—No— respondió con la garganta ardiendo, luego de ese largo trago de Bourbon – Mañana iré por la tarde. Deja todo resuelto – demando el rubio.—Tu vuelo es por la noche, te necesito aquí temprano, aún hay asuntos que atender y debes elegir a quien será tu asistente personal en el proyecto. ¿Has visto los currículums que te envíe a tu correo? – cuestiono Stefano al otro lado de la línea.—No— volvió a responder al tiempo de colocar su vaso sobre la mesa ratona en medio de su sala. El rose de cristal contra cristal, fue escuchado incluso por el interlocutor del de ojos azules – Elige a la más apta, no tengo cabeza para eso –El otro resopló sonoramente —Tienes que tener la cabeza fría, no comiences a descuidar tus obligaciones nuevamente, por favor –—¡No me digas lo que tengo que hacer! – cortó Caleb molesto, haciendo que la persona que lo acompañaba en su departamento dejara de prestarle atención a su móvil y voltease a verlo con toda atención – Elige hoy mismo a quien creas pertinent
Caleb vio por tercera vez su reloj, tenía boletos en mano y su equipaje había sido ya guardado. Sacó su móvil y, fastidiado, marcó a Stefano.—¿Sí? – respondió Stefano que, en su hogar, ya se disponía a darse una ducha.—Tu nueva contratación— habló Caleb viendo como un empleado del aeropuerto le indicaba dirigirse hacia la sección de seguridad – Despídela – – ¿Que? ¿No te pareció adecuada o…?—No ha llegado todavía, no pienso esperarla— interrumpió molesto el rubio al tomar el pasillo para que registrasen su equipaje de mano. El ojiazul había estado enojado desde que amaneció, en el fondo, estuvo esperando, aunque sea un mensaje de Leia… ese por el que mandaría al diablo sus planes. Pero no llegó.—¡Lo siento, jefe! – una voz femenina, agitada pero muy segura, sonó atrás de él, haciéndolo detener sus pasos – El taxi se averió y…Caleb volteó con el celular en la oreja.Adelaide sonrió abierta y avergonzadamente.—Y… - ella prosiguió a pesar de la extrañez del de ojos azules – aun as
Leia apretó sus ojos y soltó un suspiro cansado, luego de revisar su bolso, había olvidado sus llaves en rectoría.—Demonios— soltó secamente y de inmediato se giró para volver.La joven con un traje sastre de dos piezas, color gris y ligeramente ceñido al cuerpo, hizo una mueca de desaprobación por tan ingenuo descuido, el viento le ondeó su cabello que, a pesar de estar recogido en una apretada coleta, todavía contaba con el largo suficiente para pasarle frente al rostro al ser suavemente mecido.Soltó un suspiro cuando dejó las no tan grandes áreas verdes de ese campus, e ingresó de vuelta al edificio de rectoría, subió los largos escalones y sonrió, esta vez se permitió sentir la nostalgia de ser la última vez que pisaba ese lugar.Cinco años. Había pasado cinco años en esa universidad.«Parece mentira» pensó y sonrió con un tinte de ironía en sus labios rosas.Su móvil vibró justo cuando se apoyaba en el escritorio de la secretaria que momentos antes la había atendido, entregándo
Leia observó por el espejo retrovisor como la universidad que le había dado la bienvenida cinco años atrás, se hacía pequeña.Inhaló profundamente y retuvo el aire un segundo antes de dejarlo salir despacio, había sido realmente difícil llegar ahí, justo a ese momento de su vida; estaba graduada.Una vez que se despidió de Kristel en las puertas de la que había sido la casa de su madre y abuelo, e incluso de ella durante meses, se había ido sin voltear atrás, habían sido casi veinticuatro horas de viaje, con sus descansos, claro, algo que le dolió vender, casi igual que su casa, había sido su viejo Volkswagen, pues ese pequeño trasto tenía recuerdos que no quería… además, no sabía si aguantaría el viaje, ahora tenía un discreto sedán, blanco, nada ostentoso.Llegó al edificio donde Connor alquilaba un piso, en el que el bufete se extendía, bajó con seguridad al estacionar el coche en el subterráneo.Estar en California había sido todo un reto, recordó.Llegó con su pequeño sedán y var
El día siguiente, martes, Leia se encontraba sola en su oficina, Carla hacía más de cinco horas que había salido a su cita, luego de medio ordenar el archivo, la cobriza suspiró con pesadez.Dos golpes en su puerta la interrumpieron.—Adelante – soltó con indiferencia.—Vi luz bajo la puerta y supuse que estabas aquí— comentó un alto y atlético barón de más treinta y cinco años.Vicenzo era uno de los asociados principales de Connor en esa prefectura, incluso, se atrevía a pensar, que de los principales a nivel nacional; prácticamente Vicenzo estaba a cargo de ese bufete, aun así, Connor había dejado claro que no era su jefe.—¿Te marchas? — preguntó Leia al verlo cargar su portafolios.Él se apretó el puente de la nariz.—Sí, tengo una reunión con la demandante, al parecer ha conseguido videos que pueden llegar a ser incriminatorios para el sospechoso – afirmo el apuesto hombre con premura.—Ya veo – respondió ella sin darle mucha importancia.—¿Seguirás aquí? — preguntó él girándose
Google lanzó una serie de resultados de noticias internacionales, un par locales, y también, mostró varias imágenes de rostros que coincidían con la búsqueda, todos eran él, el estómago se le contrajo a Leia al maldecirse por estar buscándolo otra vez indebidamente.Sonrió con amargura al abrir la pestaña de imágenes, en todas salía con Adelaide, aquella tipa que tan descaradamente le coqueteó el día de la celebración de su matrimonio, en un par de imágenes los vio tomados de la mano, siempre en eventos públicos…Caleb estaba haciendo muy bien su trabajo en el otro extremo del Asia Oriental, el cretino había abierto varias ensambladoras en China, aquello había sido muy remarcado en las noticias de ese País, pues China era la primera potencia económica del mundo y, lo que menos necesitaban eran fabricantes de autos haciéndoles competencia… y él lo había logrado.Verlo ahora en otra fotografía con Adelaide, demasiado cercanos para su gusto, le recordó por qué no debía flaquear…Caleb le t
—¿Sobre qué? Luces extraño – respondió mirándolo un poco alterado, y eso, si que no era para nada normal.Él se recargó en el escritorio de gruesa madera, y se sentó ligeramente en él. Guardó sus manos en los bolsillos de su elegante pantalón gris.Leia no entendió, se formaron varios segundos en silencio en el que él no dejó de verla a los ojos, bien, Leia estaba nerviosa.Connor deslizó dos de sus dedos por el rostro de la joven, echando atrás un par de cabellos que habían escapado de su coleta, Leia se estremeció ante el contacto que se había vuelto común entre ellos.—Caleb volverá— soltó fríamente.Ella se paralizó olvidando la tibia sensación de su caricia.—¿Qué? – dijo casi sintiendo su alma desprenderse de su cuerpo.Él asintió.—Justamente aquí – termino de decir Connor.Ella sonrió nerviosa —Debes estar bromeando, yo no puedo verlo… no, él no debe verme –Connor asintió y al todavía mantener sus dedos cerca de su oreja, la tomó de la nuca y la acercó para besarle los labios
Cerca de dos horas después, la junta había finalizado, la noche había caído y al salir de la sala, la gran mayoría se disponía a partir a sus hogares, Carla, a pesar de haber terminado su horario de trabajo una hora y media atrás, todavía esperaba a Leia, por si la necesitaba.La cobriza salió apretándose el puente de la nariz y se dirigió con ella.—¿Qué haces todavía aquí? – regaño Leia.—Creí que…Leia le sonrió sin mucho ánimo.—Será mejor que te vayas y descanses, mañana vuelve temprano, por hoy hemos tenido un día agotador – dijo la cobriza aun sintiendo aquella ansiedad ante la llegada de Caleb.La chica iba a decir que con gusto se quedaba, después del permiso que le dio de salir temprano el día anterior, pero al ver a cierto rubio, terminó por declinar.—Está bien, que pases buenas noches— dijo y se giró de inmediato para irse.Leia se extrañó, pero enseguida notó la presencia de Connor tras ella.—Será mejor que también te vayas –—¿Y qué pasará con el análisis del caso de J