Capítulo 62

A estas alturas ya me había acostumbrado a las repentinas y muy extrañas muestras de afecto por parte del Boss. En Colombia quería estar tocándome todo el tiempo, siempre buscaba mi mano o quería estuviese sentada en su regazo. Incluso me abrazaba al dormir.

Por supuesto que, no había intentado tener relaciones conmigo en ningún momento. Llegue a pensar que probablemente tenía una amante en otro lugar. Si no fuese porque no había visto de nuevo a las sumisas, creería que era con alguna de ellas, pero se marcharon.

Aunque claro, los hombres cuando querían ser infieles solamente necesitaban las ganas. Porque hasta creativos se ponían, eso ya lo descubría por las malas. Y a pesar de que la simple idea me revolviese el estómago, no podía descartarla. Ni un siquiera un poco.

Después de todo, nuestro matrimonio era una farsa de proporciones épicas. Por lo tanto, no podía exigirle fidelidad. De haber sido más inteligente lo hubiese puesto en el contrato, pero ya no lo hice y debía lidiar con
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