SerenaSiento que me voy a morir.Me duele el estómago, tengo ganas de hacer el número dos, siento vértigos, escalofríos y temblores; asimismo, tengo la garganta reseca.El labial en tono rosa tiembla en mi mano y sé que es debido a los nervios. Me miro en el espejo cuando me doy el toque final y una sonrisa nerviosa, que más bien parece una mueca de terror, me hace querer golpearme. ¿Con tan poco carisma me presentaré en la cena más importante de mi vida?«No es real, así que no te estreses», me aconseja mi yo interior.Y sí, no es real, pero no deja de ser terrorífico o quizás, eso es lo difícil del asunto, tener que fingir que somos una pareja que se ama cuando no es así.Después de hacer muecas frente al espejo con la intención de relajarme un poco, me levanto de la silla y doy vueltas, orgullosa de la imagen que se refleja.Para esta cena mi mamá bella me regaló un vestido azul marino, porque ella dice que ese color me queda perfecto y tiene mucha razón. Este tono se me ve hermos
SerenaBien, esta es una cena muy particular, ya que nadie habla. Así es, después del estallido del abuelo, solo mis padres han tratado de buscar conversaciones en tono tímido, pero como que nada fluye aquí, la tensión es horrenda.—¿Habrá algún cambio en nuestra familia como consecuencia de esta unión? —pregunta Linda de repente. Se ha roto el incómodo silencio, sin embargo, la cuestión de ella provoca más tensión de la que ya había. Como consecuencia de su imprudencia, todos nosotros la miramos sorprendidos.—Si a "consecuencia" te refieres a que tu hijo perderá su cargo y, con ello tú el poder que ser una arrimada te ha concedido, pues no, todo seguirá como antes, Linda —responde Bratt con sorna.—Disculpa, pero tengo más derecho que tú en esta familia. Solo eres un impertinente y bueno para nada. Si alguien aquí es un arrimado, ese eres tú.Vaya...La risa de Bratt resuena en el comedor con sorna y eso provoca la ira de la pelinegra.—¡No seas ridícula, Linda! —espeta Bratt—. Llev
SerenaSus labios sobre los míos se sienten suaves, pero cosquilleantes; cálidos, pero abrumadores; me hacen sentir que estoy en casa, pero al mismo tiempo me desconciertan. Es similar a una bruma contradictoria que me atrapa y no me permite decidir qué sensación tener, por lo tanto, se mezclan todas.Mientras el huracán de confusión estalla en mí, los movimientos de Bratt pasan de lentos a pasionales, como si él hubiese necesitado esto desde hace mucho tiempo. Entretanto, los recuerdos del pasado se muestran en mi mente como si no hubieran transcurrido trece años, desde la ocasión en que nos besamos por primera vez.—Bratt... —balbuceo ida. Me temo que el efecto del alcohol es el causante de que me sienta extasiada, en vez del contacto en sí, porque, si soy sincera, este beso no se siente como lo recordaba.—Pecosa, debemos ir a dormir —dice, después de que rompemos la unión de nuestros labios.—Debo avisarles a mis padres que me quedaré contigo esta noche. —Noto que la voz me sale t
BrattMiro a Serena titubeante y puedo asegurar que ella ha notado mi nerviosismo, así que estoy jodido.¿Qué le puedo responder? ¿Debería mentirle y hacerme el pendejo? O simplemente contestarle que, de hecho, sí me besó. Eso sería lo correcto y no tiene por qué salpicarme a mí porque fue ella quien hizo el movimiento, no yo; sin embargo, yo le correspondí y, ¡demonios!, ¡qué beso que estuvo rico!Esto está mal, muy mal. Se supone que yo la superé y que ya no tengo sentimientos por ella, entonces, ¿qué demonio sucedió? ¿Por qué le correspondí? No solo eso, ¿por qué diablos me gustó?Es que fui un idiota al dejarme llevar por esa linda boquita que tanto deseé en el pasado. No sé la razón de ella besarme, quizás deba atribuirlo al alcohol, pero y ¿yo? ¿Qué maldita excusa tengo? ¡Con un demonio!—Bratt, ¿no me piensas responder? —pregunta con temblores en su voz. Sus ojitos se han cristalizado y sus labios están a punto de formar un puchero todo tierno, así como lo es ella. La conozco,
Todos me miran sorprendidos, como si yo estuviera diciendo algo fuera de lo común.—¿Te refieres a que quieres crear un producto para hombres? —pregunta uno de los jefes.—Sí, eso mismo —respondo obvia.—No lo sé, sería como quitarle la esencia a Um-diosa, que solo se trata de mujeres —replica él.—No le quitaría su esencia, la fortalecería. —Todos me miran escépticos, haciéndome sentir que estoy diciendo una barbaridad—. Um-diosa se enfoca en nosotras, en nuestras necesidades y deseos. Las mujeres también amamos, por lo tanto, compartimos nuestras vidas con el objeto de nuestro amor, entonces, ¿por qué no crearle un compañero que requiera de nuestros productos?—No lo sé... —Se rasca la cabeza y mira a todos como buscando apoyo—. Sería crear un producto desde cero, porque no es lo mismo un desodorante de hombre que de mujer, ya que ambos sexos tienen necesidades propias. Tendríamos que sacar una nueva marca, hacer estudios de mercado, etc.—¡Por favor! Bien sabes que la separación po
"Los declaro marido y mujer, puede besar a la novia".Las palabras del juez civil se repiten en mi cabeza una y otra vez. Con temblores en todo mi cuerpo, miro a Bratt buscando una respuesta para la frase que todos cantan a coro, como resultado a que no hemos hecho ningún movimiento:«¡Beso! ¡Beso! ¡Beso!»Él se muerde el labio inferior dubitativo, como si temiera acceder a la petición de los presentes o como si creyera que tendría una represalia de mi parte.—¿Qué dices, pecosa? ¿Le damos un buen espectáculo? —susurra bajito sobre mis labios, provocando que el pulso se me dispare y la boca se me haga agua.—Demos nuestra mejor actuación, perro —respondo, fingiendo que nada de lo que ha dicho me afecta.—Perfecto... —musita antes de unir nuestras bocas. De inmediato, se escucha una gran algarabía a nuestro alrededor, acompañada de aplausos y suspiros.—Bratt... —balbuceo extasiada mientras pongo mi mano entre él y yo, como manera de luchar contra lo que él le hace a mis labios; sin em
SerenaLas gotas tibias ruedan por mi piel cuan caricia relajante y se llevan la tensión acumulada. En este momento mis pensamientos viajan a ese beso que Bratt me dio cuando el juez pidió que besara a la novia, también me sumerjo en el recuerdo de los otros que me dio mientras fingía delante de todos. Se sintió tan bien ser la única para él en ese momento, experimentar por unas horas lo que sería ser su pareja de verdad y lo segura y especial que me sentí al estar agarrada de sus manos, sentada en su regazo y ser cubierta por sus brazos fuertes.Y qué decir del deleite que viví al olfatear su delicioso perfume; la conexión que fluyó entre nosotros cuando rozábamos piel o combinamos calores; pero fueron sus palabras dulces las que me hacían sentir mimada y amada, al punto de olvidarme de que todo era fingido y parte de una buena actuación.Las lágrimas se mezclan con el agua ante esa realidad y el goce del momento es reemplazado por la tristeza y la frustración. Cómo me gustaría que t
BrattEl resplandor que entra a través de la ventana es la alarma que me da a entender que ya amaneció, puesto que no tuve que encenderla para que me despierte porque no iré al hospital en varios días, por motivo a mi supuesta luna de miel.Lo que me hace preguntarme, ¿quién demonios rodó las cortinas y por qué? Se supone que puedo levantarme tarde hoy.—Serena... —balbuceo medio incómodo y sin abrir los ojos, debido a que mantengo la esperanza de volver a dormirme—. Tapa ese maldito resplandor, tengo sueño.—¡¿Qué?! —exclama a gran voz, como si yo no estuviera aquí adentro—. ¡¡No te oigo!! ¡¿Qué dijiste?!¡Maldición!¡Por esta pendejada es que no me quería casar!—¡Demonios, pecosa! —Me incorporo encabronado—. Dime, ¿es necesario que grites?—Lo siento, no me estaba dando cuenta —dice con su carita limpia y esa malicia que me pone sospechoso.—¿Por qué estás enojada ahora? —pregunto lo obvio, porque sí, sé que está molesta.—¡Enojada ¿yo?! —Su risa no puede ser más falsa y exagerada—