Capítulo 34. Siempre dispuestaNarra David De María RamírezTenía que aguantar todo, lo que pretendíamos hacer con ella, y no se iba a negar de eso, estaba seguro.–Claro que sí.Agarré el cabello de Altagracia nuevamente y me introduje de un solo empujón en ella, tiraba de su cabello para llevar el ritmo del encuentro y la penetraba con mucha fuerza, haciendo que todo se moviera en cada embestida que le daba. Ella agradecida, gemía, jadeaba y gritaba, dejándome claro que el amo y señor del disfrute que estaba teniendo en ese momento era yo y solo yo.La volteé e hice como me dio la gana, ella era flexible, algo que me gustó mucho, y ella solo daba gritos de placer, disfrutando de cada cosa que la hacía, era una marioneta que podía mover a mi antojo. Ella, al no poder abrazarme ni hacerme nada, se dejaba penetrar y estalló de placer cuando en medio de unas embestidas mordí sus pezones al grado de sangrarla y después de eso seguí dándole con una fuerza descomunal hasta que estallamos
Capítulo 35. Un buen prospectoNarra Alondra Ferreyra PérezSimone y los demás amigos con los que estábamos, se estaban riéndose de todo lo que yo decía y yo me divertía asegurándoles que a ese forro de hombre yo lo iba a conquistar, ya me lo había propuesto. Me sentí liberada y feliz al darme cuenta de que, al menos, mi buen ojo con los hombres no se había perdido a pesar de lo que me pasó con David, y Simone me animaba a querer ligar con él.–Vas Alondra, por lo poco que dejas ver de ti en el taller eres muy osada ¿Qué esperas para ir a conocerlo?Pues se había ido a algún lugar el chico guapo, lo perdí de vista, por un momento y se me había escapado, no lo podía creer, si estaba casi al frente mío.–No espero nada, pero ya no lo veo.No podía ser, pensé. Estaba llegando más gente al baile y ese guapísimo hombre se perdió de mi campo de visión, lo que me alteró demasiado y me preocupó también. Sin decir nada, me separé de Simone y de mis amigos y me interné más entre la gente, lo te
Capítulo 36. Presentando a un nuevo amigoNarra Alondra Ferreyra PérezSus manos acariciaron mis piernas y ese solo contacto me hizo sentir escalofríos. Yo, por mi parte, metí mis manos por atrás de su camisa y empezamos a acariciarnos mutuamente, hasta que pronto los vidrios de la camioneta se fueron empañando, él dejó de besar mi boca y siguió con mi cuello, con mi clavícula y mis hombros y yo, quería que todo pasara ahí en la camioneta sin importarme nada, ni nadie.Quería que me tomara ahí, sin más, estaba súper excitada. Mis manos viajaban por toda su espalda y por sus hombros, fui bajando los dedos y los metí por debajo del pantalón, apretando su bien formado trasero, mientras él se deleitaba pasando su boca por todos lados.–Daniel, espera – Le pedí – Es que siento que me voy a correr, ya no aguanto.Apreté los músculos internos, era una sensación muy cegadora, me nublaba la vista, pero era gratificante poder soltar toda la tensión que había estado acumulando, en todo mi cuerpo
Capítulo 37. Visitante inesperada.Narra David De María RamírezAltagracia ya tenía dos semanas por España y aunque yo no la quisiera, no quería que volviera tan pronto a México, pues la estábamos pasando de lo lindo y follando mañana, tarde y noche. Ella, además, aunque conmigo no se entendía muy bien, mi polla la quería y eso era muy importante para mí para al menos seguir disfrutando de un sexo de primera.–David, vamos a la playa, siempre te retraes de Sabadelle y de mí – Altagracia me vino a molestar a mi cama – Además, él me está dando una buena calentada que me urge que la apagues tú.Siempre estaba preparada para recibirnos, era insaciable, dentro y fuera de la cama, ni siquiera se lo teníamos que pedir, se podría decir que no había día que no quisiera que le estuviéramos dando, nosotros éramos los que nos cansábamos, mientras ella vivía feliz de la vida siendo follada.–Yo encantado, la apagaré y no me retraigo, estoy descansando un poco para poder darte más todo eso que te m
Capítulo 38. Amenaza Narra David De María Ramírez–No seas pesada Romina – Sabadelle la besó, pero ella lo apartó – Quédate, te presento a Altagracia, una amiga de México.–No lo podía creer cuando me enteré y ahora los veo así.Romina negaba la cabeza, al ver a Altagracia sentada encima de mí y que yo la tenía abrazada por la cintura. Mi amiga estaba molesta, pues no quiso ni saludar a Altagracia y yo, tenía que parar esto antes que fuéramos a tener un problema o que ella, fuera a llamar a Alondra.–Romina, es un placer conocerte – Altagracia soltó su veneno – Soy prima de Alondra y espero que conmigo, te lleves bien también. Siéntate un rato con nosotros. Yo estoy ocupando a David, pero Sabadelle está libre.Romina, ni siquiera determinó a Altagracia, se veía que estaba bastante enojada con la situación que nos habíamos montado mi colega y yo con la prima de Alondra, pero eso era nuestro gusto, ni siquiera lo habíamos planeado esto mi colega y yo, ella solita quiso venir a España.
Capítulo 39. Cómo en un sueñoNarra Alondra Ferreyra PérezDaniel esa noche se despidió de mí y de Simone y se fue a bordo de su camioneta pick-up de lujo. Simone cerró la puerta y apenas nos quedamos solas y ella me abrazó y sacó una botella que tenía reservada para ocasiones más que especiales y esta era una de ellas. No podía creer después de todo lo que había sufrido por David, ahora estuviera feliz después de haber probado otros labios y otros besos que no fueran los de mi güero, Simone me volvió a la realidad.–Quedaste picada con ese Danielito y ¿quién no? Está como quiere – Se descaró Simone – Suertuda, afortunada y aventada que eres Alondra. Por eso hoy tomaremos de esta botella.No le iba a decir que no, estábamos para celebrar todo lo que viniera después, estaba lista para lo que fuera, Daniel me gustaba mucho, y sus besos hicieron que me olvidara de mi tristeza.–Sí, Simone, vamos a darle fin – Respondí – Y de Daniel, no has visto ni has sabido nada, por poco me hace suya
Capítulo 40. Lo peor que me han dichoNarra Alondra Ferreyra PérezMe encontraba sobre nubes de algodón, era como estar volando libremente por el cielo.–Soñé toda la noche con tus besos, y tus caricias, Alondra – Me dijo seduciéndome enseguida – Me encantas.Yo también había soñado con él, pero aquí había un problema y ahora que estábamos los dos sobrios, teníamos que hablar sobre ese tema, había otra persona involucrada, la chica que estaba ayer con él, pues la había dejado en el baile, o ya no supe en realidad que había pasado con ella.–Daniel, pero y la otra mujer con la que estabas en el baile.Eso lo teníamos que dejar muy claro, no quería problemas si estábamos en algo y llegara alguien a hacernos un pleito, mejor que arreglara su situación con ella y después me viniera a buscar.–Desde que te vi, ella y todas las demás dejaron de existir. Tú eres la única ahora y depende de ti, si quieres estar junto a mí, no tengo nada con nadie más.¿Qué me estaba pasando con Daniel? Pensé
Capítulo 41. Muy mala decisión de palabrasNarra David De María RamírezAltagracia quedó muy herida con los golpes que le había dado Romina y en cuanto Romina se fue, Altagracia se nos quedó mirando con un gesto de mucho coraje a Sabadelle y a mí. Yo no podía decir nada tampoco y no entendía que se ganaba Romina viniendo a hacer jarana de algo que no tenía que hacerlo, parecía que ella no entendía que Alondra y yo, ya hemos terminado.–Qué lindos se ven, mirándome sin preocuparse de lo que me pasa – Altagracia, nos reclamó – No se queden como idiotas, parece que no ven que estoy sangrando.Lo que había hecho Romina, no nos dio tiempo de reaccionar y así había dejado a Altagracia toda sangrante y bastante enojada, pero no pudimos ni siquiera defenderla.–Sí, lo vemos, pero no debiste venir a meterte – Sabadelle la acabó – Nadie te dijo que lo hicieras y ahora, has empeorado las cosas con Romina, para mí y para De María.De seguro Romina no iba a querer volver a ver a mi colega, por eso