Las palabras de Isabella se cortaron abruptamente. Su rostro estaba hinchado por el golpe y la sangre corría por la comisura de sus labios. Quedó completamente aturdida y, finalmente, se acobardó y se quedó quieta.En contraste, yo permanecí extraordinariamente tranquila, sin decir una palabra, aparentando calma. El hombre calvo no pudo evitar mirarme nuevamente antes de sacar su teléfono, ponerlo en altavoz y llamar a Gabriel.—Gabriel, tengo a María y a Isabella.—Libéralas. ¿Cuánto dinero quieres? Pon un precio y te lo daré —la voz que salió del teléfono era definitivamente la de Gabriel.—¿Acaso me falta dinero? —el calvo se burló, y luego apretó los dientes con furia—. Tú mataste a mi familia, ahora quiero que pruebes el sabor del dolor.—¡Vamos a jugar un juego! De estas dos mujeres, solo puedes elegir una. La que elijas será liberada inmediatamente, y la otra... —miró con excitación la gran jaula— será alimento para los perros.—¡Hermano, hermano, elígeme a mí! ¡Soy tu hermana!
Me mordí el labio con fuerza, usando el dolor físico para contener el nudo en mi garganta.Sí, ¡qué ridículo! Cerré los ojos con fuerza y al abrirlos, mi mirada estaba fría como el hielo.—Antonio —dije sin emoción— acepto tu propuesta.Cuando llamé a Gabriel diciéndole que había escapado, que estaba asustada y quería estar con él, inmediatamente envió un auto a recogerme. Me llevaron a la mansión López. Gabriela estaba de viaje en el extranjero, solo Isabella estaba en casa, pero estaba descansando en su habitación debido al shock, así que no la vi.—¡María! ¡Justo iba a enviar un equipo de rescate! ¡Me alegro tanto de que estés bien! —Gabriel me abrazó fuertemente, y este hombre grande tenía los ojos rojos de emoción.Me quedé rígida, frunciendo el ceño, resistiendo el impulso de empujarlo. Me reí internamente. ¡Ja! Qué buen actor era Gabriel. Seguramente nunca imaginó que el teléfono del calvo estaba en altavoz y escuché todo lo que dijo. De lo contrario, me habría engañado completa
En un descuido, Isabella me agarró del cuello con fuerza.—Suel... suéltame... —las manos de Isabella tenían una fuerza increíble. Aunque le clavé las uñas hasta hacerle sangre, no logré que me soltara.No podía respirar y mi rostro palidecía. Una oleada de mareos me invadió incontrolablemente.Con gran esfuerzo, intenté pedir ayuda:—¡Ayu... ayuda! ¡Socorro!Isabella, sin miedo alguno y con expresión enloquecida, dijo:—María, aunque te desgarres la garganta gritando, nadie vendrá a salvarte. Mandé lejos a todos los sirvientes.—No gastes energía, ¡acepta tu muerte tranquilamente!Me invadió la desesperación porque sabía que Isabella decía la verdad. Pero... no podía resignarme a morir así.Apretando los dientes, reuní todas mis fuerzas y pisé con violencia el pie de Isabella.—¡AHHH! —el dolor hizo que aflojara su agarre.Aprovechando la oportunidad, la empujé y salí corriendo.Isabella me persiguió hasta la azotea. Ya no había escape. Me quedé tambaleando al borde, pálida, viendo có
—Señor López, por favor, perdóneme —seguía suplicando el calvo.Gabriel se levantó con el rostro frío, mirándolo como si ya estuviera muerto:—Te metiste con ella, mereces morir.—No quiero volver a verlo —ordenó a sus subordinados.—Sí, señor.El subordinado agregó:—Antonio se pasó de la raya. ¿Deberíamos decírselo a la señorita Blanco?Gabriel dudó un momento y negó con la cabeza:—No. Esta suciedad no merece llegar a sus oídos. Ella me tiene a mí para el resto de su vida, la protegeré completamente y no dejaré que sufra ningún daño más.Salí corriendo tambaleante. No pude contenerme más y me acurruqué abrazándome, llorando desconsoladamente.Vaya con Antonio, que tanto hablaba de casarse conmigo. ¡Qué ciega estuve! ¡Ni siquiera pude distinguir entre una persona y un perro!Y Gabriel...—Tonta, eres una tonta... —después de llorar un rato, sonreí.Mi corazón se sentía cálido. Resultaba que yo, María, también le importaba a alguien.Me levanté lentamente, me sequé las lágrimas y mi m
No tenía muchas cosas, solo una maleta después de empacar lo básico. Gabriel llevaba la maleta en una mano y sostenía la mía con la otra mientras caminábamos hacia afuera. Caminando hombro con hombro, nos sonreímos mutuamente. Después de esta noche, cuando estuviéramos al otro lado del océano, podríamos comenzar una nueva vida. ¡Qué maravilloso!Pensando en esto, mi sonrisa se hacía cada vez más amplia. Pero antes de que pudiera florecer por completo, fue interrumpida por una explosión ensordecedora.Me estremecí del susto. Gabriel se puso serio y me atrajo rápidamente hacia su pecho, protegiéndome con cuidado.La puerta de la mansión había sido volada. Entre el polvo y el humo, Antonio, vestido con un traje negro de alta costura, entró lentamente seguido por un grupo de asesinos.Su mirada se posó en nuestras manos entrelazadas y sus ojos se entrecerraron peligrosamente, emanando una intensa sed de sangre.—María, ven aquí —ordenó entre dientes.—No iré —lo rechacé directamente—. Anto
Antes de desmayarme, creo que vi a Antonio corriendo hacia mí, alzándome en brazos mientras gritaba asustado:—¡María! ¡María!Me pareció gracioso que alguien tan frío y despiadado como él pudiera sentir miedo.Caí enferma, viviendo en una neblina confusa. Aun así, Antonio me mantuvo encerrada, temiendo que escapara.Tres días después, mientras dormitaba, alguien me sacudió bruscamente. Era Carmen.—Zorra, ¿crees que puedes seducir a mi hijo? —me miró con desprecio—. Ya me encargué de la original, y tú solo eres un reemplazo. No te conoces tu lugar.¿La original? ¿El amor platónico de Antonio?—¿Tú planeaste el accidente de auto de esa mujer? —pregunté con voz quebrada.—Así es —Carmen ni se molestó en ocultarlo, sonriendo fríamente—. ¿Tienes miedo? María, si quieres vivir, aléjate.Pero apenas la escuchaba, mi corazón se hundió en la tristeza. Todo había sido culpa de esta vieja. Antonio culpó a Gabriel por la muerte de su amor, pero Gabriel era inocente. ¡Los López eran completamente
En una clínica clandestina, mi niño de seis años temblaba, llamándome desesperadamente y, con lágrimas en los ojos, les suplicaba que lo dejaran ir, que su mami lo esperaba en casa. Pero esas personas crueles, lo pusieron en la mesa de operaciones sin siquiera usar anestesia.Destrozada por el dolor, sostuve mi teléfono viendo el video que un desconocido me envió.Soy huérfana y madre soltera. A los dieciocho años, trabajaba en un club exclusivo. En una sala VIP, un cliente se aprovechó de mí. No pude ver su rostro. Ocho meses después, nació mi hijo.Él solía abrazarme fuerte y decirme con su dulce voz: Mami, no temas. Cuando yo crezca, te protegeré.Mi hijo era todo mi mundo.Detesto a Isabella, y para lograr mi objetivo, me enfoqué en Antonio, su esposo. Isabella estaba perdidamente enamorada de él, pero Antonio amaba a otra persona. A pesar de eso, aparentaban ser una pareja perfecta.Por eso, sin importar cuánto se esforzara Isabella, nunca tuvo una verdadera oportunidad.Pero un d
Entré en pánico y, aunque también estaba empapada, insistí en apartar la mano de Antonio. —Señor Morales, su esposa viene... su mano... —susurré alarmada.Este, recordó entonces que me tenía agarrada una teta, así que retiró su mano de inmediato. —Lo siento, la confundí con otra persona, ¡mejor váyase, señorita Blanco!¡¿Este quiere que me vaya? ¿Qué salga frente a ella? ¡Ni loca! Me invadió el pánico. Le agarré la mano y angustiada le dije:—Señor Morales, su esposa no debe verme salir de aquí ahora, no quiere a ninguna mujer cerca de usted, si salgo así, malinterpretará todo. ¡No quiero morir! Antonio, se puso nervioso, la palabra morir pareció haberle traído dolorosos recuerdos. Miró a su alrededor buscando un escondite para mi agraciado cuerpito, pero un “Click” sonó y la puerta se abrió.Era Isabella, quien al enterarse que Antonio estaba ebrio pensó que tendría una oportunidad, así que se había arreglado especialmente para la ocasión. Recién bañada, con su cabello ondulad