Una de las mayores actitudes que odiaba de Alexey y que por lo general socavaban el resto de las buenas que pudiese tener, era precisamente el hecho de que creía que todos caeríamos rendidos a sus pies. Estaba acostumbrado a que le obedecieran sin chistar y yo siempre quería hace mi santa voluntad. Debía apreciarme un poco para no darme un tiro.Tuve que bajar las escaleras de dos en dos hasta llegar a la recepción. Estando ahí respire varias veces, tratando de recuperar el aire que había perdido al bajar tan rápido. Maldita sea, si perdía un pulmón por su culpa lo odiaría para toda la vida. En cuanto sentí que ya no estaba en riesgo de sufrir un paro respiratorio, salí a la calle. Imbécil desesperado.Me cubrí el cuerpo con mis brazos al sentir la corriente de aire fresco. Hacía bastante frío para ser mediodía, pero bueno, era comprensible si consideraba que a penas el invierno nos abandonaba a paso de tortuga. Comenzaba arrepentirme de no traer un abrigo que me protegiese. Tampoco
—¿Comeremos aquí? —pregunté observando el lujoso restaurante frente a mí. —¿No crees que es un poco exagerado para un almuerzo? —cuestioné siguiéndolo de cerca.Alexey me observó como si me hubiese salido una tercera cabeza. Terminó por negar mis palabras, para luego abrir la entrada del lugar y permitirme entrar primero.—No existe tal cosa. —afirmó tomándome de la mano para guiarme hacía adentro.Rodé los ojos divertida, había olvidado que él no asistía a ningún lugar con menos de tres estrellas Michelin en el cartel de bienvenida. Por dentro el restaurante era incluso más impresionante. Aunque estaba casi a reventar de comensales, que disfrutaban riendo.¿Cómo obtendríamos una mesa? Todos habían reservado con previa anticipación.Me quedé pasmada mirando los candelabros de oro que colgaban del techo y escuchando la música tan esplendida que llegaba a mis oídos. Las paredes eran de un tapiz crema con detalles torres y detalles en la parte superior en dorado y blanco. El suelo estaba
—Nunca me había dado cuenta. —afirmó encogiéndose de hombros. ¿Hablaba en serio? ¿Cómo podía no haber notado algo así en todo este tiempo? Debía ser una broma.—No puede ser cierto cuando todos a tu alrededor se comportan de la misma forma en que lo hizo ese mesero. —Una mueca de incredulidad apareció en mi rostro.—Es algo de ellos, no mío. —respondió con indiferencia. —En ese mundo solo soy un empresario, aquí no me conocen como el Boss. —afirmó seriamente. Bueno, ahí tenía un punto importante. Sin embargo, no lograba convencerme del todo con sus palabras.—¡Vamos! Tan solo tu presencia los intimidad. —aseguré mirándolo con incredulidad. —Cada vez que entras a un lugar parece que absorbes todo el aire. —Quería que mi oración sonara a reclamo, pero lamentablemente no fue así, todo lo contrario.—Vaya… ¿Eso te ocurre a ti también? —preguntó en un tono coqueto. Me cruce de brazos, nunca se podía hablar en serio con él. —¿Estás haciéndome una especie de proposición indebida? Porque te r
Al día siguiente, luego de terminar una larga jornada de trabajo, fui directamente al nuevo ático que ocuparía de ahora en adelante. La noche anterior Alexey y yo conversamos hasta tarde, incluso después de terminar la cena, que, por cierto, también estaba deliciosa.Hablamos de Dominika, me contó de su infancia y sobre cómo le iba en el internado al que asistía. Según Alexey, poseía la facilidad de aprender idiomas y hasta ahora hablaba cinco apartes del ruso: inglés, italiano, español, francés y alemán. Además, estaba dispuesta a dominar el japones en algún momento. También era buena con los números, mucho.Era una niña muy despierta e inquieta y el Boss estaba dispuesto a explotar todos sus talentos, Dominika practicaba danza y equitación; además de esgrima y piano. Mi hija dorada sobresalía en todo lo que deseaba y su padre la apoyara para que así fuese. Ya había notado que para Alexey era muy importante que ella pudiese alcanzar lo mejor ello.Lo único que me preocupaba y así se
—¡Cuidado! —grite cuando dejó caer una de las cajas en mi habitación. —Maldita sea, Alexey. —inquirí acercándome hacía el lugar. Aquello contenía un par de cosas frágiles dentro. —Solo espero que no hayas roto nada o tendrás que pagármelos. —gruñí enojada.Abrí las solapas inmediatamente. Sentía la mirada inquisitiva del Boss sobre mí. Solté un suspiro relajado al ver que todo estaba en perfecto estado. Saque las lámparas, junto con los pequeños jarrones y las luces cableadas. Estas últimas ni siquiera recordaba haberlas comprados. Evidentemente fueron una compra totalmente innecesaria.—¿Acaso tienes dieciséis años? —preguntó Alexey detrás de mí. —¿Por qué coleccionas tanta basura empacada? —Lo fulmine con la mirada. Ya era hora que terminase con sus estúpidas preguntas. Esperaba que captase por completo el mensaje.—No recuerdo haber pedido tu opinión con respecto a mis gustos en decoración de interiores. —conteste de forma sarcástica. El Boss bufó, pero termino agachándose a mi lad
—¡Cadera arriba! —grita Mijaíl tomándome del brazo y haciéndome una palanca. —Debes estar atenta a cada uno de mis movimientos. —afirmó rabioso. —Llevamos bastante tiempo en esto como para que lo tengas dominado. —Me recordó empujándome hacía adelante. El movimiento tan repentino hizo que cayera de rodillas en el suelo.No tarde mucho en sentir la sangre escurriendo en mi boca. Tosi un poco e intente volver a levantarme. Mi cuerpo resintió el golpe y no pude contener el quejido que salió.Observe al hombre pelinegro con rabia contenida. Llevábamos más de media hora en este plan. Comenzaba a hartarme de todo esto. Mi yo interno recordaba mi promesa para con mi “familia”, pero, después de todo, era mucho más fácil hacerlas que cumplirlas al pie de la letra. Todo lo hacía por Dominika, pero ahora mismo solo quería dormir.—Esta visto que tendré que informarle al Boss que no podrás volver a ver a tu hija. —Todo mi cuerpo se tensó y vi como una sonrisa de satisfacción aparecía en su rostro
Luego de dar por finalizado mi monologo, Mijaíl se levantó y caminó hacía mí. No lucía para nada impresionado por mis palabras y mucho menos acongojado por el sufrimiento que viví. Me sentí enojada e incluso decepcionada por su falta de interés. Aparte un mechón de mi cabello, convenciéndome de que me daba totalmente igual.—No me inspiras otra cosa que lastima. Por ningún lado veo a la mujer que sobrevivió a todos esas torturas y que logro salir victoriosa. —inquirió encogiéndose de hombros. —Veo a una victima que se revictimiza ella misma. Y eso no es una prueba de fortaleza. Todo lo contrario, regodearte en tu miseria solo te hace ver más débil.Esbozo una sonrisa sarcástica y yo atraje mis rodillas hacía el mentón para esconder mi rostro en ellas. Lo que Mijaíl decía era duro y despiadado, pero dolía más que tuviese razón. Llevaba todo este tiempo dándole más poder a mis verdugos, permitiéndoles hacer daño, aunque estuviesen encerrados en una mazmorra. Sabía que mi actitud era err
—Agarra la Makarov y la Korovin. —ordenó Mijaíl cruzándose de brazos. Asentí e hice lo que me pido, bajo su atenta mirada. Enarcó una ceja a modo de pregunta.—¿Qué? —pregunte sintiéndome repentinamente incomoda por su atención.—Para ser alguien a quién no le gustan las armas, las conoces perfectamente. —dijo acercándose y quitándome la Makarov de la mano. —No quiero volver a ver que te escondes como un ratoncillo asustado. Si quieres defenderte, debes acostumbrarte al sonido de las balas. ¿Estamos? —siseo sopesando la pistola en su palma. Era hermosa.Nunca pensé que creería eso de algo que solo trae violencia, pero realmente tenía un acabado casi majestuoso. La culata era brillante y con un enredado de líneas plateadas. El resto del cuerpo relucía de un color negro brillante. Una vez más la Bratva demostraba porqué eran lo más cercano a la realeza en este mundo. Eso era digno de una reina o rey.—Presta atención porque no voy a repetirlo. —inquirió dejándola caer sobre la mesa. Con