No tarde mucho en llegar al orgasmo y unos cuantos minutos después lo hizo Alexey. Nuestras respiraciones estaban agitadas, los cuerpos sudoroses y al menos de mi parte, me sentía muy confundida. Quise decir algo para que se sintiera menos incomoda la situación. Pero las palabras no llegaban a mi lengua. Lo único que hice fue mirarlo. —¿Te sientes bien? —preguntó Alexey, sonaba preocupado. —¿Acaso te hice daño? Por favor, dime algo. —exigió dejándome en el piso. Tomé rápidamente mis pantalones y me los puse. —De repente te pusiste pálida. —dijo pasando una mano por mi mejilla. —¿Llamó para que te atiendan las sirvientas? —insistió bajando el brazo.—No te preocupes, solo estoy cansada. Quiero darme una ducha y dormir un buen rato. —respondí encontrando por fin mi tono de voz. —Quita esa expresión, no sucede nada. —Me incline y deje un beso casto en los labios. —Voy a mi habitación, nos vemos luego. —prometí alejándome de él. No había dado ni dos pasos cuando volvía a sujetarme.—Pued
Llegando nada más a su habitación, Alexey se dejó caer sobre la cama y cerró los ojos, de sus labios salió un suspiro agotado y no pude contener la sonrisa de ternura que se extendió por mi boca. Sacudí la cabeza y pase directamente al baño, me quite la ropa y abrí la ducha hasta que el agua estuvo a la temperatura que necesitaba. El tibio rocío comenzó a caer mi rostro, sacándome un gemido de satisfacción al chocar contra mi piel.Pronto todo mi cuerpo se relajó, sentí como los músculos se soltaban, quitando un poco de la tensión que los mantenía en alerta. Tomé el jabón de una esquina, olía delicioso, tenía el mismo aroma ligero que hoy pude sentir en el Boss. Su perfume era lo suficientemente fuerte para enmascararlo, pero continuaba bajo la superficie de todo.Lo pase por mi cuerpo, imaginando que eran las manos de Alexey las que me recorrían. Definitivamente había perdido todo sentido de la razón y lo único que me quedaba era intentar mantenerme lo más alejada posible de su prese
Era perfectamente consciente de la relación amor- odio en la que estaba metida con Alexey, pero… ¿Cómo podía deshacer algo que llevaba años creciendo? Una parte de mí quería despreciarlo, no era normal todo lo que me provocaba, considerando quien era; pero el otro sabía que solo podía quererlo con toda mi alma. Así era y así sería hasta que muriese y quizás después de la muerte continuara el sentimiento tan avasallador que poseía.—¿En qué piensas? —preguntó Alexey al notar lo distraída que estaba, sobre todo porque deje de discutirle. Me encogí de hombros y posó sus manos en mi espalda, atrayéndome hacía él. Lo cual agradecí, porque la posición se estaba volviendo muy incómoda. Ahora estaba acostada sobre su pecho y ubique mi cabeza sobre su corazón, disfrutando de los latidos constantes que producía. —Estás muy mimada, solnyshka.—Como si eso te importase, para ti mejor si puedes consentirme. ¿Crees que no lo he notado? —afirme conteniendo la risa. Una mano viajo hasta mi trasero, d
Alexey me esperaba en la entrada, pero en lugar de salir, giró sobre sus pies para ir en dirección del comedor. Fruncí el ceño, confundida, ¿qué planeaba? No nos quedaba mucho tiempo como para estar perdiéndolo. Ya de por si iba tarde a mi trabajo. Desde anoche se estableció un acuerdo tácito entre nosotros para no hablar de lo que sucedió. Simplemente haríamos como que fue algo sin importancia, no cambiaría nada en ninguno.—Pero ¿qué haces? —pregunté cuando lo vi tomando asiento en su silla de costumbre. —¿Acaso no sabes la hora? De por si voy a llegar tarde si paso a ver el departamento, no tengo mucho tiempo sobrante. —aclaré cruzándome de brazos y golpeando el piso con mi tacón. Las esclavas no tardaron mucho en aparecer, y con ellas distintas charolas llenas de comida hasta rebozar, junto con jarras de jugo y demás bebidas.—No pienso moverme de aquí sin un buen desayuno. Y evidentemente tampoco dejare que tu lo hagas, así que siéntate, por favor. —pidió con extrema amabilidad,
—Debo admitir que te superaste a ti mismo esta vez. —afirmé mirando todo.Observe detenidamente el lugar dónde se supone que viviría a partir de ahora. Lo primero que vino a mi mente cuando entramos, es que era mucho mejor que cualquiera de los apartamentos que pensaba arrendar. Quede maravillada con lo que me rodeaba.}—¿Lo apruebas? —preguntó el ruso desde la puerta. Lo cual me permitía recorrer la propiedad a mis anchas. Esbocé una sonrisa y asentí. Definitivamente me gustaba.Alexey había mencionado un apartamento, pero este era un ático de lo más lujoso. Cada detalle estaba perfectamente pensado para mostrar riqueza y elegancia a quién viviese en él. Los colores neutros predominaban, dándole iluminación y la ilusión de espacio.Me fije en los puebles en tonos grises con cojines terracotas. También la cocina amplia con un mesón realmente largo. Había una escalera que deba al segundo piso con las habitaciones. Lo que más llamó mi atención fue las paredes de vidrio que daban a la ci
Luego de nuestra conversación, acordamos que iniciaríamos con la mudanza a final de semana. Mis hombres me ayudarían con lo cualquier cosa que se ofreciera. A pesar de haber imaginado este suceso durante tantos meses, no pensé me sentara como una patada. Debía modificar unas cuantas cosas en el ático y esperaba que el sueldo me alcanzara.Ambos salimos del edificio y Alexey me dejó en la entrada de la revista. Nos despedimos brevemente, acordando que nos veríamos la hora del almuerzo nuevamente. Luego se marchó sin decir más palabras. Debía dejar de actuar como estúpida cada vez que nos veíamos. Lo que paso ya quedó en el pasado, no valía la pena torturarme.Al menos eso era lo que me decía a mi misma para no sentirme tal mal.Subí las escaleras hasta que llegué al salón y montarme en el ascensor. Antes de que las puertas cerraran, Mariana y Carlos interrumpieron colocando la mano en ellas. Enarque una ceja en su dirección, ambos parecían cansados y sudorosos. ¿De dónde vendrían?—¿Se
—Ninguno se veía arrepentido de lo que hizo. En apariencia eran un matrimonio como cualquier otro, sería imposible pensar que fuesen capaces de tal monstruosidad. —continuó. Definitivamente debía aprenderme su nombre, porque pensar así era molesto.—¿Qué más lograron averiguar? —preguntó Dante tomando notas en una libreta. —¿En la policía les hicieron una evaluación psicológica? ¿Averiguaron una razón por la que decidieron hacer todo esto? —dijo planteando varias interrogantes. Se veía interesado.Mi compañero suspiró y retomó nuevamente el hilo de la presentación. Paso a la siguiente foto, en la cuál nos mostraban a un hombre y una mujer abrazados. No deberían tener más de cuarenta y cinco años; ambos eran rubios, ella con ojos azules y los de él negros. Sonreían amistosamente y parecían el tipo de persona en el que confías sin duda.—Loraine y Martín Owens son un matrimonio que lleva más de veinte años juntos. Encontramos su dirección y decidimos hablar con sus vecinos, quienes los
Una de las mayores actitudes que odiaba de Alexey y que por lo general socavaban el resto de las buenas que pudiese tener, era precisamente el hecho de que creía que todos caeríamos rendidos a sus pies. Estaba acostumbrado a que le obedecieran sin chistar y yo siempre quería hace mi santa voluntad. Debía apreciarme un poco para no darme un tiro.Tuve que bajar las escaleras de dos en dos hasta llegar a la recepción. Estando ahí respire varias veces, tratando de recuperar el aire que había perdido al bajar tan rápido. Maldita sea, si perdía un pulmón por su culpa lo odiaría para toda la vida. En cuanto sentí que ya no estaba en riesgo de sufrir un paro respiratorio, salí a la calle. Imbécil desesperado.Me cubrí el cuerpo con mis brazos al sentir la corriente de aire fresco. Hacía bastante frío para ser mediodía, pero bueno, era comprensible si consideraba que a penas el invierno nos abandonaba a paso de tortuga. Comenzaba arrepentirme de no traer un abrigo que me protegiese. Tampoco