La vida está llena de muchas sorpresas, metas, desafíos y aventuras, sin embargo, depende de cada uno de nosotros como enfrentarlos. Ya que muchas veces solemos evitarlas o dejar que nos abrume, y aunque mantener un equilibrio entre los dos polos sería lo ideal, lógicamente es mucho más fácil decirlo que hacerlo. Hay momentos en los que parece que nuestras emociones nos bombardean hasta el punto de colapsar. Y hay otros en los que la cosa más pequeña nos puede hacer sentir como en una montaña rusa emocional.Mi trastorno depresivo había mejorado en gran escala, la terapia tuvo un gran efecto desde que tomé la decisión de buscar ayuda psicológica. Aprendí que no debemos quedarnos en la oscuridad, ni dar por perdido que podemos volver a ver la luz que hay a nuestro alrededor, la cual no logramos ver por estar sumergidos en la nube gris de la tristeza.Después de la tormenta viene la calma. Un refrán que todos conocemos, y que tiene un gran significado.Nos anima a ser optimistas apes
El momento tan esperado había llegado, pese a todo, al fin habíamos planeamos la boda. Ya han pasado dos meses desde que nos enteramos que vamos a ser padres y nos llevamos la sorpresa de que no es un bebé sino dos, tendremos gemelos.No puedo describir lo que sentí al escuchar al doctor decirnos que había dos corazoncitos latiendo, quedé en shock. No sabía si reír o llorar de felicidad.Sonrío al recordar, acariciándome el ya abultado vientre. Respiro hondo y me miro otra vez en el espejo, el vestido que traigo me hace ver hermosa. Había estado un mes diseñando mi vestido, y el resultado me encantaba. Un vestido de evasé con espalda efecto tatoo en tul bordado Britt, sobre la falda interior el corte evasé aporta un precioso detalle en capas haciéndolo lucir romántico, además presenta un cuerpo de tupido encaje con hombros y espalda transparentes.En el cabello llevo un diadema de flores, con un velo fijado al peinado recogido. Y de calzado unas sandalias descalzas con pedrería en l
Siete meses despuésCierro los ojos intentando no enloquecer. Respiro profundo dejando salir el aire, repito una y otra vez, para controlarme y calmar mis nervios. Es mi primera vez y lo nervios me dominan, por un lado sé que valdrá la pena porque podré ver al fin a mis bebé. —Del uno al diez, ¿qué tan doloroso es? —pregunta Luciano mientras mastica sus frituras.¡Dios! ¿Cómo puede hacer esa pregunta? El dolor es espantoso, es tan fuerte que no sé cómo rayos describirlo. Lo fulmino con la mirada y gruño al sentir otra contracción.Escucho como Sussan golpea la nuca del zopenco de Luciano para que se calle. Bien merecido que se lo tiene. —¡Auch! —se queja frotándose.—Lo tenías merecido —le dice Luca a su hermano.Grito al sentir otra contracción y aprieto la mano de Sussan y Luciano que se encuentran a mi lado.—Duele mucho —suelto un quejido al sentir las contracciones cada vez más fuertes.—Ya llegamos cariño —luca detiene el auto y baja con prisa. Rodeándolo me tiende su mano p
Cuatro años más tardeEscucho los gritos de los gemelos, otra vez están peleando para ver quién de ellos carga a su hermana. Me dirijo al living antes de que suceda una caída como pasó la otra vez.Jack y Nick están empujándose, mientras Rebecca balbucea levantando sus bracitos para que la saquen de la cuna. Apenas me ve y chilla, unos pequeños hoyuelos se marcan en sus mejillas regordetas.—Aww, ven acá mi amor —digo cargándola.Cuándo nació parecía una muñeca con esas espesas pestañas y su mirada verde, tal como los tenía mamá. Al verla por primera vez, no dudé en llamarla como la mujer que me dió la vida.—Mamá, Jack no quiere que cargue a Rebec —dice el más tranquilo de los gemelos.—¿Qué les he dicho? —pregunto mirándolos a los dos.—Que Rebecca no es un juguete —responden al unísono.—Entonces no se estén peleando para cargarla. Aún están pequeños se
EXTRACierro el grifo, secando mis manos del pañuelo de la cocina. Camino hacia el living y me tumbo en el sofá subiendo las piernas. —Al fin se durmieron los traviesos —comenta Luca sentándose a mi lado.—¿Te hicieron leerles un cuento? —interrogo con una sonrisa burlona.—No uno, sino tres. Dijeron que tú lo hacías —suspira cansado. —Te manipularon cariño, solo les leo un cuento y con eso se duermen —Luca entrecierra los ojos y abre su boca sin poder creer que los gemelos le mintieron.—Esos mocosos —niega con cabeza mientras ríe.Me acurruco en sus brazos que me envuelven brindándome calidez al instante. Enciendo la televisión y nos quedamos viendo una película.—¿Qué te parece si mañana nos vamos de vacaciones? —su pregunta me hace levantar la cabeza hacia él.—Pensé que debías trabajar —digo frunciendo el ceño.—Soy mi propio jefe, cariño —comenta con soberbia.Ruedo los ojos al escucharlo, se ríe al ver mi gesto.—Está bien, señor presumido —lo molesto levantándome del sofá.S
Mamá estacionó en la entrada principal de la escuela, que se encontraba abarrotada de jóvenes por doquier. Solté un bufido de fastidio.Levantarme temprano era una tortura para mi, no entendía porqué no nos dejaban dormir unas horas más y así estar más concentrados en clases. Que por cierto eran muy aburridas, excepto literatura.Los libros eran mi perdición, siempre han sido mi pasatiempo favorito. Perderme en la biblioteca y estar ajena a todo es lo mejor. Bajé del auto y me despedí de mamá, caminé por los pasillos esquivando a los estudiantes que murmuraban sobre la gran fiesta que haría Harper Owens, la capitana del equipo de porristas y por supuesto popular de la preparatoria Townsend Harris High School.No presté la menor atención a lo que estaban diciendo, e ignoré a todos y caminé hasta mi casillero.—Claire dice que llegará un poco tarde y que mañana iremos por unas hamburguesas —habló Matthew, mi mejor amigo, en cuanto cerré el casillero. —¿Te apuntas?—Seguro —dije, guard
Las vacaciones habían hecho que mis piernas se vieran más tonificadas, al igual que mis pechos que lucían más grandes haciendo que la camisa del uniforme me quedara más pequeña de lo normal. La culpa era de mi madre por haber lavado mi uniforme junto con otras prendas y se habían manchado. Por lo que no tuví más opción que colocarme la camisa que tenía de repuesto por si ocurría una emergencia. Lo que no logré notar fue que ya no me quedaba como antes, mis pechos parecía que fueran a reventar los botones de la camisa.Maldije entre dientes al escuchar un silbido que provenía de los chicos del equipo de fútbol. —¡Cuándo has crecido, pequeña Minions! —gritó con burla el idiota de Donovan cuando pasé por su mesa.Las carcajadas de sus amigos y las risitas de las porristas, no tardaron en resonar por todo el lugar.Apreté los puños a los costados, seguí caminando e ignoré su comentario.Fulminé con la mirada al que hacía llamarse mi mejor amigo que apretaba sus labios en una fina línea,
Se dió la vuelta y comenzó a escribir en la pizarra. Sentí como un papelito arrugado cayó sobre mi cuaderno.Recorrí la mirada en busca del gracioso que me lo había lanzado. Observé que todos estaban concentrados anotando los apuntes de la pizarra. Pero sin saber porqué mi mirada se detuvo en Alex, que sonreía hacia mí de manera seductora.Me hizo señas con los labios para que leyera lo que decía el papel. Como sabía que insistiría si no lo hacía, leí el bendito papelito.Podemos hablar.Era todo lo que decía, por lo que lo miré frunciendo el entrecejo. ¿Será que se disculparía por lo que me había dicho en la cafetería?Pregunté internamente.Imposible esperar eso de su parte. Pensé y rodé los ojos.Decidí ignorar el hecho de que Alex no apartó su mirada de mí, en todo lo que quedó del resto de la clase, cosa que hizo que no me dejó concentrar.***Caminé hacia la salida con los brazos enganchados a los de Matt y el de Claire, escuchaba como el castaño le iba contando a mí amiga lo