La ceremonia concluye y los recién casados juntos con los invitados se dirigen al otro espacio del patio, comienzan a recibir felicitaciones por su unión.—¡Hey Leandro, amigo! ¡Felicidades! —Marcos lo abraza muy contento.—Gracias —responde Leandro sin gusto.—No te escucho muy animado. —Se separan del abrazo.—¿Y tú qué crees? —Suelta un suspiro.—¿Aún sigues pensando en aquella chica? ¡Olvídate de ella, estás casado ahora! —intenta animarlo.—No puedo olvidarme de ella ahora y menos cuando ha asistido a mi boda con mi socio Enrique Fuenmayor —expresa desagrado.—Espera… ¿Qué?Leandro le hace una seña para mire a su lado del otro extremo de la pista de baile encontrando a Enrique sentado en su mesa asignada junto con Alba.—Oh claro, estuve sentado junto a ella en la ceremonia, Enrique tiene buenos gustos. —Leandro lo mira mal—. Y tú también, solo que optaste por no seguir tu corazón también.Leandro bufa y cuando ve pasar a un mesero, sujeta una copa para beber de ella buscando la
Alba está petrificada ante aquella petición por lo que ni sabe que responder, Enrique al notar que ella está avergonzada frente a todas aquellas personas, se incorpora y sin que ella module ni una palabra, le coloca el anillo y estampa un beso escueto en los labios.Después de forma discreta le susurra al oído “sígueme la corriente, por favor”.Quien tampoco puede creer que eso esté pasando es Leandro. A su mente llegan todas las interrogantes posibles ¿Alba lo había estado engañando? ¿Entre ella y Enrique habían ocurrido cosas durante el viaje? ¿Lo hacía por venganza al ver que él se casó con Ester? De forma irónica y con absoluto sarcasmo, comienza a aplaudir de forma pesada, el resto de los invitados se suman al aplauso. Y para no perder su protagonismo, nuevamente Ester toma el micrófono y anuncia que es hora de irse a su Luna de miel.—Queridos invitados, es un placer anunciarles que ha llegado el momento más maravilloso de todas las bodas y es, el momento de que Lean y yo, nos
—Sólo te pido que te lo pienses y que me des una oportunidad. Creo que juntos podemos hacer muchas cosas y lograr grandes metas.—Está bien, mas no te prometo nada, ¿Vale? —responde ella.—¡Vale! —el coche se detiene frente al edificio, él se gira hacia ella— ¿Podemos almorzar en mi casa mañana? —le pregunta, pero Alba niega con su cabeza dejándolo confundido.— Pensé que te agradaba. —Claro que me agradas, es que mañana debo viajar a Manresa, mi abuela me ha pedido que la lleve de regreso a la villa. —explica los motivos de su negativa. —¿Pero crees que está bien que viajes sola hasta allá? —pregunta él mostrando preocupación e interés.—No tengo muchas alternativas. Con lo testaruda que es mi abuela, es capaz de irse sola sin dudarlo.—Bueno, creo que podría llevarte, eso si me lo permites, claro está.Alba se queda pensativa, esa no era una mala idea, además de ahorrarse el dinero del pasaje, sería más cómodo que ir en tren hasta allá.—Eso realmente sería perfecto. Pero no me gus
—¿Te quedas a almorzar con nosotras? —Alba invita a Enrique a quedarse por más tiempo.—No es necesario, Alba. —Le contesta.—Es lo menos que puedo hacer para agradecerte que nos hayas traído hasta aquí. Voy a preparar una tortilla valenciana que he aprendido de mi abuela y que me sale muy bien.—Entonces, quiero comprobar que tan bien te queda. Mira que soy bastante exigente en lo que se refiere a la comida típica. —dice risueño.—Espero no defraudarte, entonces. —le da un guiño y se dispone a buscar los ingredientes para la tortilla. Mientras Alba se ocupa en preparar el almuerzo, Enrique revisa su móvil algo preocupado. Tenía algunas llamadas perdidas de su antiguo amigo, Lucas. Se nota inquieto, se levanta del pequeño sofá para acercarse a Alba.—¿Necesitas de mi ayuda? Soy todo un chef cortando papas. —bromea y ella sonríe.— Es en serio ¿no me crees? —¡Pues comienza! —le entrega el pelador de verduras. Y se cruza de brazos para observar la habilidad de su invitado. Enrique d
Antes de que Enrique saliese del pueblo, se dirige al hospital que vio cuando entró al pueblo y se adentra frente a este. Hace una pequeña diligencia y sigue su rumbo.Al día siguiente, Alba y Lucía se despiertan temprano para desayunar juntas.—Que raro que Camilo no ha llegado —se extraña Lucía mientras come junto a Alba en la mesa.—De hecho, vino ayer, pero estabas tan cansada que no te desperté.—Bueno, ya pasará hoy por aquí.—Si, sobre todo porque hoy vamos a salir. —dice con timidez.—¡¿De verdad, Albita?! —se impresiona. Y su nieta asiente, Lucía sonríe de oreja a oreja—. Ya te estás pareciendo un poco a mi, claro que me superas, siempre fue con dos hombres, jamás con tres —bromea y se ríe.—Abuela…—Me alegra de que quieras darle otra oportunidad a Camilo, Albita, créeme que no te arrepentirás.—Me arrepentirá solo si llego a casa y estas de necia, abuela.—Sé cuidarme sola Alba, tuve que hacerlo después de que mi Pablo se fue.—Lo sé, pero vienes de una operación abuela, de
Alba hace de jardinera mientras su abuela la guía, esta quería hacerlo desde muy temprano y por suerte Alba se levantó, y ahora la ayuda, claro que permite que de vez en cuando su abuela haga ciertas cosas para que no se sienta mal, sin embargo, quiere consentirla y hacer todo ella por su abuela.—¿Y como te fue en la cita con Camilo? —indaga Lucía.—Fue muy romántico, abuela… la sencillez y paz que necesito.—Te dije que no te arrepentirías.—Es que nos recuerdo, Camilo siempre fue atento conmigo, si vale la pena.“Si Camilo es atento conmigo, no sé porque me gusta como es Leandro. No es que no sea atento, pero al menos Camilo si sabe lo que quiere conmigo y lucha por ello”, piensa Alba.—Las flores que están en el comedor, ¿él te las dio?—Así es.—Pues ve a buscarlas, las chequearé para ver si podemos sembrarlas.—Vale.Alba se incorpora y se dirige a la casa, pero antes de entrar ve que un auto se acerca, la camioneta de Camilo. Esboza una sonrisa cuando lo ve, anoche le estuvo da
—Si, ¿Dime?—Primero que nada, vi tu mensaje cuando me avisaste que llegaste a tu casa, se me pasó responderte y disculpa… también quiero agradecerte por la enfermera que has enviado, creo que regresaré a Madrid por lo pronto.—¿Qué tan pronto?—Hoy mismo.—Ok, permíteme buscarte.—No te preocupes, es que saldré tarde por asuntos que tengo que resolver. Pero es seguro que hoy me regreso, he faltado hoy al trabajo claro está y mañana debo volver.—De acuerdo, ¿Pero me avisas cuando llegues, vale? Deseo verte, bueno, solo si puedes, no quiero ser pesado.—Vale.Alba corta la llamada y deja el teléfono sobre la cama, se pone el anillo y sonríe por como se le ve este, pero vuelve a quitárselo para luego guardarlo. Recibe una notificación en su teléfono y Alba lo sujeta para chequearlo.“Buenos días, señorita Bermúdez, ¿Por qué no ha venido a trabajar hoy?”, mensaje de Leandro.Joder, se me ha pasado decirle, piensa Alba.“Buenos días sr Suárez, estoy en Manresa, estaba dejando a mi abuela
Enrique queda atónito frente aquella inesperada visita. Lo poco que sabía de Alba y su familia, era que sus abuelos se ocuparon de criarla. Aún así, accede a escuchar qué desea esa mujer y qué está haciendo allí.—¡Siéntese por favor! ¿Dígame que se le ofrece? —¡Gracias! —toma asiento, se arregla en el vestido, cruza sus piernas.— Vine a conocer al hombre que pretende casarse con mi hija.—¡Bien! Como debería saber, apenas Alba y yo nos hemos comprometido. Por otra parte, no tengo como comprobar que me esté diciendo la verdad, ya que sólo conozco a su abuela, Lucía.—Justamente, Lucía es mi madre. La dinámica familiar es algo privado y lo que me ha traído hasta acá es precisamente eso. Ver que usted no se esté burlando de mi querida hija. Alba siempre ha sido un poco retraída, la verdad. Y conozco muy bien a los de su clase, buscan a jóvenes para usarlas y luego, dejarlas.—Creo que usted no me conoce para hablarle de esa manera. Mis intenciones con Alba son realmente sinceras, admir