Isabella no estaba segura de lo que estaba pensando cuando se puso de puntillas, se aferró a su camiseta y besó a Salvatore. Él pareció sorprendido al inicio, pero no tardó en corresponderle.Los primeros segundos la dejó estar al mando, pero luego se hizo cargo. Con sus manos aun sujetándola por las nalgas, la levantó y ella aprovechó para enredar las piernas en su cintura. Soltó un gemido cuando su miembro entró en contacto con su núcleo. Aquel contacto, aún sobre la ropa, le había provocado miles de descargas eléctricas que recorrieron todo su cuerpo.Los dos se separaron en busca de aire.—¿Cuánto bebiste? —preguntó él apoyando su frente en la suya.Se preguntó si sus ojos siempre habían sido tan hipnotizantes. Ella podría quedarse toda la noche tan solo observándolos. Quería descubrir que es lo que se ocultaban detrás de ellos.—¿Isabella?«¿De qué estaban hablando?»—¿Qué?—¿Cuánto bebiste?—Un par de tragos. No estoy ebria, si es eso lo que estás preguntando.Intentó acercarse
—¿Acaso hay alguien que no te conozca? —preguntó Isabella tomando su abrigo del respaldar de su sillón.—Tú no lo hacías la primera noche que nos vimos. Eso fue… desconcertante, pero también se sintió bien.Isabella asintió como si entendiera a lo que se refería.La fama nunca había estado en sus planes. Su único sueño fue tener todo lo que le había faltado mientras crecía. Un techo sobre su cabeza todas las noches, tres comidas al día y no vivir preocupado por el día siguiente.Su madre era camarera en un restaurante y su padre… bueno él trabajaba en lo que sea que se presentara. Ninguno de los dos nunca había querido tener hijos, pero tampoco habían hecho nada prevenirlo. La relación de ambos era extraña. No eran capaces de vivir el uno sin el otro, pero también se odiaban.Tenía buenos recuerdos con ellos. Como aquel fin de semana que su padre los llevó a todos hasta la playa. Ese era, quizás, el mejor de sus recuerdos. Él había cerrado los ojos frente al mar y había deseado que es
Isabella abrió la boca y permitió que la lengua húmeda de Salvatore entrara en su boca.—Eres demasiado sexy para tu propio bien —musitó él separándose. Pero no se mantuvo lejos por mucho tiempo. Bajó por su mentón hacia su cuello y luego a su pecho depositando besos mientras sus manos se encargaban de quitar las cobijas que la cubrían.Salvatore se detuvo sobre sus senos. Metió las manos detrás de su espalda y de desabrochó el corpiño, luego se lo retiró y lo lanzó. Sus manos se apoderaron de sus senos y los apretó con la presión suficiente para aumentar la llama que la estaba consumiendo.—Perfectos —dijo él y se inclinó para llevarse uno de ellos a la boca. Su lengua jugó con su pezón.—Salvatore —gimió apretando las sábanas debajo de ella.Él le dio una mirada juguetona antes de pasar al otro seno y repetir la acción.Isabella casi se quejó cuando él la dejó ir para continuar su camino hacia abajo. Depositó un último beso por encima de sus bragas, luego tomó la prenda y se la quit
Isabella había estado evitando quedarse a solas con Salvatore desde la noche que pasaron juntos. Él le estaba dando su espacio, pero cada vez era más difícil. Había esperado que después de tenerla en sus brazos el deseó mitigaría y volvería a estar enfocado en lo que siempre había sido su prioridad. Pero había sucedido todo lo contrario.En cuanto cerraba los ojos, su imagen le venía a la mente. Isabella desnuda debajo de su cuerpo gimiendo y pidiendo más. Las duchas heladas a mitad de la noche se habían convertido en una rutina.—Contrólate —susurró antes de que su excitación se hiciera evidente. Su equipo de fútbol había organizado una fiesta después de su victoria el día anterior. Lo menos que quería era ir, pero al ser el capitán del equipo al menos debía presentarse para saludar.Isabella había aceptado acompañarlo. Cuando la invitó, creyó que ella se negaría solo para poder evitar quedarse a solas con él.Esa iba a ser la primera vez que iba a presentarla a sus compañeros y en
Isabella nunca había experimentado celos hasta esa noche. Parecía que todas las mujeres estaban buscando meterse en la cama de Salvatore Rivera y habían dejado claras sus intenciones sin importarles que él estuviera acompañado. La mayoría ni siquiera había mirado en su dirección hasta que se había encargado de aclararles que al menos por esa noche él no estaba disponible.Salvatore, no había dado señales de interés en ninguna de las mujeres, por el contrario, había actuado irritado cada vez que una mujer se le acercaba demasiado. En algún momento de la noche, la había colocado delante de él como si fuera su escudo y así habían permanecido hasta que se retiraron.—No quiero criticarte, pero en serio debes elegir mejor con quien te acuestas —comentó mientras se sentaba en el sofá y se retiraba los tacones—. Todas parecían unas buscadoras que solo quieren colgarse de tu fama y dinero.Salvatore se sentó junto a ella y la tomó de los pies para acomodarlos sobre sus muslos.Un gemido de sa
Era una tarde de invierno cuando los padres de Salvatore tuvieron otra de sus peleas… la última. Él acababa de llegar de su entrenamiento cuando escuchó los gritos de su casa. Se limitó a sacudir la cabeza y correr al interior para buscar a su hermana.—Están peleando otra vez —dijo su hermana tan pronto entró a su habitación.—Acabará pronto. ¿Por qué no me dices de que va tu tarea?—Matemáticas.Hizo una mueca porque los números no eran lo suyo. —Descuida ya casi acabo.—Por supuesto que sí, eres una niña inteligente. —Sacudió los cabellos de su hermana.—Ya no soy una niña —se quejó su hermana al mismo tiempo que se escuchaba la puerta principal ser azotada.—Quédate aquí —le ordenó a su hermana antes de salir a ver que estaba sucediendo.Su padre, como siempre, había decidido marcharse.—Dijo que está cansado y que no piensa volver —musitó su madre parada a unos metros de la puerta.Salvatore había escuchado la misma amenaza más de una vez y no le sorprendió.—Volverá en cuánto
—No puedo creer que lo hiciera. —Isabella estaba atónita. Había deducido la primera vez que vio a Ismaele que era un tipo desvergonzado sin escrúpulos, pero era el padre de Caeli y él debería hacer lo que mejor para su hija.—A mí no me sorprende para nada —musitó Salvatore—. Era solo cuestión de tiempo.—¿Qué probabilidades tiene de ganar?—Es el padre biológico de Caeli…—Pero no se hizo responsable y no apareció hasta que vio una oportunidad para beneficiarse —interrumpió.No podía imaginar a ese hombre criando de Caeli. A simple vista se podía ver que no tenía ni solo fibra en su cuerpo que fuera la de un padre amoroso y preocupado. Caeli jamás estaría bien bajo su cuidado.—Mi abogado sustentará eso ante el juez de familia, pero puede que no sea suficiente.—¿Cómo qué no? Él ni siquiera la quiere.—Eso lo sabemos nosotros, pero debemos demostrarlo.—¿Por qué hace esto?—Dinero, por supuesto. Me pidió cincuenta mil euros a cambio de dejarnos en paz.—¡Es un maldito! Alguien como é
Salvatore se quedó en silencio. Quería decir que sí, pero confiar en las personas no era tan simple para él.Los ojos de Isabella se llenaron de decepción y quiso decir algo para borrar esa expresión de su rostro, pero ya era tarde. —Ya veo —dijo ella con la espalda recta—. Supongo que irte a la cama con alguien no cambia nada —dijo ella con una sonrisa que no llegó a los ojos—. Mi error, no volveré a olvidar que se trata solo de sexo.Isabella se soltó de su agarre y se dio la vuelta. Salvatore la llamó por su nombre y ella se detuvo.—Vamos, no hagamos esperar a nuestro invitado.Ismaele podía esperar por el resto de su vida en lo que a él respectaba. De hecho, esperaba que se aburriera y desapareciera. Sin embargo, Isabella parecía no compartir sus sentimientos. Sin darle tiempo a decir nada más, ella se alejó a pasos apresurados.Salvatore no quería sentarse en la misma mesa que Ismaele, pero no había manera de que lo dejara a solas con Isabella. No tardó en seguirla, la alcan