SerenaHoy no es un buen día para ir a trabajar, en su lugar, deseo ir a casa de mis padres y refugiarme en su cariño. Pero por supuesto no puedo hacerlo, porque, ¿bajo qué excusa les diré que necesito su consuelo? Es obvio que van a mal interpretar todo y creerán que es por culpa de Bratt. Tampoco les puedo decir la verdad o ¿sí?Mi vida es un completo desastre.Con el ánimo por el suelo y los ojos entreabiertos porque me arden, me dirijo al baño y me aseo.El maquillaje no es suficiente para tapar las horrendas ojeras, aparte de que tengo los ojos rojizos e hinchados, y un terrible dolor de cabeza. Todo esto es gracias al llanto y las pocas horas de sueño.Sin deseo de comer ni beber nada, me conduzco fuera de la mansión. Hoy tampoco he sabido acerca de Bratt, como en los últimos días. Supongo que está durmiendo en su apartamento o en la cabaña. Una tristeza enorme se me instala en el pecho al sentir que lo extraño.—¿Podremos solucionarlo? —susurro para mí.Ya en el estacionamiento
SerenaLas palabras de Lilia retumban en mi mente en todo el trayecto a la cabaña.No sé cómo tomarlas.Es que me dolió tanto que minimizara mis sentimientos por Ian y le diera más valor a los de Taís. Es imposible que a Taís le importe él más que a mí, debido a que ellos no se han tratado. Bueno, si tuvieron sexo anoche, se hicieron íntimos.El simple hecho de imaginarlo me revuelve el estómago. Siento a Ian tan mío, que me irrita saber que besa otros labios y que acaricia otra piel.Ya en la cabaña, me preparo una cocoa con leche y me siento en una mecedora que se encuentra en el jardín, entonces contemplo la belleza de la naturaleza. El aire aquí es tan fresco, que siento que mis pulmones se desintoxican.Tomo un sorbo cuidadoso de la bebida espumosa y caliente, y cierro los ojos. Lo primero que me viene a la mente es Ian con una cámara fotográfica, el color rojizo y anaranjado del cielo, y nuestras risas libres y sinceras.—¿Por qué no puede ser real si lo siento aquí? —Me pongo l
Con pasos desesperados, entro al primer baño que encuentro en el primer piso y, una vez cierro el cubículo, me desplomo y caigo de rodillas. Las ganas de llorar se tornan insoportables, así que estallo en un llanto sonoro.Me duele tanto el pecho que siento que se me desgarra. Con espasmos que me sacuden el cuerpo, gruesas lágrimas que me mojan toda la cara, el cuello y parte de la blusa; junto a quejidos que me salen desde lo más profundo del alma, dejo salir ese dolor y frustración que me queman todo mi interior.—Ian... —balbuceo atolondrada y todavía exaltada.De repente, el mareo leve que se va tornando insoportable me avisa lo que sucederá, por tal razón, me levanto un poco del piso y me coloco frente al retrete. Con náuseas fuertes y grandes arcadas, vomito todo lo que hay en mi estómago: nada.El amargor me inunda el paladar y ese líquido amarillo mezclado con flema me quema la garganta y me provoca más náuseas.Esto es horrible.Por suerte nadie entra al baño, todo el tiempo
BrattMiro a Jael, quien parte la carne con una delicadeza que me fastidia. ¿Acaso él tiene que hacerlo todo de esa manera tan desesperante?—Si eres así mientras follas, no le haces ni cosquillas a tus polvos —digo para joderlo.—Yo no necesito ser un buen follador, con todo el dinero que les puedo dar las hago felices.Este tipo es un maldito pendejo.—No me digas... —Río con sarcasmo—. ¿Eres imbécil o qué? Si te casas, serás el cornudo mayor de Diamond.—En especial si la traigo a vivir a esta mansión. Entonces no solo yo seré el cornudo mayor, también lo será tu mujercita. Lo tengo claro y anotado, a ti no te tiembla el pulso para meterte con la mujer de otro.¡Qué fastidio!—¿Todavía no lo superas? Ya te he dicho mil veces que yo no sabía que esa zorra era tu novia. Tampoco soy adivino.—¿Qué más iba a ser ella, idiota? —Hace una mueca molesta.—Te juro que no lo sabía. Creí que era una de tus amigas raras, ya que ni siquiera me la presentaste —me excuso.—Y justo porque no querí
Serena Me quedo paralizada y en pleno mutismo frente a la desconocida, por lo que me imagino lo tonta que debo lucir ahora mismo. Ella, en cambio, me observa con impresión y curiosidad, como si mi presencia se tratara de una aparición.Después de que transcurren varios segundos en los que ella me detalla sin ningún disimulo, relaja el rostro y me sonríe con amabilidad y fascinación.—¿Eres una modelo? ¡Qué pregunta tan tonta! Es obvio que lo eres, si luces tan bonita, arreglada y elegante. Me imagino que trabajas junto a mi Ian.No sé qué responder a eso.—Ah... —balbuceo, ida.—Laly, ¿quién está ahí? —inquiere él por segunda vez.Su voz ronca me provoca un estremecimiento que me descoloca, pero no solo eso, siento mucho miedo. Sí, temo a su reacción cuando me vea.—Ay, mijo, es una de las modelos que trabajan contigo —le responde emocionada—. Ah, es tan raro conocer a una en persona.—¿Qué? ¿Quién está ahí? —cuestiona con recelo. Supongo que él no está acostumbrado a recibir visitas
SerenaDos semanas después...Ya Ian se ha recuperado por completo. Pero eso no significa que nos estemos viendo, en realidad solo hablamos por mensajes.Tengo más de dos semanas tratando de reunirme con el abuelo y con Bratt, para que conversemos acerca del acuerdo matrimonial, pero nunca quedamos. Esa charla pendiente me tiene ansiosa, porque de verdad necesito saber por cuánto tiempo más tendré que seguir casada con mi amigo.Recuerdo que, al principio, él me dijo que solo serían unos meses, pero ya llevamos bastante tiempo casados.Hoy no iré a Um-diosa, en su lugar, me veré con Taís para que me aclare las dudas que me carcomen, puesto que, según Ian, él invitó a ambas, pero que Lilia nunca se apareció. También me explicó que Taís se le insinuó, mas este la frenó al instante.Quiero creerle a Ian, pero al mismo tiempo no quiero. Es doloroso para mí descubrir que ambas amigas me engañaron.Cuando Taís llega, nuestro saludo no es tan cálido y emotivo como lo fue antes de todo este r
SerenaLos labios de Bratt invaden los míos con una intensidad que me molesta.No quiero que me bese.Forcejeo para liberarme, pero este me aprieta muy fuerte, tanto que siento que me quedaré sin oxígeno.—Bratt, esto no es divertido. Suéltame, por favor —pido al borde de los nervios.Él vuelve a besarme como si no creyera en mis palabras.No...Las lágrimas empiezan a mojarme el rostro y es cuando él cae en cuenta de que me está forzando. Con cara de espanto, me libera.—Lo siento, yo no sé qué diablos me pasa contigo. Serena, cariño, perdóname.No lo quiero cerca de mí.¿Qué les pasa a las personas a mi alrededor? ¿Acaso he despertado en una pesadilla?—¡No te atrevas a volver a tocarme, Bratt! —le advierto alterada.—Pecosa, perdón —suplica con manos y voz temblorosas—. Creí que lo querías tanto como yo, que solo te hacías la difícil. Serena, ¿de verdad lo prefieres a él? ¿Ya no sientes nada por mí?Su pregunta me agarra desprevenida.Es inevitable no viajar al pasado, cuando me mo
SerenaPresto atención al saludo de ellos y a la manera en que Ian disimula su nerviosismo e invita a Taís a pasar.No sabría describir este momento tenso, en el que las tres nos miramos atentas y en pleno mutismo.Esto es demasiado incómodo.—Tú, otra vez. —Es Yesenia quien rompe el silencio—. ¿Qué es lo que buscas aquí? ¿Acaso te gusta Ian?¡Por Dios! Esta niña si es directa. Lo que me provoca gracia es que ella no tiene derecho a reclamar nada. ¿Quién se cree que es?—Yesenia, ¿qué mierdas te pasa? —le reclama Ian enojado—. ¿Por qué diablos molestas a mis visitas?—Tengo el derecho de defender lo nuestro, Ian.¿Ah?Ian entorna los ojos con hastío y la confronta con expresión intimidante.—¿Lo nuestro? Deja de decir pendejadas —replica. Decanta en no prestarle atención a su vecina y mira a Taís con cara avergonzada—. Te ofrezco una disculpa en nombre de mi vecina metiche; toma asiento, por favor. Me agarraste desprevenido, no sabía que vendrías hoy.¿Qué?¿Qué diablos sucede aquí?—