Capítulo 23
Lágrimas brillaban en mis ojos mientras dejaba de resistirme.

—Si esto calma su furia, que así sea.

Nos encontrábamos en un torbellino de emociones intensas. Me sentía como un pequeño bote perdido en el océano, desorientada entre el dolor y la confusión, con la vista nublada.

Al final, Antonio se derrumbó exhausto.

De repente, con voz ronca, preguntó:

—María, ¿alguna vez sentiste algo por mí? ¿Aunque fuera un poco?

Las lágrimas brillaban en mis ojos mientras mordía mi labio, pero mantuve silencio.

Antonio se marchó.

Me abracé a mí misma, acurrucada en la oscuridad. Sabía que todo había terminado entre nosotros.

Al día siguiente, me mudé de la casa y encontré un apartamento pequeño para alquilar.

Una vez instalada, escondí un cuchillo entre mi ropa y me infiltré en la mansión de los López.

El matrimonio de Isabella y Antonio era ahora solo una fachada. Ella acababa de someterse a una cirugía y Gabriela la había traído a casa para cuidarla.

Necesitaba obligarla a entregarme las cenizas d
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