Isabella observó a Salvatore mientras se despedía de Caeli. Momentos como aquellos le recordaban que ella salía sobrando, cuando todo terminara ella saldría de sus vidas y Salvatore y su sobrina volverían a ser solo ellos.—Pórtate bien mientras estoy lejos, cariño. —Salvatore dio un último beso en la mejilla de su sobrina y la colocó en el suelo junto a sus juguetes—. ¿Todo bien? —Salvatore la miró con el ceño fruncido.—Sí. ¿Alistaste todo? Salvatore tenía un par de partidos fuera del país por lo que estaría de viaje por cinco días. Sería una semana larga sin él, en serio lo iba a extrañar. Desde la noche que Caeli se había enfermado ambos habían estado viviendo en una relativa calma y un vínculo se había forjado entre ellos… aunque era difícil saber si Salvatore pensaba igual.Él se acercó a ella, la tomó del rostro con ambas manos y la besó con pasión. Cuando la dejó ir, Isabella era un desastre por dentro. Era difícil mantener los sentimientos fuera de la ecuación cuando él la
Isabella no podía decir cuál de sus padres lucía más sorprendido. Los dos se quedaron en silencio durante lo que pareció una eternidad. Nada dejaba sin palabras a sus padres y de no estar atrapada en aquella incómoda situación, se habría reído sin más.Cuanto más tiempo transcurría, más pensaba que tal vez debería haber hecho caso a Salvatore y esperarlo para darles la noticia a su padre.Miró a Caeli que jugaba ajena a la tensión.—¿Casados? —habló su padre por fin—. ¿Cómo ser marido y mujer?—Creo que está claro lo que significa estar casados —intervino su madre.—Solo confirmaba. ¿Cuándo demo… —Su padre tomó un respiro—. ¿Cuándo sucedió eso?Isabella había pensado que una vez les soltara la bomba, el resto sería más fácil. Noticia de último minuto: no lo era.—Un año atrás —dijo antes de comenzar a relatarles toda la historia. Su viaje a Las Vegas, la noche que conoció a Salvatore y despertar sin recordar nada—. Sin importar cuanto lo trate no puedo recordar que sucedió aquella noc
«Necesitamos hablar»Esas dos palabras mantuvieron a Salvatore alerta los dos próximos días. Nada bueno venía después de esa oración. Sin embargo, cuando atravesó las puertas de la habitación de Isabella el día lunes por la noche sus preocupaciones quedaron el olvido.Una sonrisa se extendió por su rostro y se mantuvo en silencio disfrutando del show. Isabella estaba en medio de la habitación moviendo el cuerpo al compás de la música que sonaba a volumen medio desde los parlantes. Caeli estaba frente a ella haciendo su mejor esfuerzo por bailar.Deslizó los ojos hacia abajo apreciando cada una de las curvas de Isabella ocultas bajo la camiseta que llevaba. Sus caderas balanceándose de un lado a otro en un movimiento hipnotizante. Un instinto primitivo surgió en él al darse cuenta que ella estaba usando una de sus camisetas. Se veía mucho mejor en su magnífico cuerpo. Todo tipo de fantasías corrieron por su mente. Quería llegar hasta ella y reclamarla. Cada vez era más difícil recordar
Isabella se sirvió un poco de agua y bebió un sorbo de manera mecánica. Sus pensamientos estaban a kilómetros de allí. Había planeado confesarle a Salvatore sus sentimientos, pero no de la manera que lo había hecho. Las palabras habían escapado de su boca en el calor del momento.—Buenos días, cariño.Isabella se sobresaltó, no había escuchado a Salvatore acercarse. Dejó el vaso a un lado antes de soltarlo.Él colocó las manos en sus caderas y depositó un beso en su cuello. Su cuerpo se estremeció por aquel simple contacto. El ejercía un poder sobre ella que nunca nadie había tenido.—Buenos días —devolvió el saludo tratando de no tartamudear en el intento.La única razón por la que había bajado a la cocina tan temprano era porque no había estado preparada para enfrentarlo.Salvatore no había dicho nada después de su confesión. Se había quedado observándola durante algunos segundos y luego la había besado como si no hubiera mañana. ¿Eso era algo bueno o malo?—¿Qué haces levantada tan
—¿Cómo demonios dejaron que eso sucediera?Le hizo una seña a la niñera para que se encargara de Caeli y salió de la habitación. Había estado pasando el día con ella cuando su celular sonó. Casi nunca contestaba el teléfono durante su tiempo con su sobrina, pero al ver el número de uno de los guardaespaldas de Isabella no dudó en hacerlo.—No la reconocimos hasta que fue muy tarde.—Esa no es una excusa válida. Te haré responsable de lo que suceda. Quiero que la saquen de allí en este mismo momento. —Ya lo intentamos, pero la señora nos ordenó que nos mantuviéramos al margen.—¡Maldición! ¿Dónde están ahora?—Afuera de su oficina.—No se muevan de allí, llegaré lo más pronto posible. Si escuchan algo, tienen mi permiso para desobedecerla y hacer lo necesario para alejarla de ella.—Está bien, señor.Afuera ya lo estaban esperando un par de hombres y le abrieron la puerta en cuanto lo vieron.—Esta vez conduciré yo. —Rodeó el vehículo y se sentó detrás del volante. Uno de sus guardaes
Isabella aún estaba terminando de procesar lo que había sucedido. Había pasado de estar preocupada sobre cómo enfrentar las cosas con Salvatore a sentirse más segura. Él podía no haberle dicho que la amaba, pero en definitiva sentía algo por ella. La preocupación que había visto en sus ojos no era algo que se pudiera fingir.Miró a Salvatore. Él tenía la vista clavada en la pista, no había dicho nada desde que salieron del edificio. —¿Qué hablaron tú y mi papá? —preguntó sin poder contenerse más.Salvatore soltó una carcajada y colocó una mano en su pierna.—Me preguntaba cuánto tiempo más resistirías antes de preguntar.—Deja de burlarte y responde a mi pregunta —dijo tratando de no distraerse con los movimientos circulares que hacía su pulgar sobre su pierna. A eso se refería cuando dijo que necesitaba sus manos lejos de ella para pensar con claridad. Y lo peor es que se lo había confesado. —Aclaramos las cosas.—¿Y?—Eso es todo, cariño.—¿Enserio no me vas a dar más detalles?
Salvatore abrazó a Isabella, sin ganas de dejarla ir. Ese era su lugar favorito en el mundo, junto a la mujer que amaba. Sonrió divertido, casi podía escuchar a su hermana burlándose de él. Tantas veces había jurado y perjurado que jamás perdería la cabeza por una mujer y ahora sus palabras habían regresado para darle una patada en el traser0. «Es perfecta. ¿No lo crees? — preguntó a su hermana donde sea que estuviera». Se preguntó qué es lo que habría pasado si no se hubiera casado esa noche en Las Vegas. ¿La habría vuelto a ver? ¿Habrían terminado juntos de todas formas? No tenía las respuestas y no importaba. Isabella estaba atrapada con él y no pensaba dejarla ir a ningún lado. Había tardado en reconocer lo que sentía por ella y, como el idiota que era, tal vez le habría tomado un poco más de tiempo de no ser por la aparición de Nina. El pensar que Isabella corría peligro lo había obligado a analizar sus verdaderos sentimientos. Contrario al miedo que había esperado, se sintió
Isabella abrazó a Caeli feliz de que todavía estuviera con ellos. Si Ismaele hubiera obtenido la custodia temporal, sin duda, habría cedido a sus demandas y le habría dado cualquier cantidad dinero por recuperarla.Caeli necesitaba estar rodeada de personas que la querían y su padre no era una de ellas. Además, estaban todos los cuidados que ella requería y no veía a Ismaele proveyéndole ninguno de ellos.La pequeña se dejó apretujar durante un instante antes de moverse inquieta para que la devuelva al suelo junto a sus juguetes.Salvatore se acercó a ella por detrás y la abrazó por la cintura. Isabella apoyó la cabeza en su pecho y se dejó envolver por su calor. —Por un instante creí que el juez dejaría que se la llevara —musitó.—No hubiera dejado que eso pasara.Los dos se quedaron allí por unos minutos observando a Caeli jugar sin ninguna preocupación en el mundo. Se prometió que se iba a asegurar de que fuera así por mucho tiempo.El sonido de su celular rompió el silencio.—De