SEIK Las hembras veteranas se acercaron a mí y, en un susurro, me informaron que mi compañera me esperaba en el dormitorio. El rugido del banquete seguía resonando a mis espaldas mientras cruzaba el largo pasillo hacia el dormitorio. Las risas, los cánticos, el chocar de las copas... todo parecía tan distante, como si estuviera escuchando desde el otro lado de un abismo. Era extraño. Nunca antes había sentido esta tensión recorriendo mi cuerpo. ‘¿Por qué estoy nervioso?’. Era una pregunta absurda. Soy Seik, el comandante de la manada de Sombra Nocturna, un guerrero que ha enfrentado batallas donde la muerte estaba siempre al acecho. He derramado sangre, he tomado decisiones difíciles sin dudar, he liderado a hombres bajo las peores circunstancias. Pero ahora, mientras mis pasos resonaban en la piedra del pasillo, mis manos estaban ligeramente húmedas, y mi respiración, aunque estable, se sentía pesada. El eco de mis zapatos contra el suelo parecía amplificar cada pensamiento en
SEIK¿Ella no se daba cuenta de que acercarse de esa manera a un macho, que claramente está luchando contra su deseo de tenerla, era algo peligroso?Mi naturaleza quería reaccionar, pero debía contenerme. Ella se escurrió del reposabrazos sin que pudiera evitarlo. Soltó un gritito y fue entonces cuando sentí su cuerpo cerniéndose sobre mí. El espacio entre nosotros se redujo de inmediato, la tensión era casi palpable.—¿Qué haces? —pregunté en voz baja, casi como un gruñido, mientras el aire se volvía denso y caliente a mi alrededor.—Perdón…yo…Ella levantó la mirada y, por un instante, nuestras miradas se encontraron. Un pensamiento cruzó mi mente, oscuro y primitivo: ‘quiero someterla’.Un deseo feroz se apoderó de mi mente nublando todo mi juicio. Me lancé hacia ella sin pensarlo, mi cuerpo movido por algo más salvaje que yo. La tomé de la cintura con fuerza, atrayéndola hacia mí con un movimiento brusco y posesivo.Mi boca encontró la suya con una urgencia salvaje, exigiéndola
ARIA Me quedé sola en la habitación mientras un pesado silencio me envolvía. Una punzada inesperada atravesó mi pecho al verlo marcharse. ‘¿Qué es este sentimiento?’ ‘¿Por qué me siento así?’ ‘¿Estoy… decepcionada porque se fue?’. Bueno, siendo honesta…fue raro. Me besó como si quisiera devorarme, me dejó con las piernas temblando, y luego… ¡puf! Se fue... como el helado que se te cae al suelo antes del primer mordisco. ‘¿Qué clase de maniobra ninja fue esa?’ ‘El comandante incendia todo y luego me deja sola apagando el fuego’. ¿Quién iba a decir que ese hombre lobo, siempre tan rígido y frío como un iceberg, sería capaz de algo tan... salvaje? Mi mente quedó en blanco por unos segundos. Bajé la mirada al suelo, todavía mojado por el vaso que se había caído. 'No era lo único mojado’. Suspiré. ‘¿Y qué esperaba realmente?’ ‘¿Que se quedara y pasáramos la noche juntos?’ ‘¿Que despertáramos al día siguiente, compartiendo un desayuno como si fuéramos la pareja perfecta
ARIA El comandante se fue a entrenar con los guerreros veteranos y el nuestro continuó con la misma intensidad durante un rato más hasta que, finalmente, Roberto se colocó en el centro del campo y alzó la voz. —¡Atención, novatos! —exclamó, con un tono que exigía silencio inmediato—. Vamos a dividirnos en parejas para una prueba de combate dos contra dos. El murmullo que siguió fue breve, apenas un par de suspiros agotados antes de que continuara: —Las parejas serán asignadas al azar. Sin quejas, sin objeciones. Esto es para prepararlos para cualquier situación en el campo de batalla. No siempre podrán elegir a sus aliados. Vi cómo algunos se tensaban ante la idea, pero nadie osó protestar. Roberto empezó a sacar nombres de un pequeño recipiente. El primer nombre que salió fue el mío. —Aria… con Terry. Contra Thalos y Olai. Busqué a Terry con la mirada. Era un tipo alto y fornido, y me lanzó una sonrisa cuando escuchó su nombre. —Vaya, parece que hoy estamos destinados a sufrir
SEIK Esta noche la luna brillaba más que nunca y la niebla se levantaba lentamente entre los árboles, dando al bosque un aire misterioso y etéreo. Avancé con cautela y agudicé mis sentidos. El ciervo pastaba tranquilamente, ajeno a mi presencia, arrancando bocados de hierba que crecían enredados alrededor de un árbol cercano. Me agazapé entre las sombras, asegurándome de que ni mi olor ni el más mínimo movimiento alertaran su instinto de supervivencia. La espera fue breve pero tensa, mi respiración se entrecortaba y el sudor humedecía el pelo de detrás de mis orejas Cuando estuvo en el ángulo perfecto, me lancé con precisión. Mis patas delanteras impactaron con fuerza contra su costado, derribándolo antes de que pudiera reaccionar. Ya en el suelo, sin darle oportunidad de luchar, hundí mis colmillos directamente en su yugular. El golpe fue limpio y rápido, el sabor metálico de la sangre me confirmó que mi presa había dejado de respirar. Estaba apenas comenzando a devorar
ARIAEstábamos entrenando en la arena, pero mi mente estaba en otro lugar, atrapada en los recuerdos de aquella noche. Una noche que cambió algo dentro de mí. Fue especial. O al menos, así lo sentí yo.Nunca pensé que compartiría una carrera por el bosque con el comandante. Estaba acostumbrada a correr sola… bueno, a veces con Marcus. Pero aquella vez fue diferente. Mientras mi lobo se movía entre los árboles, sentí algo que nunca antes había experimentado: una conexión pura con la naturaleza, como si el bosque y yo respiráramos al unísono. Por primera vez entendí lo que los cambiaformas decían sobre sentirse parte del entorno, como si el viento, el suelo y los árboles fueran una extensión de nosotros mismos.La sensación era embriagadora, casi mágica. Pero en el fondo, ese momento me recordó algo más: la soledad que había cargado toda mi vida. Mi familia siempre salía a correr, lo sabía bien. Los veía prepararse, reírse entre ellos antes de desaparecer en el horizonte. Yo, en cambio,
NARRADOR La mansión del Clan Kalo estaba envuelta en un silencio ominoso. La noche reinaba con una quietud casi solemne, quebrada únicamente por el suave zumbido del viento colándose por las grietas de las ventanas. Las lámparas de aceite iluminaban los corredores con una luz tenue, proyectando sombras largas y fantasmales sobre las paredes de piedra. En el salón principal, Benjamin, el líder del clan, permanecía sentado en el trono de madera tallada, con una postura que irradiaba autoridad. Sus ojos escarlata escudriñaban la sala mientras el resto de los vampiros discutía estrategias para proteger el territorio. De repente, un golpe seco resonó en la puerta principal, seguido de un chirrido cuando esta se abrió sin permiso. El viento nocturno entró en la mansión, trayendo consigo un aroma antiguo y pesado, como si la misma historia hubiera decidido hacer su entrada. Todas las conversaciones se detuvieron de inmediato. Las cabezas giraron hacia el intruso, y una tensión palpable l
ARIALlegué a la entrada principal justo a tiempo. Ya estaban allí esperandome: Melia, Terry y un grupo de novatos, entre ellos Thalos, que murmuraban unos con otros, claramente nerviosos. Al verme, sus voces se apagaron y, aunque algunos intentaron disimularlo, no me perdí las miradas de desconfianza y las sonrisas tensas.—¡Vaya! ¡Pensé que no vendrías! —exclamó Terry con una sonrisa burlona, dándome una palmada en la espalda.—Tú me arrastraste a esto —respondí, intentando que mi tono sonara despreocupado, aunque por dentro estaba de lo más incómoda.Melia, como siempre, parecía completamente ajena al ambiente tenso.—Bueno, ¿vamos o no? —dijo, comenzando a caminar como si no notara nada.El grupo se puso en marcha hacia el bar. Durante el camino, mantuve cierta distancia. No quería forzar mi presencia entre los novatos, que seguían hablando en voz baja entre ellos. Al llegar al bar, la atmósfera cambió un poco. El lugar estaba lleno de energía: música, risas y el aroma a cerveza y