Capítulo 44

ROBERTO

Cuando la vi, mi corazón se detuvo. Melia estaba en el suelo, encogida sobre sí misma, con los ojos cerrados y su rostro pálido como la luna. Su respiración era irregular, como si estuviera luchando por mantenerse a flote en un océano invisible.

El tiempo pareció congelarse.

—¡Melia! —grité, pero no hubo respuesta.

Me arrodillé a su lado, con las manos temblorosas, sin saber qué hacer. Por un momento, el miedo me paralizó. Su cuerpo temblaba ligeramente, como si estuviera atrapada en una pesadilla de la que no podía escapar.

‘¿Qué le está pasando?’.

‘A esto se refería Seik cuando me dijo que su hermana no estaba bien de salud desde lo que le pasó hace cuatro años’.

Un torrente de pensamientos invadió mi mente. ¿Estaba sufriendo? ¿Estaba muriendo? El miedo se apoderó de mí con una intensidad que no recordaba haber sentido antes.

‘No. No voy a dejar que te pase nada’.

—Melia… —murmuré, mi voz quebrándose mientras colocaba una mano en su frente.

Melis estaba fría, demasiado fría
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