Cuando por fin Ivar estaba solo en la oficina con Morgan, no pudo evitar tomarla en brazos como si fuera un bebé. La acurrucó contra su pecho y acarició su rostro, viéndola con atención. No era la mujer más hermosa que había conocido, pero si era única. Descontrolaba todo en él.
Siempre se había jactado de mantener en control sus emociones, de ser frío ante cualquier circunstancia, pero con ella perdía la cabeza, podía explotar iracundo y al momento siguiente sonreír con sinceridad. Lo volvía loco en muchos sentidos.
Pegó su frente a la de ella, inhalando su dulce aroma y besó tiernamente sus labios. De pronto se sentía como un adolescente, con el estómago lleno de mariposas y el corazón latiendo desbocado. Los suaves
—Mencionaste hace tiempo que solicitarías el divorcio, conmigo o sin mí, y que lo resolverías muy fácil después de mostrar tus moretones… ¿Cómo te fue con eso? —preguntó Ivar divertido vaciando un puñado de sales de lavanda en el agua.—¡Eres tan insoportable! —exclamó Morgan furiosa—. ¡Por tu culpa no lo logré! Mencionar tu nombre hizo temblar a los abogados. ¡¿Qué clase de CEO eres?!—Uno respetable que no está dispuesto a divorciarse, eso es todo… —contestó con una amplia sonrisa. No recordaba lo divertido que era hacerla enojar—. Reniega todo lo que quieras, acude a donde sea, si yo no quiero, no nos divorciamos, así de simple. Ahora… quítate la rop
—¿Cómo sé que ese bebé no es del hombre con el que todos dicen que engañaste a Erik? —preguntó Ivar frunciendo el ceño, sentado frente a la cama donde Morgan, con las piernas cruzadas y el rostro sumergido en la prueba de embarazo, permanecía. —Porque no soy estúpida… —respondió molesta—. Esa vez tomé una pastilla de emergencia y un par de semanas después me hice una prueba de embarazo. Salió negativa.—¿Por qué no hiciste lo mismo esta vez? —¡Porque esas pastillas no son dulces! ¡Son solo para emergencias, su nombre lo dice! —exclamó clavando sus hermosos y angustiados ojos miel en Ivar—. Ni siquiera tuve tiempo de hacerme una prueba, en el albergue no tuve oportunidad, tampoco privacidad o dinero, pero eso lo deberías de saber, tú me orillaste a llegar ahí…Ivar se levantó de la silla y comenzó a caminar por la habitación, arrepentido del pasado y preocupado por el futuro, pero de algo estaba seguro en ese momento: quería al bebé.—…Tú dijiste que no tenías intenciones de tener un
—¡¿Embarazada?! —exclamó Kyrie emocionada, pero Ivar no sonreía. —Necesito que la acompañes al hospital para que comiencen con su monitoreo —agregó revisando los papeles en su escritorio.—Ah… ¿por qué no vas tú? —preguntó Kyrie buscando que su tono fuera afable y no ofensivo.—Porque ella no quiere ni siquiera que la vea… ¿Otra duda? —Levantó su mirada iracunda hacia su sobrina.—No, ninguna —respondió Kyrie palideciendo.Ivar se levantó de su escritorio y comenzó a caminar por la oficina. Sacó su tarjeta de crédito y volvió a ofrecérsela a Kyrie.—Distráela… Después de su visita al hospital llévala a comer algo, tal vez tenga antojos o yo qué sé… Lo que sea que tiene una embarazada… —Ivar recordó que con Esme solía tener un bote con helado de vainilla en la nevera para sus antojos nocturnos y no pudo evitar sonreír. Anhelaba que las cosas con Morgan fueran tan fáciles, pero, por el contrario, cada vez se complicaban más. —Y… ¿por qué no sales temprano y la llevas a cenar? —pregunt
Los pasos de Morgan se hacían cada vez más lentos. Las sonrisas de las enfermeras y del médico, amigo de su madre, solo la incomodaban en vez de consolarla e inspirarle confianza.En un pequeño vestidor se quitó toda su ropa y se puso una batita que apenas y la cubría hasta los muslos.—¿Estás lista? —preguntó la enfermera con una gran sonrisa mientras la llevaba a la camilla donde la intervendrían.—No… —respondió Morgan y puso su mano sobre el vientre.—Tranquila… Todo saldrá bien… —dijo la enfermera acariciando su brazo con ternura.Morgan tragó sa
La primera en visitar a Morgan fue Kyrie, pues Ivar no tenía intenciones de verla, sentía que la odiaba por atentar contra su propia vida y contra la vida del bebé. ¿Cómo podía verla a los ojos sin irradiar rencor? Lo había decepcionado y no podía tolerarlo.—¿Cómo estás? —preguntó Kyrie con media sonrisa. Ver a su amiga tan sumida en la miseria era triste.—Mal… —contestó Morgan con lágrimas en los ojos, aunque su rostro carecía de expresión.—¿Quieres que te acomode la almohada? Tal vez puedo abrir la ventana para que entre un poco de aire fresco. ¿Qué dices?—¿No vas a preguntarme qu&eacu
—¿Por eso tardaste tanto en venir? ¿Por fin te surgió un verdadero motivo para visitarme? —De nuevo esa maldit@ sensación de decepción embargó el corazón de Morgan, dolía como echarle sal a una herida, pero solo apretó los dientes y contuvo su tristeza, ofreciendo una sonrisa que temblaba queriendo convertirse en una mueca de dolor—. En mi teléfono están las pruebas que necesita, abogado. Un día antes de ir a la clínica, hablé con ella, está en el registro, también tengo una conversación por mensajería donde ella me manda la dirección y las indicaciones para que me atiendan.Contestó herida, en un intento por solucionar la situación y dejar que Ivar pudiera retirarse de su habitación lo más pronto posible, no quería s
—Tantos problemas que ha dado y tú decides traerla de regreso… —dijo Cristina de brazos cruzados, dentro del despacho de Sigurd.—Es mi esposa… —agregó Ivar furioso.—Es la mujer que quiso matar a tu hijo. ¿Ya la perdonaste tan rápido? —Silencio… —pidió Sigurd con el ceño fruncido—. Ese niño sigue vivo, creciendo dentro de su vientre, y es un Haugen… Morgan será cuidada y atendida en esta casa y punto.—Hiciste lo mismo que con Esme… La embarazaste para que te diera un hijo y fingir tener una familia. En lo único que piensas es en no perder la empresa y esa avaricia destruirá una vida más —dijo Cristina saliendo del despacho, iracunda. ***Al entrar a la habitación, Ivar se encontró con Morgan aún despierta, sentada sobre la cama, con la mirada perdida y actitud deprimente. Pese a su melancolía, conservaba esa belleza.—No fue mi intención… —dijo Morgan en un susurro—. Tenía miedo de traer al mundo a un bebé que crecería con el odio que se tienen sus padres… pero todo salió horrible
De regreso de la fiesta, Ivar se desvió hacia la oficina. El edificio estaba completamente vacío, solo los guardias de seguridad permanecían alertas. Llevó a Morgan hasta su oficina, mientras esta se sentía confundida y un poco intimidada. ¿Por qué la llevaba a ese lugar de noche?Lo comprendió cuando Ivar dejó caer sobre su escritorio la caja con los bocetos de su padre. Morgan hurgó con las narices entre los papeles, recordando cada dibujo con amor. Era el trabajo de su padre y al poder tenerlos entre sus manos fue como volver a conectar con él. Algunos eran tan significativos que no pudo evitar estrecharlos contra su pecho.—Los conseguiste… —dijo en un susurro.—Como prometí… —respondió