3. Sombras del Pasado

Al día siguiente, La ansiedad de Kali creció como una sombra al acecho. No podía concentrarse, sus pensamientos iban y venían, y la información que Héctor había mencionado ya no la dejaba tranquila. Sentada frente a la pantalla de su computadora, miraba la respuesta de él una y otra vez, sin encontrar ningún consuelo. "Es un asunto delicado... Mejor déjalo para otro momento," recordaba las palabras de Héctor y sentía una mezcla de desconcierto y frustración.

¿Qué tipo de vitamina no se podía encontrar en internet? ¿Por qué él estaba tan renuente a ayudarla? Estaba segura de que algo no estaba bien, pero las piezas del rompecabezas no terminaban de encajar.

Finalmente, la inquietud la obligó a hacer lo que había estado evitando. Tenía que saber la verdad, sin importar lo que costara. Se levantó de la silla, tomó el teléfono y marcó el número de Alejandro. Sin embargo, cuando la llamada comenzó a sonar, un pensamiento la detuvo en seco. ¿Qué pasaría si él sabía más de lo que decía? ¿Qué pasaría si él estaba detrás de todo esto?

En ese instante, una imagen nítida se le presentó en la mente. Recordó el primer día en que conoció a Alejandro: un hombre con una mirada decidida, lleno de ambición, pero también con un aire de confianza que la cautivó. La atracción fue inmediata, como si ambos estuvieran destinados a encontrarse. Pero, ¿por qué esa misma confianza parecía desmoronarse ahora, frente a ella, como un castillo de naipes? ¿Qué tipo de secretos guardaba su esposo, los cuales no podían ser compartidos con ella?

No podía dejar de pensar en los momentos que compartieron a lo largo de los años. Su amor había sido profundo, construyeron su vida juntos, compartieron proyectos y sueños, pero últimamente algo había cambiado. ¿Cuándo había comenzado todo esto? ¿Cuándo se había infiltrado la desconfianza en su relación?

Kali cerró los ojos y se permitió un momento de vulnerabilidad. Las imágenes llegaron a su mente como flashes, uno tras otro, como un carrusel que no podía detener. El primer beso, las noches interminables de conversaciones, la promesa de un futuro juntos.

Sin embargo, con el paso del tiempo, algo se había roto. Las inyecciones. Las malditas inyecciones que no entendía, que él insistió en que fueran parte de su cuidado, de su bienestar. ¿Qué más no le había dicho? La sensación de estar siendo manipulada, de estar en un juego en el que no conocía las reglas, la envolvía cada vez más.

Su mente, ahora llena de respuestas que no deseaba encontrar, se iluminó con la idea de buscar la verdad. Nada podría ser peor que vivir con la incertidumbre. Se levantó, decidido a tomar una acción que podría cambiarlo todo: iría a confrontarlo.

No quería que él lo supiera, pero necesitaba entender. Por fin, todo lo que había guardado dentro de sí, todas esas preguntas, todas esas dudas, tendrían respuesta.

Kali caminó hasta el ventanal de su oficina, la vista de la ciudad le daba una sensación de libertad, pero ahora solo veía obstáculos. El futuro que había imaginado junto a Alejandro se había convertido en una niebla densa e impenetrable. El frío viento nocturno soplaba contra el cristal, y con cada brisa sentía que su determinación aumentaba. No podía seguir viviendo en la ignorancia, y mucho menos vivir con el miedo de no saber la verdad.

Se giró y miró su escritorio. La carpeta con el proyecto de la nueva construcción que estaba liderando estaba ahí, olvidada, tal vez como un reflejo de cómo había dejado de lado todo lo demás por concentrarse en las sombras que se cernían sobre su vida personal.

Tomó el teléfono nuevamente, esta vez con decisión. Llamó a Sofía.

– ¿Sofía? Necesito hablar contigo. Es urgente. La voz de Kali sonaba tensa, pero al mismo tiempo decidida.

– Kali, ¿qué pasa? respondió Sofía, un tono de preocupación en su voz. ¿Todo bien?

– No, no lo está. No sé si lo que estoy pensando es real o si estoy perdiendo la cabeza, pero necesito que me ayudes a descubrirlo.

– ¿Qué pasó? Cuéntame.

Kali explicó, entre sollozos y palabras entrecortadas, todo lo que había ocurrido en los últimos días. La extraña vitamina, las respuestas evasivas de Alejandro, y el extraño comportamiento que había estado notando en él.

– ¿Tú crees que Alejandro podría estar involucrado en algo que me esté ocultando? preguntó Kali, el tono de su voz se volvía más y más grave.

Sofía guardó un silencio largo, denso. Sabía que Kali confiaba en ella, pero esta era una situación que no podía tomar a la ligera.

– No lo sé, Kali. Pero si sientes que algo no está bien, entonces probablemente no lo esté. No puedes ignorarlo, aunque duela. Si te hace sentir incómoda, tienes que actuar.

Las palabras de Sofía retumbaron en la mente de Kali, actuar. ¿Cómo podría enfrentarse a Alejandro después de todo lo que habían construido juntos? ¿Y si todo lo que estaba pasando era solo una paranoia suya?

Kali terminó la conversación con Sofía, el nudo en su estómago no desaparecía. Todo lo que había empezado a sospechar estaba tomando forma, pero aún no lo podía creer completamente. La idea de que Alejandro estuviera involucrado en algo tan oscuro la desbordaba. Sabía que debía actuar, pero ¿cómo hacerlo sin perder lo que tenía con él? ¿Cómo podría confiar en él después de todo?

Se levantó y fue hasta su escritorio, el sonido del teclado resonó en la sala, mientras esperaba el correo que Héctor había prometido enviarle con los documentos. Héctor, con quien había tenido varias transacciones de negocio en el pasado, sabía de su lucha interna y había prometido ayudarla. Tras unos minutos, el sonido del recibo de un nuevo correo llenó la habitación. El mensaje de Héctor estaba allí, con el asunto que le hizo sentir un escalofrío: "Documentos sobre la vitamina".

Abrió el correo, y aunque no estaba preparada para lo que estaba a punto de leer, no podía dar marcha atrás. El archivo adjunto era un conjunto de documentos médicos en los cuales se detallaba el tratamiento experimental. La vitamina, la "inyección", no era una vitamina común ni un suplemento para mejorar su salud o energía como le habían dicho. Al leer detenidamente, el horror comenzó a instalarse en su pecho.

El tratamiento no solo funcionaba como anticonceptivo, sino que también era parte de un experimento sin suficientes pruebas previas. Un procedimiento que afectaba el sistema reproductor femenino, deteriorándolo con el paso del tiempo. No solo le impedía tener hijos, sino que, según los informes, podría ocasionar daños irreversibles en su fertilidad. Y lo peor de todo, la inyección se le había administrado sin su conocimiento o consentimiento. Estaba siendo parte de un experimento que ni siquiera sabía que existía.

Sus manos comenzaron a temblar, el pánico se apoderó de ella mientras leía la letra pequeña del documento, donde se especificaba que el tratamiento era aún más riesgoso para mujeres jóvenes. El daño que podía causar era irreversible, y a medida que pasaban los meses, la posibilidad de recuperarse de los efectos disminuía considerablemente.

Kali se desplomó en su silla, sintiendo que el aire se le escapaba de los pulmones. Su corazón latía rápido, pero su mente estaba en shock. Y entonces, las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. No podía detenerlas. Se cubrió el rostro con las manos, y entre sollozos, murmuró:

– ¿Por qué? ¿Por qué me hizo esto?

La idea de que su propio esposo la había metido en algo tan oscuro y peligroso la desgarraba por dentro. Siempre había soñado con formar una familia con Alejandro, tener hijos, criarlos juntos. Ese era uno de los pilares de su vida. La idea de ser madre alguna vez le había dado fuerza en los momentos más oscuros de su vida. Pero ahora, esa posibilidad se desvanecía, y lo peor de todo era que Alejandro había sido el responsable.

No solo le habían mentido, sino que él había permitido que su cuerpo fuera utilizado como objeto de un experimento cruel y doloroso. Kali sentía como si el suelo bajo ella estuviera cediendo, dejándola caer en un abismo de traición.

Se levantó rápidamente y caminó hasta la ventana. El aire fresco de la ciudad golpeó su rostro, pero no logró despejar su mente. "¿Por qué? ¿Por qué me hizo esto?" pensó, sin encontrar respuestas. La imagen de Alejandro, su esposo, su compañero, se desvanecía en su mente. Todo lo que había creído que conocía sobre él se estaba desmoronando ante sus ojos.

Sabía que no podía quedarse en la incertidumbre por más tiempo. Debía confrontarlo, pero algo en su interior le decía que no estaba preparada para lo que iba a descubrir.

En ese momento, el teléfono sonó, y la voz de Sofía apareció nuevamente en su mente, pero esta vez algo había cambiado en Kali. La conversación con Sofía había sido solo el primer paso, pero ahora debía actuar.

– Voy a confrontarlo. dijo Kali en voz baja, casi sin aliento.

El teléfono permaneció en silencio durante unos segundos, antes de que Sofía respondiera, entendiendo la gravedad de lo que acababa de descubrir.

– Kali, sé que esto te duele, pero tienes que ser fuerte. Ya no puedes confiar en lo que te ha dicho. Debes enfrentarlo, ahora más que nunca.

Kali respiró hondo, ya no podía seguir ignorando lo que sabía. El futuro que había soñado con Alejandro se estaba desmoronando, y la única forma de sanar era descubrir la verdad, no solo para ella, sino también para él.

La tarde se desvaneció en la noche, y con ella,el miedo de Kali comenzó a disiparse. Lo que quedaba por delante no iba a serfácil, pero no iba a detenerse hasta encontrar la verdad, sin importar el costo.

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