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Las lágrimas eran amargas, no eran lágrimas de tristeza ni de ira. No puedo creer que Luca me hubiera ocultado que tiene un hijo, un pequeño que no es culpable de nada. No puedo tener una relación con alguien que me esté mintiendo, que dice amarme pero no es capaz de contarme la verdad de su vida.

Después de regresar de Toscana, Luca me trajo hasta al apartamento, traté de simular que no sucedía nada, que estaba cansada y por eso estuve en silencio durante el largo recorrido. Desde ese día no he hablado con él, apagué el móvil para desconectarme del mundo, de lo que sucede al rededor.

Anoche lloré tanto que ni siquiera me di cuenta que de un momento a otro el sueño me había invadido, cayendo el la inconsciencia.

Ya es la mañana y debo ir a trabajar, me levanto desganada. Me dirijo al baño a ducharme. Puedo ver mi reflejo en el espejo, ojos hinchados y nariz enrojecida. Lavo el rostro con agua fría para borrar todo lo que había pasado anoche.

Me vestí y fui a la cocina a desayunar,
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