No pude dormir en ningún momento de la noche y aunque lo intenté, no conseguí que mis párpados se mantuviesen cerrados por más de 30 segundos. Me levanté en varias oportunidades, hasta que me decidí a servirme un vaso de whisky e intentar discernir por los medios que tenía a mi disposición quién era la persona que salía por la puerta del depósito de la cocina, en el instante en que el video se detenía. Hice varias ampliaciones de la captura, incluso intenté realizar un dibujo aproximado de la persona que salía, pero todo fue en vano. Apelé a mi memoria para hacerme una imagen de la silueta oscura que vi en ese instante en que me supe descubierto. pero no conseguí mayor cosa de lo que ya tenía. Cuando iba por el tercer vaso de whisky vi que ya estaba amaneciendo y me rendí. Solo me restaba esperar a que Gerardo tuviera mejor suerte que yo y consiguiera averiguar la identidad de esa persona, para así al menos tener la oportunidad de acercarme a ella y neutralizar lo que fuera que pud
Desde mi stand en la playa, y luego de haber probado ese terrón de sal que ofrecía como si fuese un dulce de fruta, escuché lo que las personas que probaban mis caramelos decían a las cámaras y no me fue necesario entender inglés para comprender que hablaban muy mal de lo que habían probado. Era la primera vez en mi vida, como cocinera, que casi podía sentir el desprecio de quienes habían probado alguna de mis preparaciones. Estaba deshecha, no podía siquiera creer lo que estaba ocurriendo y mientras intentaba disimular que no me estaba desmoronando por dentro, aparentando una sonrisa que a cada segundo me costaba más sostener, repasaba todo lo que había hecho en la cocina, tratando de acordarme del momento en que había vertido tanta sal sobre la pulpa de fruta, pero no se me ocurría otra explicación que el más tradicional y tonto en los errores de cocina: haber confundido el azúcar blanca con la sal.Ya podía imaginarme cómo habían disfrutado los camarógrafos al captar el momento en
Contaba con muy poco tiempo para tener algo que me permitiera mejorar mi posición en la negociación que estaba por sostener con Anthony, el amigo sudafricano de Esmeralda que vino a fijarse en ella en el peor momento posible, porque faltando solo una hora para las cuatro de la tarde, Gerardo regresó a mi oficina y lo primero que me dijo fue que mi gatita estaba en la lista de participantes amenazados de ese día de prueba.Quise preguntarle a Gerardo por los detalles de esa información y saber las razones por las que mi chef favorita había entrado a esa poco honrosa lista, pero el tiempo apremiaba y era mucho más urgente que Gerardo me comunicara qué había logrado averiguar sobre el hombre que ahora se atrevía a chantajearme.—Me temo que no es mucho, señor, aunque si hubiera forma de que usted pudiera ganar algo de tiempo, quizá podría averiguar algo más sustancioso.—Tendré que arreglarmelas con lo que has conseguido, porque no creo que este tipo esté dispuesto a darme mucho tiempo —
Lo único positivo de saber qué era lo que en realidad deseaba Anthony, era el hecho de que ya me había anticipado a eso. No se trataba de dinero, tampoco de algún favor o concesión en el contrato que su equipo acababa de firmar con nosotros. No, la realidad era que él quería algo mucho más crudo y directo que cualquiera de esas ofertas.—Lo que deseo —dijo tomándome por el hombro y obligándome a girar la mirada hacia él—, son dos horas con ella, es todo lo que pido.—¿Es que no te fue suficiente con toda la velada que pasaron ayer? —pregunté solo por burlarme un poco de él, porque era consciente de lo que había querido decir con su petición.—Sabes muy bien a lo que me r
Después de llegar al hotel, vimos a los demás participantes dirigirse a sus habitaciones y tuve que enviar un mensaje a Nicole, a través de Daniela, para que Verónica no me esperara esa noche a dormir. Fue uno de los mensajes más dolorosos que debí enviar en el concurso, porque también implicaba la incertidumbre de si iba o no a continuar después de que los jueces dieran su fallo en apenas algunas horas.Nos permitieron ir al Boca Canoa a cenar y fue la comida más triste y silenciosa que hubiera tomado hasta ese momento.—¿Creen que los jueces se basen solo en las puntuaciones de esta tarde? —preguntó Teressa mientras revolvía el contenido de su plato sinónimos para llevarse un solo bocado a los labios.—Creo que sí deber de será lo que tengan más en cuenta, amor —contestó Filip y su español todavía deficiente me produjo una sonrisa que aclaré enseguida porque no quería pasar por burlona.— voy a extrañar mucho tu forma de hablar Filip, ese esfuerzo tan encantador que haces por
El primero en hablar fue el chef Ramsay y para mi sorpresa, se dirigió primero a Rubí.—Probé lo que preparaste hoy —dijo— y, la verdad, creo que merecías una mejor calificación, así que si hoy estás entre los participantes amenazados, no es porque hayas hecho las cosas mal, sino simplemente porque alguien las hizo mejor que tú. ¿Tuviste oportunidad de probar lo que preparó Daniela?Rubí asintió y alabó los taquitos de requesón dulce que había preparado la chef mexicana. Habló tanto y tan bien de ellos, que sentí pena por no haber tenido la oportunidad de probarlos, porque según dijo Rubí, la masa no estaba hecha con la tradicional harina de maíz empleada para la tortilla del taco, sino con masa de hojaldre, lo que no solo los había hecho más digeribles y deliciosos, sino que también implicó mayor esfuerzo por parte de Daniela.Las palabras de Rubí alabando la preparación de la chef mexicana las tomé como un llamado de alerta y en ese momento me prometí que, si por algún milagro no
Estaba aterrada y daba la impresión de que todos alrededor mío también lo estaban, pero ni aún así fui capaz de levantar la mirada. El chef Ramsay caminó hasta mi lado y escuché cada uno de sus pasos Como si fuesen una enorme montaña que se agitaba. Creo que estaba temblando y cuando vi la punta de sus zapatos, intenté levantar la mirada, pero fue como si el cuello no me respondiera .—Esmeralda, comparto la opinión de mis colegas — dijo Ramsay—. También llegué a meterme una de esas cosas, que tú llamaste caramelos, en la boca y adivina qué —Hizo una pausa dramática en la que llegué a pensar que estaba en verdad esperando a que yo le contestara, pero es que ni siquiera tenía fuerzas para mirarlo a los ojos, cómo esperaba que las reuniera para hablarle—. Me comí una de esas cosas que creo que fuiste y las sacaste del mar, porque nunca en mi vida me he llevado algo con tanta sal por gramo cúbico. Creo que incluso el mismo mar te habría escupido esa cosa, que ni siquiera sé cómo llamar,
Había pasado el dinero a Anthony y ahora esperaba no tener que volverlo a ver por el resto de mi vida, pero no solo eso, sino que también necesitaba que Esmeralda saliera de la competencia ese mismo día, o lo que había visto el sudafricano recobraría valor y estaba seguro de que volvería a saber de él si, por algún milagro, mi gatita continuaba el concurso.—Pero cree usted, señor, que solo porque ese hombre dice haberlos visto, ¿sus palabras en realidad tendrán algún efecto? —preguntó Gerardo luego de que le hubiera contado lo que sucedió en mi entrevista con Anthony— Es que digo, señor, es una persona que ni siquiera hace parte del equipo de grabación, ¿quién creerá en sus palabras?Terminé de servir los dos vasos de whisky en el minibar de mi despacho y pasé uno a Gerardo.—Sí, por supuesto, podríamos arriesgarnos a eso, pero es que me temo que, después de las habladurías que ya hay en este momento en contra de Esmeralda, las palabras de Anthony tengan mayor eco —contesté mientras