—¿Cómo demonios dejaron que eso sucediera?Le hizo una seña a la niñera para que se encargara de Caeli y salió de la habitación. Había estado pasando el día con ella cuando su celular sonó. Casi nunca contestaba el teléfono durante su tiempo con su sobrina, pero al ver el número de uno de los guardaespaldas de Isabella no dudó en hacerlo.—No la reconocimos hasta que fue muy tarde.—Esa no es una excusa válida. Te haré responsable de lo que suceda. Quiero que la saquen de allí en este mismo momento. —Ya lo intentamos, pero la señora nos ordenó que nos mantuviéramos al margen.—¡Maldición! ¿Dónde están ahora?—Afuera de su oficina.—No se muevan de allí, llegaré lo más pronto posible. Si escuchan algo, tienen mi permiso para desobedecerla y hacer lo necesario para alejarla de ella.—Está bien, señor.Afuera ya lo estaban esperando un par de hombres y le abrieron la puerta en cuanto lo vieron.—Esta vez conduciré yo. —Rodeó el vehículo y se sentó detrás del volante. Uno de sus guardaes
Isabella aún estaba terminando de procesar lo que había sucedido. Había pasado de estar preocupada sobre cómo enfrentar las cosas con Salvatore a sentirse más segura. Él podía no haberle dicho que la amaba, pero en definitiva sentía algo por ella. La preocupación que había visto en sus ojos no era algo que se pudiera fingir.Miró a Salvatore. Él tenía la vista clavada en la pista, no había dicho nada desde que salieron del edificio. —¿Qué hablaron tú y mi papá? —preguntó sin poder contenerse más.Salvatore soltó una carcajada y colocó una mano en su pierna.—Me preguntaba cuánto tiempo más resistirías antes de preguntar.—Deja de burlarte y responde a mi pregunta —dijo tratando de no distraerse con los movimientos circulares que hacía su pulgar sobre su pierna. A eso se refería cuando dijo que necesitaba sus manos lejos de ella para pensar con claridad. Y lo peor es que se lo había confesado. —Aclaramos las cosas.—¿Y?—Eso es todo, cariño.—¿Enserio no me vas a dar más detalles?
Salvatore abrazó a Isabella, sin ganas de dejarla ir. Ese era su lugar favorito en el mundo, junto a la mujer que amaba. Sonrió divertido, casi podía escuchar a su hermana burlándose de él. Tantas veces había jurado y perjurado que jamás perdería la cabeza por una mujer y ahora sus palabras habían regresado para darle una patada en el traser0. «Es perfecta. ¿No lo crees? — preguntó a su hermana donde sea que estuviera». Se preguntó qué es lo que habría pasado si no se hubiera casado esa noche en Las Vegas. ¿La habría vuelto a ver? ¿Habrían terminado juntos de todas formas? No tenía las respuestas y no importaba. Isabella estaba atrapada con él y no pensaba dejarla ir a ningún lado. Había tardado en reconocer lo que sentía por ella y, como el idiota que era, tal vez le habría tomado un poco más de tiempo de no ser por la aparición de Nina. El pensar que Isabella corría peligro lo había obligado a analizar sus verdaderos sentimientos. Contrario al miedo que había esperado, se sintió
Isabella abrazó a Caeli feliz de que todavía estuviera con ellos. Si Ismaele hubiera obtenido la custodia temporal, sin duda, habría cedido a sus demandas y le habría dado cualquier cantidad dinero por recuperarla.Caeli necesitaba estar rodeada de personas que la querían y su padre no era una de ellas. Además, estaban todos los cuidados que ella requería y no veía a Ismaele proveyéndole ninguno de ellos.La pequeña se dejó apretujar durante un instante antes de moverse inquieta para que la devuelva al suelo junto a sus juguetes.Salvatore se acercó a ella por detrás y la abrazó por la cintura. Isabella apoyó la cabeza en su pecho y se dejó envolver por su calor. —Por un instante creí que el juez dejaría que se la llevara —musitó.—No hubiera dejado que eso pasara.Los dos se quedaron allí por unos minutos observando a Caeli jugar sin ninguna preocupación en el mundo. Se prometió que se iba a asegurar de que fuera así por mucho tiempo.El sonido de su celular rompió el silencio.—De
—¿Cómo me veo? —preguntó Isabella dando un paso atrás para que la observara.Ella llevaba una blusa de color melón, un pantalón negro de tela y unos tacones del mismo a juego con la blusa. Supuso que la intención de Isabella era dar un aspecto sobrio, pero para Salvatore era una imagen sacada de sus fantasías. Se imaginó liberando algunos botones de su blusa para llegar a sus senos. —Hermosa. —Salvatore recorrió a Isabella con la mirada—. ¿Cómo se supone que me concentre en la entrevista contigo a mi lado?Isabella sonrió.—Prometo no distraerte.—Cariño, tu simple existencia me distrae. —Se acercó a ella y la tomó de las caderas—. Sientes en el estado que me pones tan solo con respirar.Isabella se sonrojó.—Debemos bajar pronto.—Lo sé, es el único motivo por el cual aún estás vestida.Sujeto la mano de Isabella y la sacó de la habitación antes de tumbar a Isabella sobre la cama.En la primera planta había bastante movimiento. Personas iban y venían terminando de alistar la sala
Isabella estaba preparada para ver su nombre y rostro aparecer en la televisión y revistas; pero no en la magnitud que sucedió. Las personas parecían reconocerla a donde fuera. Y, como si fuera poco, sus amigas se aseguraron de llevar la cuenta de las veces que se repitió su entrevista en los próximos dos días solo para dejárselo saber cada vez que llamaban.Su celular sonó con notificación de mensajes varias veces también. A ambas les pareció divertido enviarle algunos los mensajes que encontraban en páginas de videos o revistas online, por supuesto solo los más graciosos. Y sí que se había reído con ellos.No eran las únicas que encontraron fascinante bromear sobre su reciente popularidad. Su, siempre ocupado, hermano también había encontrado algunos minutos para llamarla y hacer algunas bromas de las suyas. No le sorprendió ni un poco. Podían preocuparse el uno por el otro, pero nunca desaprovechaban una oportunidad para torturarse. Era parte de ser hermanos.Se tomó todo con humor
—¿Qué crees que dirá su informe? —preguntó Isabella.Con el brazo que tenía sobre sus hombros, Salvatore la acercó aún más a él. Besó su cabeza e inhaló su fragancia.—Que somos la mejor opción.La asistenta social había lucido bastante complacida al ver la interacción entre Caeli e Isabella. Era imposible no ver el amor que Isabella sentía por la pequeña. Él y su sobrina eran afortunados de tenerla en sus vidas. Una vez el auto de la asistenta social desapareció, los dos se dieron la vuelta para regresar al interior de la casa.—Hace un día hermoso. ¿Qué te parece si pasamos un rato en la piscina? —preguntó.—¡Piscia! —gritó Caeli rebotando en sus brazos.Él e Isabella se rieron de la emoción de su sobrina.—Bueno, como negarme ante eso —musitó Isabella y besó a Caeli en la mejilla.La observó absorto. Estaba enamorado de ella sin remedio. ¿Cómo no amarla cuando era tan perfecta? Gracias a ella estaba aprendiendo que el amor no tenía por qué causar dolor. Lo que sus padres habían s
Durante toda su carrera profesional como futbolista, Salvatore nunca había visto nada parecido al espectáculo que le estaba dando la familia de Isabella. Era una batalla de ganar o morir. Más de una vez se había sentido tentado a detener el juego y sacar a Isabella antes de que terminara lastimada. El único motivo por el que no lo había hecho, era porque estaba seguro que ella no lo habría apreciado. Los que habían quedado fuera del partido tampoco se quedaban atrás. Se habían acomodado a los bordes de la zona de juego improvisada y habían elegido a que bando apoyar. La capacidad que tenían para gritar lo sorprendía, debía ser bastante… entretenido sentarse a ver los partidos con ellos, aunque el riesgo de quedarse sordo también era elevado. Miró el reloj en su muñeca y vio que quedaban solo un par de minutos más. El equipo de Isabella estaba perdiendo dos a tres y no había manera de que empataran en tampoco tiempo. El cronómetro en cuanto el tiempo se cumplió y él soltó un silbido