Alexy y Dominika pasaron todo el día conmigo. Según el Boss, había pedido un permiso especial en la escuela para que le permitieran salir. Lamentablemente solo duraba 24 horas y ya mañana debía marcharse. Me entristecia no poder verla hasta sus próximas vacaciones.—Siempre es placer verte, Dominika. —dije haciéndole una pequeña reverencia. La niña rió ante mi fallido intento de parecer graciosa.—Espero poder venir seguido. —admitió riendo. Examinó rápidamente mi gesto, por lo que vi, le hacía bastante gracia. Sus ojos chispearon.Aún así lo devolvió, divertida. Su padre estaba detrás de ella, luciendo igual de serio que siempre. Habíamos hablado poco se nuestra situación y realmente todavía quedaban muchas cosas pendientes, pero discutimos lo importante:Dominika.Llegamos a la conclusión de que, de momento, no le contaríamos la verdad. Esperaríamos que pasarán unos meses. Primero debía acostumbrarse a mi presencia y que me viese como una amiga. Alexey había discutido en ese punto,
El vuelo fue bastante tranquilo, aunque tardó más de lo que esperaba. Aún contamos con tiempo de sobra, pero no me gustaba no ir con el cronograma que había planeado. Mientras más me quedara en San Francisco, mayores oportunidades habían de que me descubrieran.—La comida estaba rica, aunque demasiado salada para mi gusto. Espero que para la próxima mejoren. —Le dije a la azafata antes de bajarme.Kira me iba por delante de mí, siendo sostenido por una correa. Seguramente el Boss extrañaría a su mascota, lo cuál era bastante triste. Aparentemente el minino ahora me prefería a mí. No sabía si la mujer me lanzaba miradas de odio o no. Lamentablemente para ella, prefería que me odiara, así tendría una excusa para echarla cuanto antes. Baje del jet, una brisa cálida me golpeó en cuanto lo hice. Era un clima bastante agradable en comparación con el extremo frío que hacía en Rusia. Lo había extrañado bastante.—¿Saben dónde están los objetivos? —pregunté dejándome caer dentro de la camione
—Seño... Koroleva. —dijo Olivia corrigiendo rápidamente al ver la mirada que le lanzaba su esposo. —No quiero que piense que somos unos desagradecidos, pero...—¿Pará qué nos ha llamado? —preguntó Daniel interrumpiendo a la mujer, quien simplemente asintió, mostrándose de acuerdo con él. Una risa tintineante salió de mis labios, llamando la atención de los que me rodeaban, quienes quedaron viciados con el sonido. Justo lo que buscaba. Me aparte un mechón de cabello plateado del rostro y observé con atención a la pareja. Esboce un ligera sonrisa, interesante.—Dígame que... Un pequeño pajarito me contó que están pasando por problemas de dinero. —exclame bebiendo un trago de la copa que me dejaron en frente. La pareja abrió los ojos como platos, seguramente pensando cómo carajos había logrado enterarme de eso. Sus mejillas de tornaron rojizas a causa de la vergüenza y el calorcito de la satisfacción, se instaló en mi estómago. Esta noche sería realmente esplendida, no me cabía duda.A
Nunca pensé que extrañaría tanto volver a Rusia. En todos estos años lejos jamás lo había deseado y ahora no esperaba la hora de aterrizar. A mi lado, Kira soltó un delicado gruñido. Era evidente que él pensaba lo mismo.Lo más probable es que estuviese muy acostumbrado al clima del país y ya lo extrañaría. No estaba echo para el calor extremo que había en San Francisco. Desde que salimos del club mis hombres se desvivieron por él.Le traían cada dos horas botellas con agua, lo refrescaban un poco y también le daban de beber. Era algo explicable, nadie se atrevería a hacerle daño a la mascota del Boss. Y si lo pensaban, mejor que estuviesen preparados para las consecuencias que acarrearía tal decisión. No buenas.—¿Te sientes bien, amigo? —le pregunte sobándole el pelaje.Desde que nos montamos no se había alejado ni un segundo de mí. Incluso me arriesgaría a decir que se comportaba de un modo consentido. Bien decían que cada animal de parecía a su dueño. Ahora lo comprobaba en serio.
—Aun así, te expusiste al peligro viajando sola a otro país. —Rodé los ojos, ya empezábamos. —Para la próxima avisa y voy contigo. —aseguró. Por la forma en que habló, era evidente que daba por terminada esta discusión.Aparentemente a estas alturas todavía no tenía ni idea, de con quién se había casado. Ahora que me daba cuenta, nuestras discusiones siempre tenían lugar en esta camioneta. Aunque recordando la última vez que paso…Bueno, no podría llamarlo precisamente una “discusión”. Fue más un intercambio de opiniones, que terminó con sus dedos dentro de mí. No que me queje, pero trato de ser objetiva con la cronología de los sucesos pasados.—Claro que no estaba sola, los voyeviki me acompañaron todo el tiempo. —respondí entre dientes. Escuché como Alexey gruñía a mi lado y no pude evitar la expresión de triunfo que se instalo en mi cara. —Vas a envejecer.El Boss estaba mirando por la ventana, tratando de calmarse para no seguir con esta conversación. Pero en cuanto dije eso, su
Besar a Alexey era como llamar a las puertas del infierno. Solo que no era recibida por un demonio con cuernos, cola y un tridente. En su lugar había un hombre realmente atractivo, que no dudo en apoderarse de mi boca en cuanto llegamos a la fortaleza. Me sentía estafada con todas mis creencias.No se suponía que el pecado se sintiera tan bien, sobre todo cuando una de sus manos bajo hasta mis muslos, cargándome y provocando que enrollase las piernas en su cintura. No parecía molestarle, todo lo contrario, sostuvo mi trasero con ambas manos para que no me cayese, mientras él nos llevaba.Su lengua recorría cada espacio de mi boca, deleitándose con el sabor que encontraba. Por mi parte, me negué a detener el masaje que tenía en su cabello. Se sentía tan suave y sedoso al tacto, casi como una dulce caricia.Podía notar nuevamente su erección a través del pantalón y presa del deseo que me provocaba, comencé a frotarme contra ella. Un gruñido salió de la garganta de Alexey, dándome a ente
No salimos de la habitación en todo el día, los sirvientes tuvieron que subirlos las comidas y buscarme algo de ropa. Había dejado la mía en el ático y no tenía nada para ponerme. Aunque claro, no pase mucho tiempo vestida.Perdí la cuenta de la cantidad de orgasmos que me proporcionó Alexey. En cada asalto parecíamos mucho más llenos de energía que en el anterior. Esperamos mucho esto como para cansarnos tan rápido. Solo era placer que nos brindábamos mutuamente.Ahora mismo me encontraba sentada en medio de sus piernas y con la espalda apoyada contra su pecho. Él llevaba un rato jugando con un par de mechones en mi cabello; los enrollaba en su dedo y los soltaba en tirabuzones.—A este paso los sirvientes pensaran que te he hechizado. —dije en algún momento de la tarde. Mientras tanto me llevaba una fresa a la boca.Alexey asintió con indiferencia. Por supuesto que aquello no le quitaba ni un segundo de sus pensamientos. Simplemente no era tan relevante. Para él, cualquiera podía pe
No tarde mucho preparando mi equipaje, sobre todo porque las esclavas me ayudaron bastante. Una vez dejé todo listo, incluida la ropa que llevaría al día siguiente, cené algo ligero y me fui a la cama. Caí en el sueño profundo.Al día siguiente las chicas se dieron a la tarea de levantarme antes de que saliera el sol. Estaba todavía dormida, pero en cuanto sentí el agua helada rodando por mi cuerpo, espabilé. Mis esclavas me regalaron una sonrisa divertida, que yo correspondía negando con la cabeza. Había cruzado la raya.Entre risas salí de la ducha, dejando que colocaran una toalla a mi alrededor para protegerme del frío y otra en mi cabello para evitar que goteara. Tomé asiento en mi tocador, comenzaron a arreglarme. Hacían varias trenzas.Varias manos trenzaban con habilidad mi pelo plateado, hasta que por fin terminaron un hermoso peinado. La mitad estaba suelta en delicados tirabuzones en las puntas, la otra parte, recogida en dos trenzas en mi frente.Dos mechones caían alreded