Baltazar esperaba al comandante de bomberos. Golpeaba la mesa con la punta de sus dedos.
―Perdón por hacerlo esperar, señor Walsh ―le dijo Walter Lang.
―Sí, no hay problema, ¿saben qué pasó?
―En el lugar del siniestro se encontraron restos de una sustancia inflamable, creemos que fue un atentado.
―¿Se salvó alguna cámara de seguridad?
―Bueno, están en línea, el señor Norman, el guardia de seguridad de la escuela, vendrá más tarde a traer los videos, allí seguramente veremos lo que ocurrió.
―Si saben algo, me lo informan, por favor.
―Por supuesto, lo mantendremos al tanto.
―Gracias.
―De nada, estamos comunicados.
―Sí, sí.
Baltazar salió de allí y se dirigió a su oficina. En la recepción, sentada en la sala de espera, se encontró a Franc
Después del almuerzo, Baltazar se fue a la comisaría con Diana.―Queremos pedir una orden de restricción en contra de James Morgan ―habló Baltazar.―Muy buena medida ―respondió el comisario Randall―. Aunque muchos crean que estas medidas no sirven para nada, sirven como precedentes en caso de alguna dificultad.―Sí, un papel no sirve de nada, pero quiero que quede estipulado que ese hombre la sigue acosando y que no lo permitiré. No haré justicia por mi propia mano, pero si debo defenderla, lo haré.―Lo entiendo, señor Walsh, la verdad es que con este tipo de gente no se puede conversar, son delincuentes que no entienden razones ni miden la consecuencia de sus actos.―Eso es verdad ―accedió Baltazar―. Le juro que me dan ganas de ir yo mismo a poner en regla a ese hombre.―No se le ocurra hacer tal cosa. En este momento, lo estamos buscando, está
El día de la fiesta llegó. Hamilton le regaló un vestido precioso, mandó a hacer una bota ortopédica que combinara y un zapato que pudiera usar que fuera cómodo y bonito para completar su atuendo. Una maquilladora fue a arreglarla.Bajó la escalera, los dos hombres la esperaban al pie. Ambos quedaron asombrados, se veía hermosa, mucho más de lo que era.Baltazar acortó el camino entre ellos y la ayudó a bajar los últimos peldaños.―Estás muy bella, bonita.―Gracias.―Estás hermosa, mi niña, serás la reina de la fiesta.―Espero que no llame mucho la atención.―Será muy difícil no hacerlo.Se fueron en la limusina de la familia, de todas formas, dos automóviles, una adelante y otra atrás, los escoltaron. Las cosas habían estado calmadas, pero no sabía
Baltazar recibió la llamada de Sergei, desde lo ocurrido en el cementerio, quería estar enterado de cada cosa que le ocurriera, no quería que volviera a pasar lo de enterarse por terceras personas.―Dime, Sergei.―Hoy hubo un pequeño altercado en la prueba del vestido.―¿Qué pasó? ¿Diana está bien?―Sí, ella está bien, no tuvo problemas, pero la señorita Francesca llegó a insultarla, los escoltas de la puerta no la dejaron entrar, pero no pudieron evitar que gritara groserías hacia adentro. La verdad es que ella se dejó en ridículo sola, pero de todas formas fue un mal rato para la señorita Diana.―¿Cómo lo tomó ella?―Se fastidió, no se asustó, pero sí le amargó el momento.―Pero está bien, ¿es seguro?―Sí. Ya estamos en la cas
Días después, era la fiesta de despedida de año de los niños. Baltazar le había propuesto ir, al fin y al cabo, ella era la educadora oficial, solo que no había vuelto a trabajar por el tema de su seguridad.Sergei y tres escoltas los acompañaron.Los niños estaban felices de volver a ver a la profesora Diana, llegaron todos a abrazarla, sobre todo Joaquín, quien la extrañaba mucho.―¿Por mi culpa se fue? ―le preguntó el niño con tristeza.―No, mi amor, ¿por qué piensas eso?―Es que como tenía que llegar antes en la mañana y ese último día…―No, mi amor, lo que pasó no tiene nada que ver contigo. Yo tuve un accidente y estuve muy enferma, por eso no pude volver, yo te extrañé mucho, tú me hacías compañía y me encantaba estar contigo. Tú
Esa tarde, Diana fue a la sala de costura a hacer una prueba de vestido. Habían ido las damas de honor para probarse los vestidos también.―Están hermosos ―comentó Eliana―. Nos veremos maravillosas.―Sí, por fin soy dama de honor sin un vestido horroroso para no opacar a la novia ―comentó Gabriella .―Ustedes son hermosas, así que no habría vestido para opacarlas ―respondió Diana.―Pero ninguna será más bella que tú ―la halagó Bettina.―Es cierto lo que dice Gabriella ―indicó Fran―, la mayoría de las novias elige vestidos feos para sus damas de honor para sobresalir ellas.―Ah, no, ¿qué clase de amiga sería si quisiera que mis damas se vieran mal? ¡No! Todas debemos lucir bellas, además, en una de esas, también consiguen novios.―Yo ya tengo novio y soy muy feliz ―acotó
El sábado siguiente, Baltazar la invitó a salir a tomar algo. Ella no supo qué responder. Al final, decidieron ir con todo el grupo. Gabriella con Ralph, que estaban iniciando algo; Fran invitó a Christian, quien aceptó; Eliana con Sergei, quien tenía el día libre, y Bettina llevaría a alguno de sus salientes.Llegaron a un restaurant donde cenarían.―Así que ustedes dos están juntos ahora ―les dijo Bettina―. Pobre de ti que hagas sufrir a mi amiga.―Jamás haría eso, pensé que ella nunca se fijaría en mí ―respondió Ralph con sinceridad.―Más te vale ―le advirtió―, si no, te corto las pelotas.―¡Oye!―¿Qué? Es verdad, nadie lastima a mis amigas.―No lo voy a hacer, ya te lo dije.―En ese caso, tienes mi aprobación.―No sabía que tenía qu
Diana no se pudo dormir de inmediato, pensó en aquella noche. En el beso que le dio al terminar la canción, en la forma en la que tomó su mano cuando tocaron la canción para Sergei y Eliana. Pensó que quizá Baltazar la quería seducir para conquistarla y tener un hijo. ¿Y si en el testamento sí se exigía tener descendencia?Recordó sus casi besos, sus miradas, sus coqueteos. ¿Por qué lo hacía si él era gay? Él no esperaría que ella se enamorara de él, ¿o sí? Claro que ella no caería en sus redes, no podía hacerlo, por muy atractivo que fuera. Además, no podía olvidar que aquello solo era un contrato. No hubo petición de mano, no hubo anillo… Anillo sí, pero solo como un mero trámite.Pensó en la bala que podría haberla matado si no hubiera sido que e
Los dos hombres se miraron con culpa en sus ojos. Hamilton se acercó a ella y la tomó de los hombros.―Siéntate, hija, ¿a qué te refieres con que si debes tener un bebé?―Por el contrato, ¿necesito tener un bebé?―¿Quién te dijo eso? ―preguntó Baltazar.Diana se sentó en el sofá, Hamilton y Baltazar lo hicieron frente a ella.―Quiero saber si el contrato obliga a que tengamos un hijo.―¿Alguien te hizo algún comentario al respecto? ―insistió Baltazar.―¡No! ¿Acaso no puedo pensar por mí misma?―No se trata de eso, Diana, pero no entiendo qué te hizo cambiar. Anoche estábamos bien.―Eso fue anoche.―¿Es por lo que ocurrió esta mañana?―No.―¿Entonces?―¿Por qué no me responden?―¿Pi