—Agarra la Makarov y la Korovin. —ordenó Mijaíl cruzándose de brazos. Asentí e hice lo que me pido, bajo su atenta mirada. Enarcó una ceja a modo de pregunta.—¿Qué? —pregunte sintiéndome repentinamente incomoda por su atención.—Para ser alguien a quién no le gustan las armas, las conoces perfectamente. —dijo acercándose y quitándome la Makarov de la mano. —No quiero volver a ver que te escondes como un ratoncillo asustado. Si quieres defenderte, debes acostumbrarte al sonido de las balas. ¿Estamos? —siseo sopesando la pistola en su palma. Era hermosa.Nunca pensé que creería eso de algo que solo trae violencia, pero realmente tenía un acabado casi majestuoso. La culata era brillante y con un enredado de líneas plateadas. El resto del cuerpo relucía de un color negro brillante. Una vez más la Bratva demostraba porqué eran lo más cercano a la realeza en este mundo. Eso era digno de una reina o rey.—Presta atención porque no voy a repetirlo. —inquirió dejándola caer sobre la mesa. Con
Por fin, después de trotar al menos hora y media, y cuando el sol ya estaba empezando a calentar, entre de nuevo al ático. No pensé en nada más, ni siquiera en lo mucho que rugía mi estomago solicitando comida, simplemente me deje caer en el primer sofá que se me atravesó. Todo mi cuerpo estaba cubierto de sudor y respiraba ajetreada.Ahora confirmaba que Mijaíl era un psicópata mucho peor que Alexey y ambos eran tal para cual. Agradecía a todos los dioses del Valhalla, que no se encontraba a mi alrededor, probablemente ya se hubiese marchado. Las oraciones murieron en lengua al escuchar que unos pasos se acercaban. No había nadie más, así que debía tratarse de él.Decidí ignorarlo mientras me recuperaba, comenzaba a sentirme mareada por la falta de alimento en mi barriga. Escucharlo hablar solo empeoraría la situación. Mi entrenador no opinaba lo mismo, porque tomó asiento a mi lado sin siquiera pedir permiso. ¿Todos los hombres en esta organización eran tan groseros? Eso parecía, sí
Sin perder el tiempo, me vestí con lo primero que pesque en la habitación, lo que después resulto ser una camisa que utilizaba para hacer ejercicio y los monos del pijama con la que había dormido anoche. Estaba emocionada por verla cuanto antes, definitivamente era toda una sorpresa tenerla aquí. ¿No debería estar en clase a esta hora?Sonrió negando con la cabeza, mientras bajaba las escaleras de dos en dos. ¿A quién le importaba? La verdadera gloria era tenerla aquí en su “casa”. Aparentemente uso demasiada velocidad para llegar al primer piso, tuvo que detenerse a recuperar el aire.—¡Alexey! ¡señorita Dominika! —grité con a penas un hilo de voz.Ambos, padre e hija, se voltearon al mismo tiempo. Sentí un pequeño escalofrió al notar lo similares que eran sus miradas, a pesar de ser de distintos colores. Incluso sus posturas y la forma que tenían para hacer sentir a los demás inferiores eran bastante iguales.—¿Qué hacen aquí? —pregunté esbozando una sonrisa. —No me malinterpreten,
Vi contenta como Dominika se comía el cubito de zanahoria. Cualquiera diría que no era mucho, pero para mí, que no la había visto desde que nació, aquella imagen se convirtió en un recuerdo que atesoraría en lo más profundo de mi mente. Le sonreí.Levantó la cabeza, encontrándose con la intensa mirada de Alexey, quien las veía de una manera en que nunca creyó que pudiese mirar a nadie: Como si fuesen el tesoro más preciado del mundo. No dudaba que pensara de esa forma sobre su hija, jamás lo haría.Pero… ¿Sobre ella? Eso si que era algo improbable. Más, sin embargo, ahí continuaba, observándolas con esos ojos verdes que la desarmaban. De repente sintió la garganta seca y tuvo que ir al fregadero a por un vaso de agua. Sentía la respiración pesada.—¿Quieres ayudarme a cocinar? —le preguntó a Dominika mientras se limpiaba las manos en el delantal. Hacía rato que la había pescado analizando todos los pasos.La niña se veía emocionada, así que buscó rápidamente un delantal para ella en c
—¿Y qué te parece? —le pregunte a Dominika al ver que se llevaba una nueva cucharada del platillo a la boca. —¿Está bueno o no? —inquirí cortando un trozo para mí.Habíamos puesto la mesa lo más rápido que pudimos. Al parecer los tres estábamos ansiosos por comer, incluso yo, que había desayunado no hace mucho y todavía faltaban al menos dos o tres horas para almorzar apropiadamente. Nos quedó muy linda y elegante.—Está deliciosa. —respondió saboreándose los labios. —Nunca había probado algo tan increíble, en el internado no suelen preparar esto. —dijo viéndose muy indignada.Vi que Alexey la observaba con una enorme sonrisa en el rostro. En nuestras charlas sobre ella me comentó que desde pequeña la crio para que le dijese todo lo que le desagradaba. Y que le hiciera saber si algo no era de su agrado para cambiarlo de inmediato.—¿Qué cocinan en tu escuela? —pregunte mientras la veía limpiarse los labios delicadamente con la servilleta. Tenía clases de etiqueta y protocolo regularme
Dominika no dudo ni un segundo en subirse a la cama con sabanas turquesa que había preparado para ella. Pronto estuvo tan sumida en la comiquita que ya ni siquiera nos prestaba atención. Me quede observándola durante varios segundos debajo de la puerta.—Tu padre y yo estaremos en el primer piso, cualquier cosa nos hablas. ¿De acuerdo? —interrogue viendo que se echaba el cobertor encima y acomodaba la cabeza.—Si, pueden retirarse. —dijo despachándonos con un movimiento de mano demasiado exagerado para ser en serio. Alexey le dejó un último beso en la frente.Ambos salimos de la habitación de Dominika, dejando la puerta abierta detrás de nosotros y bajamos las escaleras. No habíamos llegado a la sala, cuando sus manos ya estaban de nuevo en mi cintura, estampándome contra la pared. Sus labios presionaron sobre los míos. No dude al momento de pasar mis brazos alrededor de su cuello, riendo.Nuestras bocas volvieron a juntarse como siempre lo hacían, sedientas la una por la otra. La len
Alexy y Dominika pasaron todo el día conmigo. Según el Boss, había pedido un permiso especial en la escuela para que le permitieran salir. Lamentablemente solo duraba 24 horas y ya mañana debía marcharse. Me entristecia no poder verla hasta sus próximas vacaciones.—Siempre es placer verte, Dominika. —dije haciéndole una pequeña reverencia. La niña rió ante mi fallido intento de parecer graciosa.—Espero poder venir seguido. —admitió riendo. Examinó rápidamente mi gesto, por lo que vi, le hacía bastante gracia. Sus ojos chispearon.Aún así lo devolvió, divertida. Su padre estaba detrás de ella, luciendo igual de serio que siempre. Habíamos hablado poco se nuestra situación y realmente todavía quedaban muchas cosas pendientes, pero discutimos lo importante:Dominika.Llegamos a la conclusión de que, de momento, no le contaríamos la verdad. Esperaríamos que pasarán unos meses. Primero debía acostumbrarse a mi presencia y que me viese como una amiga. Alexey había discutido en ese punto,
El vuelo fue bastante tranquilo, aunque tardó más de lo que esperaba. Aún contamos con tiempo de sobra, pero no me gustaba no ir con el cronograma que había planeado. Mientras más me quedara en San Francisco, mayores oportunidades habían de que me descubrieran.—La comida estaba rica, aunque demasiado salada para mi gusto. Espero que para la próxima mejoren. —Le dije a la azafata antes de bajarme.Kira me iba por delante de mí, siendo sostenido por una correa. Seguramente el Boss extrañaría a su mascota, lo cuál era bastante triste. Aparentemente el minino ahora me prefería a mí. No sabía si la mujer me lanzaba miradas de odio o no. Lamentablemente para ella, prefería que me odiara, así tendría una excusa para echarla cuanto antes. Baje del jet, una brisa cálida me golpeó en cuanto lo hice. Era un clima bastante agradable en comparación con el extremo frío que hacía en Rusia. Lo había extrañado bastante.—¿Saben dónde están los objetivos? —pregunté dejándome caer dentro de la camione