La mañana estaba siendo desperdiciada por estar aún en la cama. Estaba despierta pero tenía pereza de levantarme, me sucedía de vez en cuando, Dysania, así se llama.Es un síndrome de depresión o el "síndrome de la fatiga crónica". No es una enfermedad del sueño, sino un síntoma de que algo físico, emocional o psicológico, no funciona correctamente en nuestro organismo. Esta incapacidad crónica de despertarse está más relacionado con unos malos hábitos de sueño, estrés personal, ansiedad o depresión.Justo como me sentía en este momento. Pero me obligo a levantarme por más que me cueste, hago un esfuerzo sobrehumano para abandonar la comodidad de la colcha. Arrastrando mis pies y voy al baño a ducharme.Salgo con una toalla envuelta en el cuerpo, me dirijo hacia la valija a buscar la ropa interior.La puerta es abierta sin siquiera tocar. —Sarah ¿has visto mi...—la voz de Sussan se corta al ver que aún no estoy lista. —Date prisa, ya todos están listos —apremia.—Sí, me visto y bajo.
Las lágrimas eran amargas, no eran lágrimas de tristeza ni de ira. No puedo creer que Luca me hubiera ocultado que tiene un hijo, un pequeño que no es culpable de nada. No puedo tener una relación con alguien que me esté mintiendo, que dice amarme pero no es capaz de contarme la verdad de su vida. Después de regresar de Toscana, Luca me trajo hasta al apartamento, traté de simular que no sucedía nada, que estaba cansada y por eso estuve en silencio durante el largo recorrido. Desde ese día no he hablado con él, apagué el móvil para desconectarme del mundo, de lo que sucede al rededor.Anoche lloré tanto que ni siquiera me di cuenta que de un momento a otro el sueño me había invadido, cayendo el la inconsciencia.Ya es la mañana y debo ir a trabajar, me levanto desganada. Me dirijo al baño a ducharme. Puedo ver mi reflejo en el espejo, ojos hinchados y nariz enrojecida. Lavo el rostro con agua fría para borrar todo lo que había pasado anoche. Me vestí y fui a la cocina a desayunar,
Ha pasado una semana desde la perdida de mi bebé, Luca ha estado llamándome y enviando mensaje de texto, todo los he ignorado. No quiero hablar con él, en este momento estoy tan frágil, necesito estar sola. Sussan ha sido de gran apoyo para mí, viene a verme para saber cómo estoy, pero también me ha dado mi espacio. Aún no le he dicho que estaba embarazada, estoy reuniendo las fuerzas para poder contarle.Unos golpes en la puerta interrumpe mis pensamientos, me levanto del sofá para ir a abrir. Giro la perilla de la puerta y encuentro a Luciano y Sussan.—Hola ¿Podemos pasar? —Sussan pregunta alzando una bolsa de tiramisú.—Sí, adelante —digo con una sonrisa de boca cerrada. Ingresan al apartamento, se sientan en el sofá y les ofrezco algo de beber. Niegan diciendo que vienen de comer en algún restaurante cerca. —¿Cómo has estado? —pregunta Luciano con preocupación.—Mal —respondo tajante.Luciano me mira y me analiza, voltea a ver a Sussan y habla de nuevo.—Sé que debe ser difíci
Luego de despedirme de Luciano y Sussan que vinieron a acompañarme al aeropuerto, y pasar por el detector de metales donde dejé mis valijas en la cinta; Le doy mi boleto a un hombre de traje que me permite ingresar al avión. Me tocó el asiento cerca de la pequeña ventanilla. Le temía un poco a las alturas, por lo que me coloco los auriculares en las orejas y reproduzco una canción en mi móvil. Estaba convencida que esto me ayudaría a sanar, perder algo tan valioso como un bebé era difícil de asimilar. Y sé que si me quedaba en Roma sería muy complicado seguir con mi vida así como si nada. La azafata nos dice que el avión ya va a despegar, estoy bastante nerviosa, busco un libro que pertenecía a papá, habla de las estrellas. Lo abro y me pierdo en las letras.***Luego de horas de viaje, al fin aterrizamos sin ningún problema. Tomé un taxi en las ajetreadas calles de Nueva York, los edificios son enormes, recorro el lugar desde la ventanilla del auto. El chófer me indica que ya lle
La alarma de mi móvil suena, la apago para luego levantarme y dirigirme al baño. Me ducho y salgo a vestirme, me coloco una camisa de mezclilla color púrpura, vaqueros oscuros y un abrigo negro. Me calzo con mis Chelsea Boots y salgo de la habitación para desayunar algo.Me preparo unas tostadas y huevos revueltos con tocino. Tomo zumo de naranja y salgo del apartamento. Bajo los escalones de prisa, salgo del edificio y tomo un taxi. Las mañanas en Nueva York no eran tan soñadas como se veía en las películas. El tráfico, el ruido, las calles llenas de transeúntes que caminan apresurados. Observo la gran ciudad que reluce, decido fotografiar lo que veo para enviárselas a Sussan.Logro capturar varias fotos a pesar de que el chófer maneja con prisa.Luego de llegar a un pequeño edificio, bajo del auto y me encamino hacia el interior. —Buen día, tengo una cita de psicoterapia — le menciono a la mujer que se encuentra detrás del escritorio.—Adelante, la doctora Olivia la está esperan
La mañana transcurrió rápida, después de regresar de la terapia fui con Jane al spa donde nos hicieron un relajante masaje, luego nos metimos a un jacuzzi y el sauna. También nos fuimos de compras por las calles de Nueva York, nos volvimos locas y desesperadas por comprar un montón de ropa. Y ahora ya hemos llegado al apartamento con los pies un poco adoloridos, como ni Jane ni yo queremos hacer la cena, pedimos hamburguesas que llegarán en unos minutos.Voy a la habitación para ducharme, me despojo del vestido y dejó caer el chorro de agua caliente en mi piel, relajándome al instante. Luego de ducharme, me dirijo al clóset en busca de una cómoda ropa para colocarme, escojo un overol enterizo de tela de algodón. Me visto y peino mi cabello con los dedos, salgo de la habitación hacia el living, estoy por sentarme cuando escucho unos golpes en la puerta; es el chico de las hamburguesas. Le doy su propina e ingreso nuevamente al living.—¡Jane, las hamburguesas llegaron! —grito informánd
El hospital está en completo silencio, solo se oye las manecillas del reloj que cuelga de la pared blanca. Sentados en las sillas de metal esperando que nos den alguna noticia de Luca, las horas parecen eternas, la desesperación en el rostro de Luciano se puede ver a kilómetros. Tiene escondida la cabeza entre sus manos, erguido hacia delante. Hemos volteado hacia la puerta de madera tantas veces esperando que salga algún doctor que nos diga cómo se encuentra Luca. Bufo impaciente.Escucho como la puerta se abre y un doctor de estatura baja sale de ella. Voltea a vernos —¿Son los familiares del paciente Luca? —pregunta.—Sí doctor, ¿Cómo está él? —responde con rapidez Luciano.Nos levantamos de la sillas y nos acercamos al doctor.— Sufrió un traumatismo cerebral, esto es una leve sacudida fuerte y repentina en su cabeza que modifica temporalmente la manera en que funciona su cerebro. Puede deberse a el golpe severo de su cabeza al impactar contra el parachoque, que hizo que su cere
El tiempo parecía escapar ante mis manos, daba la sensación de que acabábamos de llegar a este fascinante lugar cuando nos marchábamos en dos días. Venecia es un lugar tan especial, que te atrapa desde que pones los pies es esta cálida y maravillosa ciudad. Ya había pasado un mes desde que le dieron de alta a Luca, las terapias ayudaron a recuperarse rápido, aunque tuvo que guardar reposo en casa por una semana. Me quedé con él en sus casa porque no quería que se quedara solo, Sussan y Luciano venían a visitarnos para ayudar con algunas cosas. Regresé a trabajar a la empresa, estaba más ocupada que nunca, no había tiempo ni cabida en mi vida que dedicarme de lleno al trabajo. Pero estaba feliz haciendo lo que tanto me fascina, diseñar. Mi relación con Luca había avanzado a pasos gigantes, a decir que mi ropa ocupaba un espacio en su armario. Dormía los días de semana en su casa para estar junto a él, mi amor por Luca cada vez era más fuerte.—Cariño necesito tu ayuda —escucho grit