco vacío que eso conllevaba. No me comprendía, sabía que pasaría, pero no así, debía estar feliz de que se hubiera ido, pero no lo estaba, me hallé a mí misma corriendo a la sala a buscarlo, con una esperanza vana que lo encontraría.Es horrible comprobar que no todas las historias están hechas para ser concluidas,
Recuérdenme la vida de un niño o niña cualesquiera de los dos, tienen algo en común, son muy felices, gracias a un equilibrio entre lo que ven y lo que creen, a veces influenciado por sus padres o personas que los crían y quieren. Yo tuve la dicha de que en mi infancia mi familia era una familia unida y feliz, a pesar de todo lo que le acontecía.Nací, un 13 de diciembre de 1999, un buen día para nacer, era invierno, pero me encanta la primavera, sus colores, sus canciones, su clima, es mi época favorita del año, poco después nació mi hermano, sin embargo, nuestros padres siempre nos prestaron igual atención. Como yo era la mayor tuve que volar más pronto de casa, con eso me refiero a ir al lugar que muchos odian, la escuela. Y es de ahí que voy a empezar a narrar mi travesía. Porque así lo llamo yo, o díganme si acaso no es una travesía ver a un niño de siete años crecer junto a ti, obviamente no, a menos que seas la única que lo puede ver. El misterio de Lucas, fue algo que