Salvatore se quedó en silencio. Quería decir que sí, pero confiar en las personas no era tan simple para él.Los ojos de Isabella se llenaron de decepción y quiso decir algo para borrar esa expresión de su rostro, pero ya era tarde. —Ya veo —dijo ella con la espalda recta—. Supongo que irte a la cama con alguien no cambia nada —dijo ella con una sonrisa que no llegó a los ojos—. Mi error, no volveré a olvidar que se trata solo de sexo.Isabella se soltó de su agarre y se dio la vuelta. Salvatore la llamó por su nombre y ella se detuvo.—Vamos, no hagamos esperar a nuestro invitado.Ismaele podía esperar por el resto de su vida en lo que a él respectaba. De hecho, esperaba que se aburriera y desapareciera. Sin embargo, Isabella parecía no compartir sus sentimientos. Sin darle tiempo a decir nada más, ella se alejó a pasos apresurados.Salvatore no quería sentarse en la misma mesa que Ismaele, pero no había manera de que lo dejara a solas con Isabella. No tardó en seguirla, la alcan
—Es un idiota, arrogante. ¿Es tan difícil para el ver que solo trataba de ayudarlo? Un “gracias” habría bastado, pero no… Me dijo que no interfiera. Él me metió en este lio y ahora quiere que no haga nada. —Hizo una pequeña pausa—. ¡Ugh! Me saca de mis casillas. A veces quisiera asfixiarlo mientras duerme.—¿Eso quiere decir que duermen juntos?Fulminó a Cloe con la mirada. Ella había regresado de su luna de miel un par de días atrás y una de las primeras cosas que había hecho, fue buscarla.Isabella la había puesto al corriente del verdadero motivo por el cual estaba con Salvatore. Y, al igual de que Laila, Cloe se había reído durante un buen rato.—No, no dormimos juntos. —O al menos no lo habían hecho desde la visita de Ismaele.Laila y Cloe la miraron incrédulas.—Ese no es el punto.—¿Desde cuándo te gusta? —preguntó Cloe.—No me gusta, ni siquiera lo tolero. ¿Acaso no escuchaste todo lo que dije? ¡Lo detesto!Cloe alzó las manos al aire.—Tranquila, no soy el enemigo. Solo inten
Salvatore no tenía idea de que lo había motivado a hacer esa pregunta y tampoco por qué estaba conteniendo el aliento mientras esperaba una respuesta. ¿Qué importaba si Isabella se preocupaba por él? Por tantos años solo una persona le había importado y había cuidado de él, solo para perderla sin aviso. Isabella no estaba en su vida para quedarse. Si no fuera por el acuerdo que tenían, era muy probable, que ni siquiera estuviera allí. —Creo que es tarde y ambos deberíamos ir a la cama —dijo Isabella rompiendo el silencio Salvatore se quedó mirándola sin soltar su mano mientras el tiempo corría. Se sentía tan tentado a insistir, pero no estaba seguro de querer saber la respuesta si esta era negativa. Al final solo la dejó ir. —Que descanses —dijo poniéndose de pie—. Cuida de Caeli y avísame si algo sucede. —Está bien. Se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la puerta con las manos en los bolsillos. —Salvatore —lo llamó ella cuando casi había llegado a la puerta. Se detuvo y l
Isabella observó a Salvatore mientras se despedía de Caeli. Momentos como aquellos le recordaban que ella salía sobrando, cuando todo terminara ella saldría de sus vidas y Salvatore y su sobrina volverían a ser solo ellos.—Pórtate bien mientras estoy lejos, cariño. —Salvatore dio un último beso en la mejilla de su sobrina y la colocó en el suelo junto a sus juguetes—. ¿Todo bien? —Salvatore la miró con el ceño fruncido.—Sí. ¿Alistaste todo? Salvatore tenía un par de partidos fuera del país por lo que estaría de viaje por cinco días. Sería una semana larga sin él, en serio lo iba a extrañar. Desde la noche que Caeli se había enfermado ambos habían estado viviendo en una relativa calma y un vínculo se había forjado entre ellos… aunque era difícil saber si Salvatore pensaba igual.Él se acercó a ella, la tomó del rostro con ambas manos y la besó con pasión. Cuando la dejó ir, Isabella era un desastre por dentro. Era difícil mantener los sentimientos fuera de la ecuación cuando él la
Isabella no podía decir cuál de sus padres lucía más sorprendido. Los dos se quedaron en silencio durante lo que pareció una eternidad. Nada dejaba sin palabras a sus padres y de no estar atrapada en aquella incómoda situación, se habría reído sin más.Cuanto más tiempo transcurría, más pensaba que tal vez debería haber hecho caso a Salvatore y esperarlo para darles la noticia a su padre.Miró a Caeli que jugaba ajena a la tensión.—¿Casados? —habló su padre por fin—. ¿Cómo ser marido y mujer?—Creo que está claro lo que significa estar casados —intervino su madre.—Solo confirmaba. ¿Cuándo demo… —Su padre tomó un respiro—. ¿Cuándo sucedió eso?Isabella había pensado que una vez les soltara la bomba, el resto sería más fácil. Noticia de último minuto: no lo era.—Un año atrás —dijo antes de comenzar a relatarles toda la historia. Su viaje a Las Vegas, la noche que conoció a Salvatore y despertar sin recordar nada—. Sin importar cuanto lo trate no puedo recordar que sucedió aquella noc
«Necesitamos hablar»Esas dos palabras mantuvieron a Salvatore alerta los dos próximos días. Nada bueno venía después de esa oración. Sin embargo, cuando atravesó las puertas de la habitación de Isabella el día lunes por la noche sus preocupaciones quedaron el olvido.Una sonrisa se extendió por su rostro y se mantuvo en silencio disfrutando del show. Isabella estaba en medio de la habitación moviendo el cuerpo al compás de la música que sonaba a volumen medio desde los parlantes. Caeli estaba frente a ella haciendo su mejor esfuerzo por bailar.Deslizó los ojos hacia abajo apreciando cada una de las curvas de Isabella ocultas bajo la camiseta que llevaba. Sus caderas balanceándose de un lado a otro en un movimiento hipnotizante. Un instinto primitivo surgió en él al darse cuenta que ella estaba usando una de sus camisetas. Se veía mucho mejor en su magnífico cuerpo. Todo tipo de fantasías corrieron por su mente. Quería llegar hasta ella y reclamarla. Cada vez era más difícil recordar
Isabella se sirvió un poco de agua y bebió un sorbo de manera mecánica. Sus pensamientos estaban a kilómetros de allí. Había planeado confesarle a Salvatore sus sentimientos, pero no de la manera que lo había hecho. Las palabras habían escapado de su boca en el calor del momento.—Buenos días, cariño.Isabella se sobresaltó, no había escuchado a Salvatore acercarse. Dejó el vaso a un lado antes de soltarlo.Él colocó las manos en sus caderas y depositó un beso en su cuello. Su cuerpo se estremeció por aquel simple contacto. El ejercía un poder sobre ella que nunca nadie había tenido.—Buenos días —devolvió el saludo tratando de no tartamudear en el intento.La única razón por la que había bajado a la cocina tan temprano era porque no había estado preparada para enfrentarlo.Salvatore no había dicho nada después de su confesión. Se había quedado observándola durante algunos segundos y luego la había besado como si no hubiera mañana. ¿Eso era algo bueno o malo?—¿Qué haces levantada tan
—¿Cómo demonios dejaron que eso sucediera?Le hizo una seña a la niñera para que se encargara de Caeli y salió de la habitación. Había estado pasando el día con ella cuando su celular sonó. Casi nunca contestaba el teléfono durante su tiempo con su sobrina, pero al ver el número de uno de los guardaespaldas de Isabella no dudó en hacerlo.—No la reconocimos hasta que fue muy tarde.—Esa no es una excusa válida. Te haré responsable de lo que suceda. Quiero que la saquen de allí en este mismo momento. —Ya lo intentamos, pero la señora nos ordenó que nos mantuviéramos al margen.—¡Maldición! ¿Dónde están ahora?—Afuera de su oficina.—No se muevan de allí, llegaré lo más pronto posible. Si escuchan algo, tienen mi permiso para desobedecerla y hacer lo necesario para alejarla de ella.—Está bien, señor.Afuera ya lo estaban esperando un par de hombres y le abrieron la puerta en cuanto lo vieron.—Esta vez conduciré yo. —Rodeó el vehículo y se sentó detrás del volante. Uno de sus guardaes