Era una tarde de invierno cuando los padres de Salvatore tuvieron otra de sus peleas… la última. Él acababa de llegar de su entrenamiento cuando escuchó los gritos de su casa. Se limitó a sacudir la cabeza y correr al interior para buscar a su hermana.—Están peleando otra vez —dijo su hermana tan pronto entró a su habitación.—Acabará pronto. ¿Por qué no me dices de que va tu tarea?—Matemáticas.Hizo una mueca porque los números no eran lo suyo. —Descuida ya casi acabo.—Por supuesto que sí, eres una niña inteligente. —Sacudió los cabellos de su hermana.—Ya no soy una niña —se quejó su hermana al mismo tiempo que se escuchaba la puerta principal ser azotada.—Quédate aquí —le ordenó a su hermana antes de salir a ver que estaba sucediendo.Su padre, como siempre, había decidido marcharse.—Dijo que está cansado y que no piensa volver —musitó su madre parada a unos metros de la puerta.Salvatore había escuchado la misma amenaza más de una vez y no le sorprendió.—Volverá en cuánto
—No puedo creer que lo hiciera. —Isabella estaba atónita. Había deducido la primera vez que vio a Ismaele que era un tipo desvergonzado sin escrúpulos, pero era el padre de Caeli y él debería hacer lo que mejor para su hija.—A mí no me sorprende para nada —musitó Salvatore—. Era solo cuestión de tiempo.—¿Qué probabilidades tiene de ganar?—Es el padre biológico de Caeli…—Pero no se hizo responsable y no apareció hasta que vio una oportunidad para beneficiarse —interrumpió.No podía imaginar a ese hombre criando de Caeli. A simple vista se podía ver que no tenía ni solo fibra en su cuerpo que fuera la de un padre amoroso y preocupado. Caeli jamás estaría bien bajo su cuidado.—Mi abogado sustentará eso ante el juez de familia, pero puede que no sea suficiente.—¿Cómo qué no? Él ni siquiera la quiere.—Eso lo sabemos nosotros, pero debemos demostrarlo.—¿Por qué hace esto?—Dinero, por supuesto. Me pidió cincuenta mil euros a cambio de dejarnos en paz.—¡Es un maldito! Alguien como é
Salvatore se quedó en silencio. Quería decir que sí, pero confiar en las personas no era tan simple para él.Los ojos de Isabella se llenaron de decepción y quiso decir algo para borrar esa expresión de su rostro, pero ya era tarde. —Ya veo —dijo ella con la espalda recta—. Supongo que irte a la cama con alguien no cambia nada —dijo ella con una sonrisa que no llegó a los ojos—. Mi error, no volveré a olvidar que se trata solo de sexo.Isabella se soltó de su agarre y se dio la vuelta. Salvatore la llamó por su nombre y ella se detuvo.—Vamos, no hagamos esperar a nuestro invitado.Ismaele podía esperar por el resto de su vida en lo que a él respectaba. De hecho, esperaba que se aburriera y desapareciera. Sin embargo, Isabella parecía no compartir sus sentimientos. Sin darle tiempo a decir nada más, ella se alejó a pasos apresurados.Salvatore no quería sentarse en la misma mesa que Ismaele, pero no había manera de que lo dejara a solas con Isabella. No tardó en seguirla, la alcan
—Es un idiota, arrogante. ¿Es tan difícil para el ver que solo trataba de ayudarlo? Un “gracias” habría bastado, pero no… Me dijo que no interfiera. Él me metió en este lio y ahora quiere que no haga nada. —Hizo una pequeña pausa—. ¡Ugh! Me saca de mis casillas. A veces quisiera asfixiarlo mientras duerme.—¿Eso quiere decir que duermen juntos?Fulminó a Cloe con la mirada. Ella había regresado de su luna de miel un par de días atrás y una de las primeras cosas que había hecho, fue buscarla.Isabella la había puesto al corriente del verdadero motivo por el cual estaba con Salvatore. Y, al igual de que Laila, Cloe se había reído durante un buen rato.—No, no dormimos juntos. —O al menos no lo habían hecho desde la visita de Ismaele.Laila y Cloe la miraron incrédulas.—Ese no es el punto.—¿Desde cuándo te gusta? —preguntó Cloe.—No me gusta, ni siquiera lo tolero. ¿Acaso no escuchaste todo lo que dije? ¡Lo detesto!Cloe alzó las manos al aire.—Tranquila, no soy el enemigo. Solo inten
Salvatore no tenía idea de que lo había motivado a hacer esa pregunta y tampoco por qué estaba conteniendo el aliento mientras esperaba una respuesta. ¿Qué importaba si Isabella se preocupaba por él? Por tantos años solo una persona le había importado y había cuidado de él, solo para perderla sin aviso. Isabella no estaba en su vida para quedarse. Si no fuera por el acuerdo que tenían, era muy probable, que ni siquiera estuviera allí. —Creo que es tarde y ambos deberíamos ir a la cama —dijo Isabella rompiendo el silencio Salvatore se quedó mirándola sin soltar su mano mientras el tiempo corría. Se sentía tan tentado a insistir, pero no estaba seguro de querer saber la respuesta si esta era negativa. Al final solo la dejó ir. —Que descanses —dijo poniéndose de pie—. Cuida de Caeli y avísame si algo sucede. —Está bien. Se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la puerta con las manos en los bolsillos. —Salvatore —lo llamó ella cuando casi había llegado a la puerta. Se detuvo y l
Isabella observó a Salvatore mientras se despedía de Caeli. Momentos como aquellos le recordaban que ella salía sobrando, cuando todo terminara ella saldría de sus vidas y Salvatore y su sobrina volverían a ser solo ellos.—Pórtate bien mientras estoy lejos, cariño. —Salvatore dio un último beso en la mejilla de su sobrina y la colocó en el suelo junto a sus juguetes—. ¿Todo bien? —Salvatore la miró con el ceño fruncido.—Sí. ¿Alistaste todo? Salvatore tenía un par de partidos fuera del país por lo que estaría de viaje por cinco días. Sería una semana larga sin él, en serio lo iba a extrañar. Desde la noche que Caeli se había enfermado ambos habían estado viviendo en una relativa calma y un vínculo se había forjado entre ellos… aunque era difícil saber si Salvatore pensaba igual.Él se acercó a ella, la tomó del rostro con ambas manos y la besó con pasión. Cuando la dejó ir, Isabella era un desastre por dentro. Era difícil mantener los sentimientos fuera de la ecuación cuando él la
Isabella no podía decir cuál de sus padres lucía más sorprendido. Los dos se quedaron en silencio durante lo que pareció una eternidad. Nada dejaba sin palabras a sus padres y de no estar atrapada en aquella incómoda situación, se habría reído sin más.Cuanto más tiempo transcurría, más pensaba que tal vez debería haber hecho caso a Salvatore y esperarlo para darles la noticia a su padre.Miró a Caeli que jugaba ajena a la tensión.—¿Casados? —habló su padre por fin—. ¿Cómo ser marido y mujer?—Creo que está claro lo que significa estar casados —intervino su madre.—Solo confirmaba. ¿Cuándo demo… —Su padre tomó un respiro—. ¿Cuándo sucedió eso?Isabella había pensado que una vez les soltara la bomba, el resto sería más fácil. Noticia de último minuto: no lo era.—Un año atrás —dijo antes de comenzar a relatarles toda la historia. Su viaje a Las Vegas, la noche que conoció a Salvatore y despertar sin recordar nada—. Sin importar cuanto lo trate no puedo recordar que sucedió aquella noc
«Necesitamos hablar»Esas dos palabras mantuvieron a Salvatore alerta los dos próximos días. Nada bueno venía después de esa oración. Sin embargo, cuando atravesó las puertas de la habitación de Isabella el día lunes por la noche sus preocupaciones quedaron el olvido.Una sonrisa se extendió por su rostro y se mantuvo en silencio disfrutando del show. Isabella estaba en medio de la habitación moviendo el cuerpo al compás de la música que sonaba a volumen medio desde los parlantes. Caeli estaba frente a ella haciendo su mejor esfuerzo por bailar.Deslizó los ojos hacia abajo apreciando cada una de las curvas de Isabella ocultas bajo la camiseta que llevaba. Sus caderas balanceándose de un lado a otro en un movimiento hipnotizante. Un instinto primitivo surgió en él al darse cuenta que ella estaba usando una de sus camisetas. Se veía mucho mejor en su magnífico cuerpo. Todo tipo de fantasías corrieron por su mente. Quería llegar hasta ella y reclamarla. Cada vez era más difícil recordar