Los días pasaron más rápido de lo que esperaba. En poco tiempo estuve de nuevo en el jet, volando de regreso a Rusia. El Boss se había encargado de acondicionarlo bien para que pudiese sentirme lo más cómoda posible. Incluso instalaron un sofá cama, así que no tenía por qué ir sentada en los asientos. No sé en qué momento pudieron hacerlo. Realmente se los agradecía, porque el dolor había disminuido, pero aún continuaba molestando de vez en cuando. Además, me tomaron al menos diez puntos en la herida y todavía no se secaban del todo. El medico me aconsejo que guardase un reposo prudencial para que no hubiese problemas. Como si yo los buscara, ellos venían a mí y de a gratis.—Espero llegar cuanto antes al ático, quiero dormir en mi cama de nuevo. —afirmé recostándome con cuidado en los cojines. Estaba realmente agotada. Quería descansar.—¿Quién te dijo que iras allá? Obviamente te vendrás a la fortaleza conmigo, ahí estarás mejor cuidada que en cualquier otra parte. —cuestionó Alexey
Nunca creí extrañar tanto un lugar como el ático, durante estos pocos días se había convertido en lo más cercano que tenía a un hogar. Un suspiró de alivio salió de mi boca al observar mi alrededor. Con una experiencia tan cercana a la muerte, descubrí que realmente no quería morir. Haber intentado quitarme la vida no fue la mejor decisión.Cerré los ojos y sujeté la mano que me ofrecía mi esposo. Alexey parecía aún más tranquilo que yo de estar aquí. Era comprensible, Rusia es su territorio y debe pensar que puede protegernos mejor en él. Mi frío e indiferente esposo, quien no parecía tener atención para otra cosa que no fuese yo. Entramos al departamento, con el sosteniéndome.Cada paso suponía una tortura que trataba de contener y él hacía todo lo posible para tener cuidado. Sin embargo, el menor movimiento enviaba pulsaciones a mi tórax. Observe la actitud de Alexey, lucía impotente por no poder ayudarme. Odiaba verlo así.Y antes de siquiera notarlo, me alzó en sus brazos para ca
—Felicidades por su embarazo, señora. —inquirió la sirvienta más joven, mientras pasaba la esponja en mi brazo. Sus compañeras la observaron con el ceño fruncido.Mi cuerpo se tensó y me aleje de ella, repentinamente asustada por sus palabras.—¿Q-quién s-se los dijo? —tartamudee nerviosa. Comencé a sentirme mareada.Las tres mujeres se alejaron, bajando la cabeza en señal de disculpa. Sus mejillas habían adquirido un tono rojizo a causa de la vergüenza. Parecían realmente avergonzadas.—Lamentamos mucho importunarla, señora. —se disculpo la misma chica. —El Boss nos informó de su estada para que tuviésemos cuidado. Pero pidió que no le comentáramos nada. —La pobre estaba muerta de terror y eso hizo que me ablandase.—N-no, e-está bien. —aseguré estirando mi mano para restarle importancia. —Solamente me tomaron por sorpresa, es todo. —Intente esbozar una sonrisa, pero lucía como una mueca. —El Boss ya les dijo que eso debe salir de aquí. ¿Correcto? —pregunté.Las tres asintieron al mi
Tal y como prometió, Alexey vino cada día a visitarme. No podía quejarme, constantemente tenía la compañía de Veronika e incluso Vicente. Y a pesar de que era riesgoso, Bruno y Katrina vinieron a verme dos o tres veces.Todos estaban muy contentos por mi embarazo, aunque los últimos aún no sabían nada. Según Alexey, ahora también trabajaban para La Costra Nostra y era demasiado peligroso que supieran tantas cosas.Si algo salía mal y los descubrían, no pasaría mucho tiempo antes de que empezaran a cantar todo. Ya era suficiente con que conocieran de la existencia de Dominika, tampoco quería poner en riesgo a mis hijos no natos.A pesar de todo, lo más anhelaba era tener a mi hija junto a mí. La fecha se acercaba, aunque no con la velocidad que yo deseaba. Pronto me tocaría entrevistar a las mujeres que se habían postulado para ser su profesora.—¿Crees que serán dos niños o dos niñas? —preguntó Andréi una tarde que estábamos tomando el solo en el patio. Estaba cerca de cumplir tres me
—Contéstame, Alexey Volkov. —sisee enojada con un tono helado. —¿Te viste anoche con esa mujer? ¡Vamos, dime! —grité golpeando el piso con mi zapato. Quería una explicación para lo que estaba pasando. Llevaba a sus hijos en mi vientre, la merecía.El Boss suspiró sobándose la nariz con la mano. Poco me importaba si estaba estresado o demasiado cansado para hablar en este momento. Su “amiguita” no iba a venir a mi casa para insultarme de esa manera. Me quedé en silencio, esperando a que hablara.—Si me vi con ella. —La sangre comenzó a arderme por las venas. —Pero no es lo que crees… Sabes que tengo negocios con que tratar con Violet. —inquirió delicadamente. Avanzó hacía mí e intentó tomarme de las manos, pero no lo permití. ¿Qué se creía?—¡No te atrevas a tocarme! —exigí furiosa, estaba fuera de mí. De tan solo pensar que estuvieron el mismo lugar, que pudo habérsele insinuado. —Ya que no puedes vivir sin su presencia, ¡vete de aquí! —grité una última vez, dándole la espalda me fui
Para mi felicidad, Dominika llegó unos cuantos días después. Los medicamentos habían empezado a hacer efecto y ya me sentía mucho más fuerte. El día de su llegada, prepare de un delicioso almuerzo para los tres. Alexey iría por ella al internado. Todo quedó listo para su retiro e incluso ya teníamos a la que sería su nueva profesora escolar.Me llevó mucho tiempo escogerla. Ninguna de las aspirantes causaba en mí la suficiente confianza como para contratarla, ni siquiera por sus hojas de vida realmente impresionantes. Quería a alguien que protegiese a Dominika al mismo tiempo que la cuidaba. Por suerte, entre las postulantes había una mujer especialista en psicología infantil.Había estudiado en la mejor universidad de Moscú y se especializó en el extranjero. ¿Lo mejor? Era miembro activo en la Bratva, una asesina retirada hace un par de años, eso me aseguraba su completa lealtad para con mi familia. La contrate inmediatamente y comenzaría a trabajar en una semana. No tenía hijos, ni e
—Tendré dos hermanos… —inquirió repitiendo las palabras que ya había dicho. Dominika continuaba en su asiente, sin dejar entrever una sola reacción. Por el rabillo del ojo observe a Alexey quien estaba incluso más tenso que yo. —Dos hermanos… —repitió.—Si, tigritsa. —dijo Alexey esbozando una sonrisa tranquilizadora. —Serán parte de nuestra familia y podrás protegerlos y amarlos. —afirmó acercándose para deslizar la mano por el cabello de nuestra princesa dorada. Lamentablemente esta se alejó de una vez.—¿Puedo retirarme ahora? —preguntó levantándose de la mesa. —Tengo mucho sueño, seguro fue la pasta. —dijo como si eso fuese la mejor excusa. Su mirada continuaba perdida y detestaba ver esa reacción en los ojos de mi hija. ¿En qué estaría pensando ahora?El Boss iba a negarse, pero yo lo detuve antes y le di permiso a Dominika para marcharse. Ella asintió y esbozó una sonrisa en nuestra dirección, para luego perderse en las escaleras hasta el segundo piso. Mis ojos la siguieron dura
—Te promete que siempre estaremos contigo. —susurre sobre sus rizos de oro. —No importa cuantos hijos tengamos, ni qué tanto nos separemos. Tu siempre serás nuestra princesa dorada. —asegure besando su coronilla. —Eres la niña de tu padre y desde que te vi por primera vez robaste mi corazón. Nunca voy a dejarte. —dije separándome.Los ojitos de Dominika estaban empañados por las lágrimas. Sus ojos relucían como dos zafiros, similares a las estrellas en el firmamento. No quería volver a ver esa expresión en su rostro. Me asegurare de que podamos recuperar todo el tiempo perdido y de darle la familia que tanto anhelaba. A partir de ahora ella y sus hermanos eran todo mi mundo.Besé delicadamente sus mejillas y limpié su rostro con un pañito. Ya se veía más tranquila y constantemente observaba mi vientre con interés. Casi suelto una risa al notar su ceño fruncido. Iba a preguntarle qué le causaba tanto conflicto, pero entonces tocaron la puerta. Dominika susurró un suave “pase” y entraro