IanObservo a Laly con detenimiento y me cruzo de brazos. No puedo creer que me salga con esta pendejada, puesto que ella nunca se ha metido en mis decisiones ni relaciones. ¿Con qué chisme raro le vino la metiche de Yesenia?—No sé qué te dijo la señorita intensidad, pero las cosas no son como crees. Serena y yo no somos pareja, aún —enfatizo el “aún”, para darle a entender que sí está dentro de mis planes.—Ian, la tal Serena es una mujer casada. Y no me vengas con que no son pareja, que yo los vi muy encariñados aquel día.—Somos amigos, mamá. Es todo. —Suspiro fastidiado.—Te conozco, mi niño. Nunca antes había visto tus ojitos brillar como cuando la mirabas. Y eso que has tenido relaciones serias y duraderas, pero jamás luciste tan enamorado como ahora. Ian, yo nunca me he metido en tus asuntos, ni siquiera cuando te fuiste a vivir para esa ciudad, aunque no estaba de acuerdo; sin embargo, esta situación es bastante delicada y temo mucho que salgas perjudicado.—Laly, sé lo que
SerenaLlevo dos días sin ir a la empresa y siento que estoy cometiendo un pecado grave. Todavía no me siento bien y no tengo deseos de hacer nada; sin embargo, prefiero venir a trabajar a quedarme todo el día, tumbada en la cama llorando.Eso me recuerda que debo hablar con Ian y... romperle el corazón.Las lágrimas se acumulan en las cuencas de mis ojos y tengo que respirar profundo para que estas no se derramen.«Todo estará bien, es lo mejor», me autoconvenzo o, por lo menos, trato de hacerlo.A la hora del almuerzo, todavía no tengo apetito así que decido acabar con este asunto de una vez y por todas. Con el corazón latiéndome eufórico y los temblores azotándome el cuerpo sin piedad, llamo a Rina para que envíe a Ian a mi despacho.«¿Lo harás aquí mismo?», me grita la conciencia.Ni siquiera sé qué estoy haciendo. No pasa mucho tiempo para que Nadia me informe que Ian está afuera de mi oficina. Cuando él entra, siento que este lugar se torna tan pequeño que podría ser aplastada p
SerenaEsta última semana ha sido un infierno. Decidí pasarme el sábado y el domingo en casa de mis padres porque necesitaba otro ambiente, uno lejos de los Nisson; además, había transcurrido un tiempo considerable desde la última vez que los visité y ya los extrañaba demasiado.Cada día que pasa, echo más de menos a Ian, por lo que muchas veces he tenido que frenar el impulso de irlo a buscar o de llamarlo. Me duele bastante estar lejos de él.Con un suspiro, entro a la empresa que se ha tornado un lugar pesado para mí. De inmediato, percibo las miradas de los empleados sobre mi persona y escucho sus murmullos. ¿Qué chisme se traen ahora? No le doy importancia a ese asunto y procedo a entrar al ascensor.Desde que llego a mi piso, las personas dejan de hablar y me miran con detenimiento, acción que me da a entender que estaban chismeando acerca de mí. Y ahora ¿qué rayos sucede?—Serena, vamos a tu oficina —me aborda Dania con cara de pocos amigos. Su actitud extraña me tensa.—¿Qué e
SerenaSabía que renunciar a Ian sería difícil, mas no me imaginé hasta qué punto. Desde el día en que le terminé hasta ahora, no he hecho otra cosa que pensar en él, llorar y lamentarme. Por supuesto he tratado de automotivarme y sacar a flote la parte buena de mi decisión, pero nada resulta.También he cerrado mis perfiles varias veces para evitar revisar los suyos, me he llenado de trabajo para no tener la tentación de ir al set a espiarlo de lejos, incluso bloqueé su contacto para no sucumbir en la necesidad de llamarlo; sin embargo, eso tampoco ha resultado.Amo a Ian más de lo que pensé.Es por esto, que ver a esa mujer besarlo y que este le corresponda y hasta cierre los ojos, es como si me clavaran un puñal afilado en el corazón. Me duele, me quema y me martiriza.—No es tu asunto, él es libre de besar a quien desee —musito para mí, como manera de calmarme a mí misma.Diablos, lo sé. Estoy consciente de que él no me debe fidelidad y de que es un hombre libre, para hacer lo que
SerenaLos labios habilidosos de Ian chupan los míos como si de un caramelo se trataran, acción que me provoca una sensación placentera y un cosquilleo sabroso.Sin embargo, el recuerdo de la modelo y él besándose en el bar rompe con el encanto del momento. Es por esto que lo empujo con rudeza y me limpio la boca con dramatismo exagerado.—¡Acabas de besar a otra mujer, infeliz! —Me levanto del sofá y hago cara de asco.Por su parte, Ian entorna los ojos y se pone de pies, entonces me encara con expresión divertida.—¡Qué dramática eres! Solo fue un roce de labios, yo ni siquiera moví los míos.—¡No me importa! ¡Te besaste con otra mujer! —vocifero colérica.—¿Cuál es tu reclamo en realidad? Creí que tu indignación se debía a que te haya besado con el sabor de otra mujer en la boca, no el hecho de que me haya besado con ella.—¡Déjame en paz, traidor! —A este punto, no filtro mis palabras.Soy demasiado tonta.—¿Perdón? ¿Me acabas de llamar traidor?—No quise decir eso, puto. Quise de
SerenaMe enjuago la boca y me echo agua en la cara; al levantar la cabeza, me encuentro con mi paupérrimo reflejo en el espejo que está frente a mí. Otra vez reprimo las ganas de llorar al desconocerme. Estoy tan delgada y pálida que parezco que me he enfermado.«¿Qué diablos te sucede, Serena?», grita dentro de mí, una voz que había reprimido para poder encarar mi realidad.—Todo está bien... —Sonrío.«Nada está bien», replica la Serena que encarcelé dentro de mí para ser capaz de dejar de sentir este infierno.Aquella noche Ian se llevó mi esencia con él.¿Por qué no lo busqué?Las amenazas del abuelo me recuerdan la razón. Por todo un mes, recibía sus llamadas de advertencias, por eso no me atreví a ir por Ian ni a brindarle una explicación. Solo me rendí y decidí aceptar mi destino. Supongo que es con Bratt con quien debo estar, por lo que él es parte de mi futuro ahora.Después de maquillarme de manera majestuosa, con el objetivo de cubrir mi malestar, salgo del tocador y me uno
Bratt¡Maldición!No sé en qué estaba pensando cuando empecé considerar a Serena como pareja. Estoy cansado de tener que esperar por ella. Nunca le he rogado a ninguna mujer, por el contrario, son estas las que me buscan a mí. Entonces ¿qué hago mendigando cariño? Peor aún, sexo.«No seas cabrón, todo esto es tu culpa», me recrimina la conciencia.En parte me siento como un villano muy malvado por mi insistencia en retenerla a mi lado, aunque ya no estoy seguro de lo que siento por ella.¡Joder!La amo, de eso sí estoy convencido; pero ¿de verdad me interesa como esposa?No lo sé.Serena representa todo lo que está bien en mi jodida existencia. Ella es quien despierta mi lado sensible y tierno, y es solo por ella que estoy dispuesto a hacer cambios drásticos en mi vida; como tener un mocoso, por ejemplo.Sin embargo, no sé hasta qué punto logre comprometer todo mi ser. Sé que existen muchos hombres que quieren a su pareja y que llevan una vida de responsabilidad y estabilidad a su lad
SerenaPor medio del ordenador en el escritorio de Bratt, observo la tienda de maquillaje que he dejado tirada. Un suspiro sale de mi boca cuando veo las fotografías que me tomó Ian; él es tan bueno en su trabajo que logra que hasta yo luzca genial. Sonrío al recordar lo divertido que fue posar para él y su coqueteo mientras tomaba las fotos.—Debo retomar mi negocio —mascullo pensativa.Sopesar la idea de continuar con mi proyecto personal, me provoca una emoción agradable y me llena de energía. Por lo que me pongo a revisar todo el avance que había hecho, antes del caos. Hacía mucho tiempo que no me sentía de esa manera, así que debo aprovechar mientras me dure el buen ánimo.Organizo lo que dejé inconcluso y hago una lista nueva de los proveedores con los que me había comunicado. Debo contactarme con ellos otra vez para cuadrar los pedidos.Miro la hora en el ordenador y noto que pasa de la media noche, por lo que supongo que Bratt no vendrá a la mansión hoy. De seguro se fue para