Me dejo llevar por él hasta el estacionamiento que se encuentra en el edificio de al frente. Allí busca su moto y, cuando conduce hasta quedar delante de mí, me extiende uno de sus cascos y me ayuda a subir.Obedezco sin titubeo y le rodeo la cintura con mis brazos. En el instante en que nuestros cuerpos entran en contacto, siento un leve estremecimiento, asimismo el corazón empieza su danza eufórica y se me hace dificultoso respirar.La brisa provoca que la tela de mi ropa vuele junto al cabello que sale del casco y, tanto esta como la velocidad, me hacen sentir libre e intrépida por un momento.—¿No es genial, pelirroja? —dice Ian con voz alta, para que pueda escucharlo.—¡Sí! —grito con frenesí.—¡Dilo más fuerte que no te oigo!—¡Sí! ¡Esto es genial! —exclamo con mayor intensidad.—¡Manda todo a la mierda, preciosa! —vocifera.—¡Qué se vaya todo a la mierda! —obedezco con la adrenalina recorriendo mis venas.—¡Dilo más fuerte, pelirroja! ¡¡Qué se vaya todo a la gran mierda!!—¡¡Sí
SerenaDespués de que el taxi me dejara en el edificio, donde mi carro se encuentra estacionado, conduzco en dirección a la mansión Nisson. Me paso todo el trayecto pensando en una manera para poder anular mi matrimonio con Bratt, pero no encuentro una opción en donde ninguno salgamos perjudicados.Para mí es un fastidio tener que regresar a la casa de un esposo falso y fingir que somos la pareja perfecta, todo justo después de haber cenado con el hombre que de verdad me gusta.Cuando traspaso la puerta que conduce a la sala principal, corro con suerte porque solo visualizo a algunos empleados. Aprovecho esta dicha para apresurarme hacia la habitación, no vaya a ser que me encuentre con personas desagradables.Después de un baño reconfortante, me acuesto y empiezo a rememorar mi salida no planeada con Ian. Es inevitable sonreír como tonta enamorada y suspirar. Me encanta Ian.—Por cierto, qué raro que Bratt no está en casa —mascullo pensativa. Busco el celular y encuentro un mensaje d
SerenaNoto que Taís sale del edificio, mas espero a que esta se aleje para apearme de mi vehículo. Lo he parqueado detrás de otros autos que le hacen frente a la mini van de ella, para que esta no lo vea.Eso me hace pensar que fui bien pendeja, al no notar que su vehículo estaba aquí cuando llegué a este lugar. Aunque, hay muchas mini vans blancas y de ese modelo, aparte de que lo menos que me imaginé, es que ella se atreviera a venir al apartamento de él.Ahora me queda otra interrogante: ¿Está la tal Yesenia con Ian aún?Bueno, me temo que la sorpresa se arruinará. Ni modo, tendré que enviarle un mensaje a él para preguntarle.—Vamos, bombón, contesta —mascullo con impaciencia al no recibir ninguna respuesta de parte de él. Vuelvo a insistir, pero esta vez pongo signos de interrogación.«No, no está aquí. ¿Acaso dudas de mí?»Vaya, su respuesta me parece agresiva. No me atreví a dañar la sorpresa, por eso solo le pregunté si esa mujer estaba allí sin darle ningún contexto. Ahora e
IanParqueo la moto frente al restaurante donde me veré con las amigas de mi pelirroja. Luego me conduzco a la mesa que reservé para esperarlas.Unos diez minutos más tarde, entra Taís y me saluda con timidez, acto seguido, se sienta frente a mí.—Este lugar es hermoso, muchas gracias por invitarnos, Ian —dice con nerviosismo.Trato de ser amable, aunque no lo sienta, mas lo hago por la pelirroja.—Gracias a ti por el regalo de cumpleaños. Lamento mucho no haberte podido recibir aquel día.—No te preocupes, entiendo que necesitabas descansar —responde. Pone su mano sobre la mía de manera disimulada.Mierda, no quiero lidiar con esto.Con sutileza, me libero de su caricia. El silencio se torna incómodo al nosotros no tener un tema de conversación, así que miro por los lados deseoso de que Lilia se aparezca. Una media hora después, la camarera nos aborda por tercera vez y nos mira a la expectativa.—¿Ya están listos para ordenar? —pregunta con una sonrisa amable que actúa muy bien.—Est
SerenaHoy no es un buen día para ir a trabajar, en su lugar, deseo ir a casa de mis padres y refugiarme en su cariño. Pero por supuesto no puedo hacerlo, porque, ¿bajo qué excusa les diré que necesito su consuelo? Es obvio que van a mal interpretar todo y creerán que es por culpa de Bratt. Tampoco les puedo decir la verdad o ¿sí?Mi vida es un completo desastre.Con el ánimo por el suelo y los ojos entreabiertos porque me arden, me dirijo al baño y me aseo.El maquillaje no es suficiente para tapar las horrendas ojeras, aparte de que tengo los ojos rojizos e hinchados, y un terrible dolor de cabeza. Todo esto es gracias al llanto y las pocas horas de sueño.Sin deseo de comer ni beber nada, me conduzco fuera de la mansión. Hoy tampoco he sabido acerca de Bratt, como en los últimos días. Supongo que está durmiendo en su apartamento o en la cabaña. Una tristeza enorme se me instala en el pecho al sentir que lo extraño.—¿Podremos solucionarlo? —susurro para mí.Ya en el estacionamiento
SerenaLas palabras de Lilia retumban en mi mente en todo el trayecto a la cabaña.No sé cómo tomarlas.Es que me dolió tanto que minimizara mis sentimientos por Ian y le diera más valor a los de Taís. Es imposible que a Taís le importe él más que a mí, debido a que ellos no se han tratado. Bueno, si tuvieron sexo anoche, se hicieron íntimos.El simple hecho de imaginarlo me revuelve el estómago. Siento a Ian tan mío, que me irrita saber que besa otros labios y que acaricia otra piel.Ya en la cabaña, me preparo una cocoa con leche y me siento en una mecedora que se encuentra en el jardín, entonces contemplo la belleza de la naturaleza. El aire aquí es tan fresco, que siento que mis pulmones se desintoxican.Tomo un sorbo cuidadoso de la bebida espumosa y caliente, y cierro los ojos. Lo primero que me viene a la mente es Ian con una cámara fotográfica, el color rojizo y anaranjado del cielo, y nuestras risas libres y sinceras.—¿Por qué no puede ser real si lo siento aquí? —Me pongo l
Con pasos desesperados, entro al primer baño que encuentro en el primer piso y, una vez cierro el cubículo, me desplomo y caigo de rodillas. Las ganas de llorar se tornan insoportables, así que estallo en un llanto sonoro.Me duele tanto el pecho que siento que se me desgarra. Con espasmos que me sacuden el cuerpo, gruesas lágrimas que me mojan toda la cara, el cuello y parte de la blusa; junto a quejidos que me salen desde lo más profundo del alma, dejo salir ese dolor y frustración que me queman todo mi interior.—Ian... —balbuceo atolondrada y todavía exaltada.De repente, el mareo leve que se va tornando insoportable me avisa lo que sucederá, por tal razón, me levanto un poco del piso y me coloco frente al retrete. Con náuseas fuertes y grandes arcadas, vomito todo lo que hay en mi estómago: nada.El amargor me inunda el paladar y ese líquido amarillo mezclado con flema me quema la garganta y me provoca más náuseas.Esto es horrible.Por suerte nadie entra al baño, todo el tiempo
BrattMiro a Jael, quien parte la carne con una delicadeza que me fastidia. ¿Acaso él tiene que hacerlo todo de esa manera tan desesperante?—Si eres así mientras follas, no le haces ni cosquillas a tus polvos —digo para joderlo.—Yo no necesito ser un buen follador, con todo el dinero que les puedo dar las hago felices.Este tipo es un maldito pendejo.—No me digas... —Río con sarcasmo—. ¿Eres imbécil o qué? Si te casas, serás el cornudo mayor de Diamond.—En especial si la traigo a vivir a esta mansión. Entonces no solo yo seré el cornudo mayor, también lo será tu mujercita. Lo tengo claro y anotado, a ti no te tiembla el pulso para meterte con la mujer de otro.¡Qué fastidio!—¿Todavía no lo superas? Ya te he dicho mil veces que yo no sabía que esa zorra era tu novia. Tampoco soy adivino.—¿Qué más iba a ser ella, idiota? —Hace una mueca molesta.—Te juro que no lo sabía. Creí que era una de tus amigas raras, ya que ni siquiera me la presentaste —me excuso.—Y justo porque no querí