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Las vacaciones habían hecho que mis piernas se vieran más tonificadas, al igual que mis pechos que lucían más grandes haciendo que la camisa del uniforme me quedara más pequeña de lo normal. La culpa era de mi madre por haber lavado mi uniforme junto con otras prendas y se habían manchado. Por lo que no tuví más opción que colocarme la camisa que tenía de repuesto por si ocurría una emergencia. Lo que no logré notar fue que ya no me quedaba como antes, mis pechos parecía que fueran a reventar los botones de la camisa.

Maldije entre dientes al escuchar un silbido que provenía de los chicos del equipo de fútbol.

—¡Cuándo has crecido, pequeña Minions! —gritó con burla el idiota de Donovan cuando pasé por su mesa.

Las carcajadas de sus amigos y las risitas de las porristas, no tardaron en resonar por todo el lugar.

Apreté los puños a los costados, seguí caminando e ignoré su comentario.

Fulminé con la mirada al que hacía llamarse mi mejor amigo que apretaba sus labios en una fina línea,
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