Por la mañana siguiente un maullido de Oreo y el mismo frotándose contra su mano que colgaba del sofá, habían logrado despertarlo. —Joder— soltó con voz ronca y todavía con sueño. Escuchar el sonido ligero de agua corriendo lo hizo desperezarse y sentarse. Vio a Leia pasearse por la cocina cuidando de no hacer mucho ruido y se extrañó de verla, ¿qué hora era? Bajó su mirada al reloj en su muñeca y se dio cuenta que ya pasaban de las ocho y media «maldición» pensó fastidiado al darse cuenta que ya estaba tarde para presentarse en la oficina. Avanzó un par de pasos hasta detenerse detrás de la barra y observar a Leia cocinando del otro lado — ¿Tienes clase? — preguntó saltándose el saludo que generalmente ella no le respondía. Ella giró su rostro y lo vio con el cabello revuelto y apoyando una de sus manos en el marco de la barra, su ropa estaba arrugada y cuando regresó sus ojos a aquellos pozos azules, tragó ligeramente y tuvo que regresar su atención al sartén de comida en sus ma
Las pequeñas chispas de agua que caían del cielo se pegaban suavemente a los enormes cristales, algunas, formaban el tamaño suficiente como para unirse unas a otras y resbalar de forma larga por los mismos; los ojos azules y profundos de cierto rubio se fijaron sin mucho interés en esas líneas de agua mientras observaba el gris y frío día en la ciudad. Caleb resopló cansadamente al apoyar sus codos en el escritorio tras el cual había estado trabajando más de media mañana y unas horas de esa tarde, se talló el puente de la nariz al bajar la mirada al grupo de hojas frente a él y cerró los ojos; su computador sonó anunciando la llegada de un nuevo correo electrónico y él negó en silencio, frustrado. Se recargó completamente en el asiento de piel y posó sus brazos en los descansos del mismo sin abrir sus ojos. —Te has venido comportando como un verdadero patán— se reprochó y su voz sonó ronca por lo baja que la emitió. Una incomodidad surgió en el centro de su estómago al seguir medi
—¡Leia! — Caleb la llamó alzando la voz y claramente molesto pero ella se encerró en su coche y lo encendió para posteriormente salir de ahí —¡Maldita sea!James se soltó de forma brusca del agarre del rubio y lo empujó.—Eres un maldito imbécil— reprochó y el moreno gruñó al pretender encararlo — Sigues tratándola como algo de tu propiedad, pero no durará mucho— aseguró y estuvo dispuesto a responder a cualquier posible ataque.El ojiazul apretó sus puños y lo señaló en forma de advertencia —No eres mejor que yo James, entre los dos, tú le hiciste más daño — le recordó — Leia es mi mujer y no te quiero cerca de ella, infeliz…tu y tu hermano dejaran de meterse con lo que es mío –—Mph— James sonrió de lado cuando el ojiazul se dio media vuelta decidido a seguir a Leia —No es tan bonito estar contra la espada y la pared, ¿cierto, idiota? — alzó la voz y el rubio le dedicó una mirada cargada del desprecio que sentía por él.James extendió su sonrisa para luego darse cuenta que esos dos
Ella respiró por sus labios al verlo a los ojos y cerró los mismos cuando Caleb bajó a comer de sus senos, Leia gimió y encorvó su espalda y Caleb sólo quiso enredar sus brazos en la pequeña cintura.—Ahh— Leia se quejó cuando él mordió uno de sus pezones y apretó el otro con una de sus manos — Basta—ordenó con voz trémula.—¿Por qué? ¿No quieres? — preguntó y jadeó en su oído, sintiendo justo en ese momento el deseo del más del mes que tenía sin tocarla.—Ahh— Leia se revolvió bajo él y lo apartó — ¿y tú? ¿De verdad quieres esto o es sólo otra forma que tienes de molestarme? — replicó ella extrañándolo y ganando espacio para sentarse y aun contra el intento de Caleb de sujetarla, se puso de pie.—Sigo sin entenderte— aseguró él al verla acomodar su ropa.—Ese es el problema con nosotros— reconoció Leia al alzar su mirada seria a él — siempre hemos sido sólo esto— dijo ahora llevando su vista al sofá, recordándole lo que pretendía que hicieran — por eso cuando surgieron los problemas
Ir de compras junto a Hillary normalmente era una tortura, pero al menos por esa ocasión, lo estaba disfrutando realmente, la compañía de sus amigas le era muy grata y reconfortante, mas aun ahora que la relación entre ella y Caleb solo era discusión tras discusión, negando en silencio, la hermosa cobriza sonrió mirando las opciones que le ofrecían ambas chicas, Kristel y Hillary eran muy diferentes entre sí, eso podía notarse a simple vista por sus elecciones en vestidos, mientras que Hillary le mostraba un modelo con las espalda completamente descubierta en un atrevido color carmesí que la volvería el foco de atención de la noche, Kristel le mostraba uno mucho mas sobrio, elegante y, por supuesto, recatado en color menta, ambos eran bonitos, tenían su encanto, pero honestamente no se sentía demasiado animada por ese evento.– Te digo, ¿Crees que Leia se pondría un vestido tan atrevido en un evento al que asistirá su padre? – reprochaba la castaña a la pelicorta.– ¿Y qué tiene de ma
La chica ante sus ojos parecía haber crecido unos años en un par de horas, al rubio se le secó la boca y los ojos azulinos verdosos de ella lo detallaron mientras él no dejaba de verla, los zafiros ojos de Caleb cayeron al escote del largo vestido ajustado y carmesí, un ancho cinturón dorado, casi metálico, presumía la delgada cintura y las pronunciadas curvas de su joven esposa, la tela se ceñía a su figura y resaltaba la perfección de sus redondos y perfectos senos, mostrando no más de lo debido pero llamando mucho la atención por la forma perfecta de resaltar esos atributos; él no prestó atención a la bonita caída en lo bajo del vestido al alzar su mirada a los ojos de Leia, pasando por el largo y desnudo cuello, estaba maquillada de un modo en que nunca lo había hecho, sombras claras y oscuras resaltaban a la perfección la hermosura de sus ojos, su cabello estaba recogido en una hermosa cola que dejaba caer sus perfectos ondulados como una cascada a su espalda, al verla bajar, pud
Y mientras Leia tenía un respiro al quedarse sola, observó la cantidad de personas presentes, algunas ya sentadas en las distintas mesas, otras más disfrutando de un ligero baile al centro del lugar y las restantes se repartían por el salón y las distintas mesas de bocadillos; el padre de la cobriza apenas había volteado a verla y no sabía si eso la incomodaba o le quitaba tensión.—Alejémonos un poco— sugirió Caleb al tomarla de la cintura y girarla con él para llevarla a una mesa apartada.Leia asintió y lo siguió en silencio, ser tomada así por él luego de tanto tiempo se sintió bien.Ambos avanzaron entre mesas y personas que les sonrieron con amabilidad al reconocerlos como anfitriones, Caleb se mantuvo imperturbable ante las miradas y dejó al resto degustando su cena, charlando y algunos más pasarlos de largo para unirse a quienes bailaban; el evento fluía con tranquilidad y por suerte, Enzo parecía haber reservado hasta el final el brindis por la feliz pareja, dándoles tiempo d
Y mientras Leia bailaba con Connor, cada vez con más cercanía y familiaridad, al punto de parecer que flotaban acompañados por las decenas de parejas más, Caleb veía esto con ojos celosos.—Si tanto te molesta, ¿por qué no nos unimos? — sugirió la chica con una sonrisa luego de beber su tercer copa.—Mph— él sonrió de forma torcida y molesta al tiempo de darles la espalda a todos en la pista — ¿y caer en su juego? — preguntó de forma irónica al beber otro trago de whisky.—¿Estás ofendiéndome? — preguntó ella con un poco de diversión.—¿Me vas a decir que es casualidad?— devolvió él al verla de reojo.Adelaide extendió su sonrisa —No… no del todo— confesó fascinada al darse cuenta que Connor tenía razón al decir que el tipo no era estúpido.Justo cuando Adelaide pretendía seguir hablando, un anterior compañero de facultad se acercó a saludarla, dándole tiempo al rubio de regresar su vista a la pista de baile, vagó visualmente entre las parejas presentes y no logró ver a la razón de su