Aria te comprendo, una no es de piedra. xD Gracias a todos por seguir la novela.
ARIA El comandante se fue a entrenar con los guerreros veteranos y el nuestro continuó con la misma intensidad durante un rato más hasta que, finalmente, Roberto se colocó en el centro del campo y alzó la voz. —¡Atención, novatos! —exclamó, con un tono que exigía silencio inmediato—. Vamos a dividirnos en parejas para una prueba de combate dos contra dos. El murmullo que siguió fue breve, apenas un par de suspiros agotados antes de que continuara: —Las parejas serán asignadas al azar. Sin quejas, sin objeciones. Esto es para prepararlos para cualquier situación en el campo de batalla. No siempre podrán elegir a sus aliados. Vi cómo algunos se tensaban ante la idea, pero nadie osó protestar. Roberto empezó a sacar nombres de un pequeño recipiente. El primer nombre que salió fue el mío. —Aria… con Terry. Contra Thalos y Olai. Busqué a Terry con la mirada. Era un tipo alto y fornido, y me lanzó una sonrisa cuando escuchó su nombre. —Vaya, parece que hoy estamos destinados a sufrir
SEIK Esta noche la luna brillaba más que nunca y la niebla se levantaba lentamente entre los árboles, dando al bosque un aire misterioso y etéreo. Avancé con cautela y agudicé mis sentidos. El ciervo pastaba tranquilamente, ajeno a mi presencia, arrancando bocados de hierba que crecían enredados alrededor de un árbol cercano. Me agazapé entre las sombras, asegurándome de que ni mi olor ni el más mínimo movimiento alertaran su instinto de supervivencia. La espera fue breve pero tensa, mi respiración se entrecortaba y el sudor humedecía el pelo de detrás de mis orejas Cuando estuvo en el ángulo perfecto, me lancé con precisión. Mis patas delanteras impactaron con fuerza contra su costado, derribándolo antes de que pudiera reaccionar. Ya en el suelo, sin darle oportunidad de luchar, hundí mis colmillos directamente en su yugular. El golpe fue limpio y rápido, el sabor metálico de la sangre me confirmó que mi presa había dejado de respirar. Estaba apenas comenzando a devorar
ARIAEstábamos entrenando en la arena, pero mi mente estaba en otro lugar, atrapada en los recuerdos de aquella noche. Una noche que cambió algo dentro de mí. Fue especial. O al menos, así lo sentí yo.Nunca pensé que compartiría una carrera por el bosque con el comandante. Estaba acostumbrada a correr sola… bueno, a veces con Marcus. Pero aquella vez fue diferente. Mientras mi lobo se movía entre los árboles, sentí algo que nunca antes había experimentado: una conexión pura con la naturaleza, como si el bosque y yo respiráramos al unísono. Por primera vez entendí lo que los cambiaformas decían sobre sentirse parte del entorno, como si el viento, el suelo y los árboles fueran una extensión de nosotros mismos.La sensación era embriagadora, casi mágica. Pero en el fondo, ese momento me recordó algo más: la soledad que había cargado toda mi vida. Mi familia siempre salía a correr, lo sabía bien. Los veía prepararse, reírse entre ellos antes de desaparecer en el horizonte. Yo, en cambio,
NARRADOR La mansión del Clan Kalo estaba envuelta en un silencio ominoso. La noche reinaba con una quietud casi solemne, quebrada únicamente por el suave zumbido del viento colándose por las grietas de las ventanas. Las lámparas de aceite iluminaban los corredores con una luz tenue, proyectando sombras largas y fantasmales sobre las paredes de piedra. En el salón principal, Benjamin, el líder del clan, permanecía sentado en el trono de madera tallada, con una postura que irradiaba autoridad. Sus ojos escarlata escudriñaban la sala mientras el resto de los vampiros discutía estrategias para proteger el territorio. De repente, un golpe seco resonó en la puerta principal, seguido de un chirrido cuando esta se abrió sin permiso. El viento nocturno entró en la mansión, trayendo consigo un aroma antiguo y pesado, como si la misma historia hubiera decidido hacer su entrada. Todas las conversaciones se detuvieron de inmediato. Las cabezas giraron hacia el intruso, y una tensión palpable l
ARIALlegué a la entrada principal justo a tiempo. Ya estaban allí esperandome: Melia, Terry y un grupo de novatos, entre ellos Thalos, que murmuraban unos con otros, claramente nerviosos. Al verme, sus voces se apagaron y, aunque algunos intentaron disimularlo, no me perdí las miradas de desconfianza y las sonrisas tensas.—¡Vaya! ¡Pensé que no vendrías! —exclamó Terry con una sonrisa burlona, dándome una palmada en la espalda.—Tú me arrastraste a esto —respondí, intentando que mi tono sonara despreocupado, aunque por dentro estaba de lo más incómoda.Melia, como siempre, parecía completamente ajena al ambiente tenso.—Bueno, ¿vamos o no? —dijo, comenzando a caminar como si no notara nada.El grupo se puso en marcha hacia el bar. Durante el camino, mantuve cierta distancia. No quería forzar mi presencia entre los novatos, que seguían hablando en voz baja entre ellos. Al llegar al bar, la atmósfera cambió un poco. El lugar estaba lleno de energía: música, risas y el aroma a cerveza y
SEIKDespués de supervisar el entrenamiento con los guerreros, vi a Roberto y Kael en la arena de entrenamiento, conversando con tranquilidad. Me acerqué, intrigado por lo que decían.—Beta… parece que hoy otra vez os habéis ensañado con los novatos —comentó Kael con una sonrisa irónica.—Bueno, es necesario —respondió Roberto, encogiéndose de hombros—. De esta manera vemos de qué están hechos.—He visto los combates…, pero debo decir que Aria y Terry me están sorprendiendo. Hacen un buen equipo —añadió Kael.Fruncí el ceño, interesado.—¿Ganaron? —pregunté, sin poder ocultar mi curiosidad.—Si, ayer tu hembra aprovechó un descuido de Thalos y le atacó el costado —respondió Kael con tono animado—. Aunque él es más grande, ella intentó un mataleón. Al principio le costó, pero encontró la forma de resolverlo. Fue impresionante.'Mi hembra...'—Ella aprende rápido —intervino Roberto con aprobación.Mis labios se curvaron en una sonrisa que intenté disimular. Saber que Aria estaba esforzán
(PRELUDIO) Hace 100 años...El ANTIGUOEl viento mecía suavemente las ramas de los árboles, y las flores blancas que trepaban entre ellas parecían brillar bajo la luz del sol. Lyra estaba absorta en el delicado perfume que emanaban. Sus dedos, finos y gráciles, rozaban los pétalos, mientras que algunas hebras de su pelo de color chocolate se enredaban con algunas hojas y ramas cercanas.Allí, bajo los rayos de sol que se filtraban entre las hojas, daba la impresión de ser una aparición; una criatura que parecía proceder del mundo celestial.—Lyra—dije con una voz profunda y envolvente desde la penumbra.Se giró lentamente. Su piel pálida reflejaba un brillo etéreo, casi irreal, que contrastaba con la profundidad de sus ojos verdes. Su cabello caía en ondas suaves, enmarcando su rostro angelical con una gracia natural. Era alta y esbelta, con un porte majestuoso que añadía un aire de elegancia a su frágil figura.—Has venido… Cornelio —susurró, ruborizándose ligeramente mientras mantení
(PRELUDIO)Hace 100 años.EL ANTIGUOCerré aún más el espacio entre nosotros. Mi boca encontró la de ella con una intensidad que le robó el aliento. Fue un choque de mundos, de calor y frío, de vida y muerte. Ella intentó resistirse, pero el peso de su propio deseo la traicionó. Sus manos, que habían empujado mi pecho en un vano intento de detenerme, acabaron aferrándose a mi camisa, arrugándola entre sus dedos.Aproveché su rendición, dejando que mis manos bajaran con la precisión de quien conoce su objetivo. Mis dedos llegaron a su centro, cálido y húmedo, resbalando con la suavidad que solo el deseo podía otorgar.Lyra jadeó, un sonido bajo y tembloroso que despertó algo primitivo en mí. Dibujé círculos lentos sobre su clítoris, jugando con la tensión de su cuerpo mientras ella susurraba contra mis labios.—Sí… ahí…—murmuró Lyra.Paré de repente, apartando mi rostro apenas un poco para que nuestras miradas se cruzaran. La intensidad en mis ojos no dejó lugar a dudas.—¿Ahí dónde? —le