Extra VIII

Mía presiente que algo malo pasará. Baja la mirada hacia el suelo, dejando que Aleksander permanezca parado detrás de la puerta.

-No- responde luego de su silencio- no quiero hablar, estoy ocupada.

Sabía que, si se admitía hablar con Aleksander, seguramente terminarían.

-No es novedad que estés ocupada ¿No? – responde con una leve sonrisa forzosa.

Ella solo se queda pasmada en la puerta.

Aleksander mira hacia la dirección de la salida y se da la vuelta para marcharse.

Ella quiere detenerlo, siente que debe hacerlo, pero su boca fue incapaz de pronunciar una palabra y sus pies no reaccionaban.

Recordó aquel fragmento del poema que había leído hace tiempo.

“Asomaba a sus ojos una lágrima

y a mi labio una frase de perdón.

Habló el orgullo y engullo su llanto

y la frase en mis labios expiró.

Yo voy por un camino y ella por otro.

Y al mirar atrás me pregunto;

¿Por qué no hablé aquel día?

Y ella se preguntará

¿Por qué no lloré yo?

Cuando mía leyó aquel poema creyó que el poeta era un nefas
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