10 MESES DESPUÉS
—Puja una vez más, ya casi estamos —exclamó la doctora dando ánimo—, es un hermoso y sano varón —exclamó tomando al infante en el aire.
Maddison estaba totalmente roja por el esfuerzo y sonrió de dicha al ver a su pequeño milagro, el bebé indignado lloraba y Maddison lloró sintiendo también mitad alegría y mitad desesperación.
—Por favor, permítame cargar a mi hijo —suplicó ella llena de pena.
—Debemos llevarlo a revisión.
—Solo un instante, por favor —insistió y las esposas en las muñecas no le permitieron moverse.
La doctora se conmovió y puso al infante en el pecho de Maddison un instante.
—Hola mi amor, sí eres muy hermoso, te prometo que pronto estaremos juntos —dictaminó Maddison al bebé y le dio un beso en la cabeza antes de que lo arrancaran de ella.
—Ya debo llevármelo.
—Su nombre es Asher —pronunció Maddison llorando inconsolable al ver cómo le quitan a su hijo recién nacido de su lado, dejándola con una profunda pena y pocas esperanzas.
Desde hace meses, Maddison está en una cárcel de máxima seguridad, acusada de complicidad con terroristas.
No había tenido abogado o mucho menos juicio, cada vez que lo exigía le daban una paliza y con cada golpe mataban un poco más su humanidad.
Decepcionada del mundo, pero con más ganas de vivir que nunca enfrenta una culpa injusta.
Maddison solo había podido sobrevivir por amor a su hijo, sabe que lo encontrará algún día que salga de aquí.
No sucumbió ante la depresión postparto, tampoco a las torturas, su mente se protegía con los momentos felices que duraron muy poco tiempo, de no haber tenido un hijo habría pensado que eran producto de su imaginación.
Momentos en una isla desierta caribeña al lado de un prepotente teniente el cual se convirtió en el único hombre que ha amado.
Eso y algo más la mantuvieron atada a la cordura.
Deseos de venganza.
Maddison descubrió que no solo era una esposa de mentira presa en una jaula de oro, encubría sin saber un enorme convenio entre Palermo Shipping y terroristas de Oriente Medio.
Su padre debió haber sido contactado, pero no sabía nada de él, menos de su esposo, no sabía nada de nadie o cuántos días habían pasado desde que llegó, tampoco sabe cuánto tiempo ha pasado desde que tuvo a su hijo.
Su vida se limitaba a un poco de sol de vez en cuando en un patio y un calabozo con ratas como compañía.
— ¡Maddison Palermo! —Gritó una mujer guardía de la cárcel—, levántate, te irás de aquí.
Maddison se levantó del rincón de aquel cuchitril y no lo podía creer.
— ¿Está jugando? Inquirió dudosa, la tortura tenía muchos matices y la esperanza era la peor.
— ¿Acaso te quieres quedar? Lárgate de aquí, te están esperando.
El sol le hizo daño a sus retinas, se sintió mareada estando en libertad, no podía creer cuando abrieron una puerta de seguridad y más allá estaba Daniel, su buen y mejor amigo que corrió hacia ella y la cargó haciéndola dar vueltas en sus brazos.
Maddison lloraba de alegría y nostalgia.
—Daniel, ¿cómo lo lograste?
—Te lo dije, yo te cubro —enfatizó Daniel llorando con ella y volviendo a abrazarla.
—Ay Daniel me han pasado tantas cosas.
—Tranquila Maddy, te presento a Rowina Matthew, ella es tu abogada.
Maddison le dio la mano.
—Muchas gracias —pronunció emocionada.
—Encantada de conocerla, bienvenida de nuevo a la vida —decretó la joven morena con una sonrisa.
Poco después conversaban los tres en una habitación de motel.
—Para mañana regresamos a la realidad de su vida señora Hamilton.
—No me llame así por favor, ser la señora Hamilton arruinó mi vida.
—Pero ya eres libre Maddy, puedes iniciar una nueva vida, ya la pesadilla terminó —le propuso Daniel emocionado.
Maddison sonrió, pero negó con la cabeza.
—Yo tuve un hijo —informó Maddison y Daniel puso la mano en su boca completamente anonadado—. Necesito encontrarlo, me lo quitaron y no me informaron que sería de él; dedicaré mi vida a encontrarlo.
—Amiga, cuanto has pasado.
—No te preocupes Daniel, mi hijo fue fruto del amor.
— ¿Pero cómo es posible? ¿De quién te enamoraste?
—Del teniente que me rescató, con él pasé los momentos más felices que tuve en mi vida en una precaria isla desierta a él también lo llevaron detenido otros militares.
—Dios mío es increíble el abuso de poder de la anterior administración de estado —se quejó la abogada—, Maddison, ¿cómo se llama es teniente? Tengo un amigo que es abogado militar, si le hicieron corte marcial podrá averiguarlo.
Maddison negó con la cabeza.
—Solo sé que es el teniente Lobo —masculló Maddison—. Yo tampoco le di mi identidad.
— ¿Por qué? —preguntó Daniel que seguía llorando por el sufrimiento de su amiga.
—Por cobarde —declaró Maddison—. Él pensaba que los dueños de Palermo Shipping éramos corruptos y no quería que… bueno…
—Qué te juzgara —completó Daniel.
— ¿Cómo podría defenderme? Ni yo misma entiendo nada. Mi firma estaba en cada envío de mercancía, mi culpabilidad era obvia, creí que no me creería, y yo me enamoré de él, temí a su rechazo.
La abogada suspiró.
—Bueno, un paso a la vez, averiguaremos qué pasó con su hijo, debe estar en el sistema y mientras tanto mi amigo militar averiguará por ese teniente, no se preocupe, los encontraremos.
Como la abogada prometió pronto tuvo noticias, el pequeño de Maddison era el único nacido en aquella cárcel en ese tiempo, solo necesitaban pruebas de ADN para determinar que conseguían al niño correcto, Maddison estaba emocionada y a la expectativa, no solo su hijo regresaría a ella, también podría conseguir al teniente Lobo, el abogado militar con el amparo de encontrar a los progenitores del menor exigió los datos del teniente.
La abogada llegó con el abogado militar y una representante de servicios infantiles a la casa de Maddison.
Cuando ella vio que la doña se bajaba del vehículo con un bebé en brazos lloró de alegría y corrió a cargarlo, este era su milagro, el fruto del amor de dos personas desesperadas y anhelantes de cariño.
—Maddison el abogado te trae noticias del padre de tu hijo, pudo encontrarlo.
Maddison vio las caras angustiadas de los abogados y un horrible presentimiento de pérdida invadió su pecho empañando su felicidad.
—Pero ¿por qué me lo dices con esa cara? Si no vino con ustedes es que es algo malo. Por favor, no me digan que está muerto.
TRES MESES DESPUÉS
A la puerta de la mansión Hamilton Palermo llegó un hombre, entró mirando a su alrededor de forma autoritaria con la barbilla en alto y las manos en la espalda.
—Informe a la señora Maddison Hamilton que necesito verla.
—Señor, la señora no está —declaró Paquita celosa de su buena señora—. Ella está trabajando, no puede quedarse, haga una cita con ella para que pueda regresar.
El hombre la miró sin cambiar su expresión.
— ¿Acaso el señor de la casa necesita del permiso de la esposa para quedarse en su casa?
La anciana abrió los ojos como platos.
—Pero usted, ¿Usted es?
—Soy Logan Hamilton, el dueño y señor de esta casa.
La mujer arrugó su delantal con las manos y no sabía qué hacer.
El llanto de un infante llenó la estancia.
Logan arrugó las cejas.
—Perdón señor, el bebé me necesita.
— ¿Acaso también tiene al padre de esa criatura metido en la casa?
Paquita no dijo ni una palabra y prefirió correr lejos de ese hombre que es su patrón.
Maddison llegó a la casa, cansada, lo primero que hizo fue deshacerse de los zapatos de tacón.
— ¡Paquita!
La anciana corrió hacia ella.
—Señora, el señor de la casa la está esperando.
—Logan Hamilton está aquí —Maddison negó con la cabeza—. De haber sabido que era lo que hacía falta para que me diera la cara lo hubiera hecho antes. ¿Y dónde está?
—Pidió una habitación, dijo que le informaran cuando llegara para hablar con usted en el despacho.
—Pues primero veré a mi hijo.
—Señora, el señor está molesto…
—Que espere, yo esperé muchos años por él, puede esperar unos minutos.
Maddison quería tiempo para calmarse, no sería fácil enfrentar a Logan Hamilton, pero lo esperaba, sabía que con lo que había hecho aparecería.
«Ya no soy una niña» Pensó en burla por su carta.
Logan escuchó la puerta y tuvo que respirar profundo para calmarse.
Él trató de actuar por las buenas, estaba convencido que la avaricia de los Palermo no tenía límite.
—Esa chiquilla embaucadora y tramposa está muy equivocada si cree que va a seguir exprimiendo el apellido Hamilton.
Cuando sus abogados le informaron que Maddison Hamilton Palermo reconocía un hijo fruto de su matrimonio como Asher Hamilton Palermo casi le da un infarto, su novia estaba que trepaba las paredes, muy furiosa le exigía arreglar el asunto de su divorcio; Logan no podía estar más de acuerdo.
Su vida era un completo caos, quería hacer bien las cosas, estaba comprometido y quería cumplir, porque ya tampoco era lo que deseaba.
Su corazón estaba en otra parte perdido, pero su esposa jamás colaboraba, complicaba más su existencia.
Logan no esperó porque Maddison le indicara que podía verlo, caminó por la enorme mansión buscándola.
La vio encorvada sacando un bebé de una cuna, solo su silueta y su trasero en pompa podía ver, se llenó de rabia.
«¿Hasta cuándo tendré que soportar a los Palermo? Son sabandijas de la peor calaña»
—Cómo Palermo Shipping no puede seguir contrabandeando recurres a la treta de tener un hijo Hamilton, son de lo peor tú y tu padre.
Maddison se quedó congelada, su corazón latía a millón, aunque se había preparado para este momento igual estaba muy nerviosa.
Sentía rabia con él y mucha, cuando decidió reconocer a su hijo como un Hamilton lo hizo en un momento de rabia, creyendo que de todos los hombres del mundo era Logan Hamilton el más ruin.
Ahora esperaba no haberlo complicado metiendo el niño.
También sintió tristeza y mucha nostalgia por su voz, como siempre su arrogancia en cada palabra, era él y estaba a punto de verla.
El bebé lloró y Maddison volteó a encarar a su marido con el niño en brazos.
— ¿Pero qué es esto? —Inquirió Logan y dio un paso atrás como si hubiera recibido un golpe—, Hayley ¿Qué haces aquí?
—Hola teniente, ¿quieres conocer a tu hijo?
Logan no podía creer lo que veían sus ojos, ante él estaba la mujer que volteó su vida de cabeza, la chiquilla que le costó el peor castigo de su carrera. —Es que no entiendo nada —Logan miró a su alrededor, no estaba soñando—. Esta es la casa de Maddison Palermo —expresó confundido. —Sí, esa soy yo, tu esposa. —Tú eres Maddison Palermo —entendió Logan por completo y la ira visceral que siente en este momento es tan grande que las palabras se le escapan—. ¿Cómo es posible que exista gente en este mundo tan baja y calculadora? —Espetó Logan con dientes apretados. —Te estás describiendo a ti mismo obviamente —escupió Maddison y el bebé lloró de nuevo inquieto. Paquita entró y cargó al bebé y salió con él de su habitación. Logan vio a la anciana y fijó su mirada en el bebé sin dar crédito a lo que ven sus ojos. — ¡¿Tú planeaste todo esto?! —Enfatizó Logan señalándola con el índice acusador. Maddison chasqueó la lengua. —Estás muy equivocado si crees que
Logan no estaba completamente borracho, pero si estaba bastante mareado, aún estaba débil por el tiempo que estuvo recluido. —Por todos los cielos ¿Te has vuelto loco? Suéltalo. Logan tenía a Daniel inmovilizado con una llave, el rostro de Daniel estaba muy rojo por la falta de aire y de nuevo Paquita se llevaba al niño. —A mí no me verás la cara de idiota —declaró Logan. —Eres un idiota, él es Daniel ¿lo recuerdas? Te hablé de él. —Tu amigo gay, no te creo. —Presénteme a un amigo suyo y se lo demuestro —susurró Daniel con el poco aire que le quedaba. —Suéltalo, imbécil —exigió Maddison y Logan lo soltó. —Clásico, un portentoso hombre se me echa encima y quiere matarme, eso es un nuevo nivel en mi racha de mala suerte en el amor —se quejó Daniel frotando su cuello lastimado. — ¿Qué hace aquí a estas horas? —indagó Logan. —Él vive aquí —le informó Maddison con desenvoltura. — ¡Y dices que no es tu amante! Daniel dio otro grito y se puso detrás de
Logan trataba de poner sus ideas en orden. —Contéstame Logan —exigió Cristina. —Para mí, Maddison Hamilton era un cero a la izquierda, la herramienta de un codicioso, y pude ver qué es tan enferma y retorcida como su padre. Cristina sintió alivio al notar el desprecio de Logan. —Entonces solo debes demostrar que ese niño no es tuyo y podremos casarnos. Logan cambió el peso de un pie al otro. —Cristina; si ese niño es mío… Cristina agrandó los ojos y apretó los puños. —No me digas que… —Sí es mi hijo yo estaré en su vida —decretó Logan interrumpiéndola. —Pero no puedes darle el gusto a esa mujer… —El niño no tiene la culpa de que su madre sea una sinvergüenza manipuladora. — ¿Entonces continuarás casado con ella si ese niño es tuyo? —No procederá el divorcio como lo planee, debemos ir a juicio, pero sin duda nos divorciaremos eventualmente, no se trata de eso —Logan hizo una pausa poniendo sus dedos índice y pulgar en el puente de la naríz—. Si es
Logan estaba muy furioso. — ¿Es que no tienes la más mínima decencia? —espetó Logan ahora en voz baja, pero letal. — ¿Qué es lo que estoy haciendo que sea indecente? —Inquirió Maddison poniéndose de pie. —Mi padre no está en su sano juicio, ¿qué es lo que pretendes? Él no puede firmar ningún documento, ni te servirá para chantaje. —Mire señor, no sé quién demonios es usted, pero está perturbando mi descanso y el de mi hijo —inquirió Charles levantándose y poniéndose frente a Logan, le pasó el bebé a Maddison—. Muchacha, ve a acostar a Logan en su cuna y usted mequetrefe, ¿acaso no tuvo padre que lo enseñara como se trata a una dama?, porque yo se lo puedo enseñar. Maddison se apartó y Logan apretó la mandíbula y cerró los ojos, su padre le dio un empellón y él lo soportó en silencio, los enfermeros tuvieron que meterse en medio. Logan con la cara roja y ojos brillantes por lágrimas contenidas vio a Maddison con odio y ella siente pena porque no se imagina lo que se
Maddison sintió su bilis subir por su garganta, ¿cuántas veces se habían expresado de ella como lo hizo la novia de Logan? Había perdido la cuenta, su madrastra, su hermanastra lo hicieron desde que ella era una niña, minimizándola a la menor oportunidad. «Pero ya no más, no soy la misma Maddison» —La verdad, dependerá de la fecha, estoy muy ocupada en los próximos días. —Necesito hablar contigo, sin que este escuche —bramó Logan viendo a Daniel de mala gana. —Pues yo no hablaré frente a ella —contestó Maddison y caminó hacia dentro de la casa—. Sígueme. —Pase usted mister músculos ¡grrrr! —murmuró Daniel y puso el maletín de trabajo cubriendo su cara cuando Logan le pasó por un lado— Ay santa Lina aleja su mala vibra. Para Logan la actitud de Daniel era puro teatro. Maddison paró al llegar a la sala y Logan la alcanzó, estaban solos. —Ya te dije que no tenía mala intención con tu padre —acotó ella y cruzó los brazos en el pecho. —No me importa lo que pase
Maddison siempre fue una chica de carácter dócil, prefería ceder antes de enfrentarse, igual su comportamiento nunca era cuestionable. Pero ahora ella había cambiado. — ¡Esto es el colmo! —Bramó Maddison—, mira mujercita, mi hijo no es ningún bastardo y si repites algo semejante será lo último que digas. Es más largo de mi casa —exclamó Maddison chasqueando los dedos. —Eres un perra buscona, roba maridos… —Aquí la única buscona eres tú, la roba maridos y la sinvergüenza, porque yo soy la esposa de Logan Hamilton y tú debiste pensarlo antes de hacerte la amante de un hombre casado. —No me hagas reír, él no te ama, eres su peor pesadilla y tus encantos no te servirán porque él me ama a mí y siempre lo ha hecho. Maddison arqueó las cejas y cruzó los brazos con actitud sobrada. — ¿Estás segura de eso? —Es suficiente, vámonos Cristina —exigió Logan y se dirigió a Maddison—, ya sabes lo que te dije, nos vemos en la corte —le dijo a Maddison, pero no pudo verla. M
Maddison sintió mucha rabia con Logan. —Lo que tú me debes no es cuantificable en dinero; lo que tú me debes es tiempo, Logan Hamilton, ahora sabes lo que es estar casado, nos vemos en casa, “querido”. Daniel tuvo que pasar por un lado de Logan para montarse en el vehículo de Maddison. —Ay san Clemente, vuélveme transparente —Daniel cerró la puerta antes de que Logan la pagara con él, lucía con ganas de matar a alguien con sus propias manos. Arrancaron y Maddison iba a alta velocidad, exclamando furiosa. — ¡Libertad!, quiere su libertad, él marcó mi vida y me pide libertad, que se aguante, tres, no mejor cuatro, no que sean diez años, porque pasé en una prisión de oro tres años y más de un año en el infierno y eso no me lo puede pagar con dinero… —Maddy, detén el vehículo —musitó Daniel y Maddison estacionó en un lugar disponible de la calle y lloró con mucha amargura. Daniel la abrazó dándole consuelo. —Solo está desesperado por sacarme de su vida después que
Logan y Vaquero se levantaron cuando vieron llegar a Cristina, detrás de ella venía un apuesto moreno contemporáneo con ellos. —Te tardaste, ¿algún problema? —Indagó Logan viendo a Cristina. —No, nada, todo está perfecto —indicó Cristina muy rápido. Logan iba a insistir, pero prefirió dejarlo pasar. —Noah, tanto tiempo —Logan le ofreció la mano al moreno recién llegado. —Logan, hermano —lo saludó con un abrazo Noah—, que gusto tenerte de vuelta, espero que encuentres todo aquí de tu agrado en la empresa. —Seguro que sí, Noah, sé que contigo dejé mis propiedades en las mejores manos. —Traté de estar a la altura, pregunta a Cristina si tiene queja. Cristina rio de forma exagerada, lucía afanada y con las mejillas sonrojadas. —En el trabajo Noah, claro está —respondió nerviosa. —Por supuesto, de eso hablaba —Noah se echó a reír y miró a Vaquero que los miraba serio sin mostrar ninguna emoción en el rostro—. Mucho gusto, Noah Gibson, para servirle. Noah