Capítulo 33
El silencio reinó al otro lado de la puerta. Un largo y profundo silencio. A través de la rendija, solo se escuchaba una respiración pesada y entrecortada. Aunque no podía ver el rostro de Gabriel, podía sentir su dolor y su conflicto interno. Isabella era su hermana, después de todo. ¿Cómo podría hacerle daño?

—Lo siento, María, eso... no puedo hacerlo —su voz ronca finalmente rompió el silencio, empapada de dolor—. Pero tampoco me rendiré contigo. Al fin y al cabo, los López te hemos hecho daño, pero dedicaré mi vida a compensarte, a tratarte bien.

No queriendo presionarme más, Gabriel se marchó. Me sentí aliviada y, al mismo tiempo, tomé una decisión.

Saqué mi teléfono y llamé a Antonio.

—¿Hola? Cariño, ¿has pensado en lo que te dije?

—Sí —asentí—. Ya lo decidí.

—De verdad, mi amor, cuando todo termine, me casaré contigo...

Interrumpí su tono alegre, pronunciando cada palabra con firmeza:

—No acepto. No iré con Gabriel.

El otro lado de la línea quedó en silencio. Segundos después, A
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