Capítulo 22
Cuando nuestros ojos se encontraron, sentí un bloqueo en mi corazón. Sabía que este día llegaría, pero no esperaba que fuera tan pronto. Mordí mi labio y evité su mirada de forma instintiva, fingiendo ignorancia.

Pero Antonio no me dejó escapar. Corrió hacia mí, derribando a la criada que me sujetaba, y agarro mi muñeca para arrastrarme hacia afuera. —No voy a ir, Antonio, suéltame. Quiero recuperar las cenizas de mi hijo— forcejeé, tratando de liberarme de su agarre.

Sin embargo, me arrastró a su coche y me llevó de vuelta al apartamento.

Mi mente estaba llena de mis cenizas de hijo, y mi corazón no encontraba paz. Fue el dolor físico de golpear la pared cuando Antonio me arrojó lo que me trajo de vuelta a la realidad. Levanté la vista y me encontré con su mirada feroz.

Antonio se acercó, apoyando una mano cerca de mi oreja, su rostro frío y amenazador. —Contesta, ¿es verdad lo que Isabella dijo?— preguntó con furia.

Asentí débilmente. —Sí.

—Entonces... ¿todo lo que me has dado es fal
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