Con pasos desesperados, entro al primer baño que encuentro en el primer piso y, una vez cierro el cubículo, me desplomo y caigo de rodillas. Las ganas de llorar se tornan insoportables, así que estallo en un llanto sonoro.Me duele tanto el pecho que siento que se me desgarra. Con espasmos que me sacuden el cuerpo, gruesas lágrimas que me mojan toda la cara, el cuello y parte de la blusa; junto a quejidos que me salen desde lo más profundo del alma, dejo salir ese dolor y frustración que me queman todo mi interior.—Ian... —balbuceo atolondrada y todavía exaltada.De repente, el mareo leve que se va tornando insoportable me avisa lo que sucederá, por tal razón, me levanto un poco del piso y me coloco frente al retrete. Con náuseas fuertes y grandes arcadas, vomito todo lo que hay en mi estómago: nada.El amargor me inunda el paladar y ese líquido amarillo mezclado con flema me quema la garganta y me provoca más náuseas.Esto es horrible.Por suerte nadie entra al baño, todo el tiempo
BrattMiro a Jael, quien parte la carne con una delicadeza que me fastidia. ¿Acaso él tiene que hacerlo todo de esa manera tan desesperante?—Si eres así mientras follas, no le haces ni cosquillas a tus polvos —digo para joderlo.—Yo no necesito ser un buen follador, con todo el dinero que les puedo dar las hago felices.Este tipo es un maldito pendejo.—No me digas... —Río con sarcasmo—. ¿Eres imbécil o qué? Si te casas, serás el cornudo mayor de Diamond.—En especial si la traigo a vivir a esta mansión. Entonces no solo yo seré el cornudo mayor, también lo será tu mujercita. Lo tengo claro y anotado, a ti no te tiembla el pulso para meterte con la mujer de otro.¡Qué fastidio!—¿Todavía no lo superas? Ya te he dicho mil veces que yo no sabía que esa zorra era tu novia. Tampoco soy adivino.—¿Qué más iba a ser ella, idiota? —Hace una mueca molesta.—Te juro que no lo sabía. Creí que era una de tus amigas raras, ya que ni siquiera me la presentaste —me excuso.—Y justo porque no querí
Serena Me quedo paralizada y en pleno mutismo frente a la desconocida, por lo que me imagino lo tonta que debo lucir ahora mismo. Ella, en cambio, me observa con impresión y curiosidad, como si mi presencia se tratara de una aparición.Después de que transcurren varios segundos en los que ella me detalla sin ningún disimulo, relaja el rostro y me sonríe con amabilidad y fascinación.—¿Eres una modelo? ¡Qué pregunta tan tonta! Es obvio que lo eres, si luces tan bonita, arreglada y elegante. Me imagino que trabajas junto a mi Ian.No sé qué responder a eso.—Ah... —balbuceo, ida.—Laly, ¿quién está ahí? —inquiere él por segunda vez.Su voz ronca me provoca un estremecimiento que me descoloca, pero no solo eso, siento mucho miedo. Sí, temo a su reacción cuando me vea.—Ay, mijo, es una de las modelos que trabajan contigo —le responde emocionada—. Ah, es tan raro conocer a una en persona.—¿Qué? ¿Quién está ahí? —cuestiona con recelo. Supongo que él no está acostumbrado a recibir visitas
SerenaDos semanas después...Ya Ian se ha recuperado por completo. Pero eso no significa que nos estemos viendo, en realidad solo hablamos por mensajes.Tengo más de dos semanas tratando de reunirme con el abuelo y con Bratt, para que conversemos acerca del acuerdo matrimonial, pero nunca quedamos. Esa charla pendiente me tiene ansiosa, porque de verdad necesito saber por cuánto tiempo más tendré que seguir casada con mi amigo.Recuerdo que, al principio, él me dijo que solo serían unos meses, pero ya llevamos bastante tiempo casados.Hoy no iré a Um-diosa, en su lugar, me veré con Taís para que me aclare las dudas que me carcomen, puesto que, según Ian, él invitó a ambas, pero que Lilia nunca se apareció. También me explicó que Taís se le insinuó, mas este la frenó al instante.Quiero creerle a Ian, pero al mismo tiempo no quiero. Es doloroso para mí descubrir que ambas amigas me engañaron.Cuando Taís llega, nuestro saludo no es tan cálido y emotivo como lo fue antes de todo este r
SerenaLos labios de Bratt invaden los míos con una intensidad que me molesta.No quiero que me bese.Forcejeo para liberarme, pero este me aprieta muy fuerte, tanto que siento que me quedaré sin oxígeno.—Bratt, esto no es divertido. Suéltame, por favor —pido al borde de los nervios.Él vuelve a besarme como si no creyera en mis palabras.No...Las lágrimas empiezan a mojarme el rostro y es cuando él cae en cuenta de que me está forzando. Con cara de espanto, me libera.—Lo siento, yo no sé qué diablos me pasa contigo. Serena, cariño, perdóname.No lo quiero cerca de mí.¿Qué les pasa a las personas a mi alrededor? ¿Acaso he despertado en una pesadilla?—¡No te atrevas a volver a tocarme, Bratt! —le advierto alterada.—Pecosa, perdón —suplica con manos y voz temblorosas—. Creí que lo querías tanto como yo, que solo te hacías la difícil. Serena, ¿de verdad lo prefieres a él? ¿Ya no sientes nada por mí?Su pregunta me agarra desprevenida.Es inevitable no viajar al pasado, cuando me mo
SerenaPresto atención al saludo de ellos y a la manera en que Ian disimula su nerviosismo e invita a Taís a pasar.No sabría describir este momento tenso, en el que las tres nos miramos atentas y en pleno mutismo.Esto es demasiado incómodo.—Tú, otra vez. —Es Yesenia quien rompe el silencio—. ¿Qué es lo que buscas aquí? ¿Acaso te gusta Ian?¡Por Dios! Esta niña si es directa. Lo que me provoca gracia es que ella no tiene derecho a reclamar nada. ¿Quién se cree que es?—Yesenia, ¿qué mierdas te pasa? —le reclama Ian enojado—. ¿Por qué diablos molestas a mis visitas?—Tengo el derecho de defender lo nuestro, Ian.¿Ah?Ian entorna los ojos con hastío y la confronta con expresión intimidante.—¿Lo nuestro? Deja de decir pendejadas —replica. Decanta en no prestarle atención a su vecina y mira a Taís con cara avergonzada—. Te ofrezco una disculpa en nombre de mi vecina metiche; toma asiento, por favor. Me agarraste desprevenido, no sabía que vendrías hoy.¿Qué?¿Qué diablos sucede aquí?—
La fiereza y la pasión hambrienta con la que Ian me come la boca, provoca que las piernas me tiemblen y que pierda el equilibrio. Por tal razón, él tiene que sostenerme por la parte baja de la espalda y apretarme fuerte contra su cuerpo firme y cálido.¡Rayos!¿Qué diablos tienen sus labios para que me abrumen de esta manera?—Ian, esto no está bien...—Yo creo que sí, pelirroja. Esto está perfecto... —replica jadeante.Este hombre del demonio me tiene en sus manos. Es que me es tan difícil resistirme a sus besos y a esa manera tan pícara de acariciarme.Me gusta tanto que siento que enloquezco a su lado.—Eres un tramposo, así no se vale —reclamo. Él me ignora por completo y vuelve a adueñarse de mis labios y voluntad, de paso, también se lleva mi cordura.Le sigo el juego y caigo en un abismo de deseo, delicia y entrega. Me encanta esto.Con un gusto insano, le succiono el labio inferior; como respuesta, Ian me lame el superior y luego mete la lengua en mi boca, donde empieza a move
IanSaco a Yesenia de mi pieza y cierro la puerta con rabia.¿Acaso se volvió loca?Me apresuro en ir al baño, para revisar que los arañazos que me atinó en la cara sean superficiales o tendré problema con los del set.Mierda, esa mujer tiene desórdenes mentales. Me atacó como gata rabiosa solo porque le confesé que me gusta la pelirroja. Una desquiciada así no debería andar en la calle.Gracias a Dios que nunca me interesó; esas mujeres tan agresivas y posesivas son un problema para cualquier hombre.Al notar los rasguños en mi cara, maldigo varias veces y busco el botiquín para empezar a curarme donde me arañó.***SerenaPor enésima vez, trato de liberarme de la mano imprudente de Bratt, que se frota de manera atrevida sobre mis muslos.Lo miro ceñuda, pero este finge estar muy concentrado en la película, que se refleja en la pantalla gigantesca del cine.Idiota.—¿Seguirás tocándome, perro? —profiero con un gruñido.De inmediato, quita la mano y me mira "confundido".—¿De qué habl