CAPÍTULO 75: VIAJEEstuve los cinco días restantes intentando encontrar a mi padre. Llamé a sus viejos amigos, gente del trabajo, incluso preguntamos en el centro de rehabilitación, pero tanto él como el conserje que se hizo pasar por médico han desaparecido. No quiero admitirlo, pero, en estos días me he dado cuenta de que Ricardo tiene razón. Sin su ayuda, no habría podido encontrar absolutamente nada. No puedo hallar a mi propio padre, del cual conozco su rostro, nombre y hasta el número de su seguro social. Y aun así, es como si se lo hubiera tragado la tierra.Estos días hemos estado muy distantes. Esa mujer no ha regresado a la casa, pero no soy tan inocente. Otra vez él no está volviendo en las noches, ya no me habla, está distante, callado y pensativo. No sé qué diablos pasa por su cabeza, pero algo es seguro. Si estaba naciendo un sentimiento entre los dos, se ha muerto en cuanto Débora Sotomayor apareció. Esta mañana tomo mi maleta y salgo a la entrada donde el chofer Díaz
CAPÍTULO 76: SOLO UN NOMBRELa atmósfera en la habitación se vuelve aún más tensa. Nadine parece dudar por un momento, pero la firmeza en los ojos del sicario la hace retroceder. Mi corazón late con fuerza mientras espero su respuesta. Esta es mi oportunidad de saber la verdad, de encontrar a mi hijo. No puedo dejar que esta mujer se salga con la suya. Mi mirada no se aparta de Nadine, esperando, exigiendo respuestas.—Y-yo… n-no sé de qué…El sicario le agarra por la nuca sujetándole el cabello. Aparto la mirada. Por más que quiera saber sobre mi hijo, no soy capaz de ver una tortura. —Habla, maldit4 hija de put4, habla o te aseguro que te haré hablar —amenaza él.Becca se acerca a mí, enrosca sus manos en mi brazo, temblando. —¿Quién es él?—Un hombre que trabaja para Ricardo, de hecho una vez entró a tu habitación, cuando estabas en el motelucho ese.—¿Qué? Yo no me acuerdo.—Lo dudo, estabas dormida y desintoxicándote —susurro.Ambas vemos al sujeto, ni siquiera sé como se llama
CAPÍTULO 77: SOLA OTRA VEZAbro los ojos lentamente. La cabeza me da vueltas y por un instante pienso que estoy soñando. Hasta que la realidad me golpea de frente. Escucho el bip de las máquinas del hospital y mientras mi vista se va aclarando, comprendo que no estoy en mi cama sino en una camilla y que el dolor que siento en mi cuerpo no es imaginario. —¡Isa! —exclama Becca, que se encuentra a mi lado. Detrás de ella está Cristhian. No tengo idea de qué hace aquí, no recuerdo que él estuviese en el rancho cuando llegamos. En la piecera de la cama se encuentra Ricardo, quien me mira con el ceño fruncido y no sé si eso significa que está preocupado o que está molesto por haberme desmayado. Viniendo de él, lo creo posible.—¿Qué pasó? —pregunto.—Te desmayaste. Justo llegó Cristhian a la casa y pues, llamamos a emergencias y te trajeron acá.Escucho a mi amiga, pero mis ojos se mantienen fijos en Ricardo. No dice nada, a sabiendas de que su silencio es como una tortura para mí. ¿Se pr
CAPÍTULO 78: RECUERDOS DOLOROSOSNo me contengo, las lágrimas se apoderan de mí impidiéndome respirar con normalidad. Pensé que estaba preparada para escuchar cualquier cosa de Ricardo, pero no esto. Me duele demasiado, ya no tiene caso negarlo, estoy enamorada de un diablo. Y esto no es más que culpa mía por jugar con fuego. Sabía en lo que me estaba metiendo y aun así, me quemé en las llamas de su infierno.La puerta de la habitación se abre abruptamente. Por más que disimulo mis lágrimas, Cristhian y Becca se dan cuenta de la situación. Por la cara que traen los dos, me da la impresión de que supiesen el motivo de mi llanto.—¡Ay, Isa! Lo siento tanto —dice Becca arrojándose a mi lado. Me da un abrazo fuerte. Cristhian no dice nada, pero deja un chocolate caliente a un lado de mi cama.—No pasa nada, no se preocupen. —Intento sonreír, limpio mis lágrimas, pero ellos no quedan convencidos.—Eh… escuchamos lo que te dijo Ricardo —confiesa Cristhian.Me pongo pálida de inmediato, mis
CAPÍTULO 79: RECUERDOS DOLOROSOS PARTE 2Hace 10 años…Unos días después de aquella fiesta de cumpleaños, Ricardo y Débora compartían un desayuno tranquilo en la cocina de su acogedor hogar. Era una mañana soleada, y los rayos de sol se filtraban por las ventanas, iluminando la mesa donde se encontraban. Había un aroma delicioso en el aire; Débora había preparado tortitas, acompañadas de frutas frescas y café.Mientras Ricardo saboreaba una taza de café, observaba a Débora con admiración y un profundo amor. Ella le sonrió, y luego se levantó para ir a la nevera. —Casi olvido darte esto —dijo con un tono juguetón, sacando una pequeña caja envuelta en papel de regalo.Ricardo frunció el ceño, intrigado. —¿Qué es esto?— preguntó, tomando la caja con curiosidad.Débora se sentó de nuevo a su lado, con los ojos brillando de emoción. —Es un pequeño regalo para tu viaje. Quería darte algo que te recordara cuánto te amo y que estaré pensando en ti mientras estés fuera.Ricardo abrió la caj
CAPÍTULO 80: REFLEXIONESEscuchar la historia de Ricardo me deja completamente sin palabras. Imaginaba que su pasado con esa mujer era caótico y doloroso, pero no creí que fuese a ese nivel. Él de verdad la amaba, pero ella traicionó su confianza y lo engañó de la peor manera. Tan solo imaginar lo que pudo sentir cuando los encontró juntos en la cama matrimonial que compartían, la traición de saber que no fue con cualquiera sino con su mejor amigo, y uno que clamaba a toda voz que le parecían una pareja perfecta… es hasta retorcido, cruel. Eso me hace entender muchas cosas. Ahora sé por qué es tan desconfiado y por qué no actúa en las relaciones como una persona normal. Ella lo destruyó, él tuvo que volverse a armar con las piezas rotas que le quedaron. El silencio en la habitación cuando Cristhian termina la historia es abrumador. Me quedo mirando a la pared por unos minutos, incluso me duele el pecho, siento su dolor, sé lo que es descubrir a quien crees que amas con otra persona
CAPÍTULO 81: TODO SEGÚN LO PLANEADOVamos en el auto en silencio, Ricardo mantiene la vista fija en el camino mientras que yo no sé qué hacer o decir. Quiero preguntarle sobre Débora y el niño, pero temo que eso nos lleve a hablar de cosas que no deseo escuchar de su boca de nuevo. —No quiero que intervengas en la reunión —dice de pronto cuando se detiene en un semáforo.—¿Qué? —No intervengas —repite—, lo que sea que vaya a decir Leonardo, lo aceptaremos sin quejas. No puedo evitar mirarlo con suspicacia, odio que no me diga todo el plan. Ahora me muero de curiosidad por saber de qué se trata todo esto y cuándo va a explotar.—Está bien, será como tú digas.El auto se desliza en el aparcamiento subterráneo de la empresa, aunque vamos en silencio, puedo sentir la tensión en el aire. Ricardo apaga el motor y de repente se gira hacia mí, sus ojos oscuros están fijos en los míos. Su mano se cierne sobre mi brazo, atrayéndome hacia él con una fuerza que me toma por sorpresa. Siento sus
CAPÍTULO 82: DERBISu manera tan contradictoria de tratarme es lo que me confunde. Su mano todavía sigue acariciando mi cabello y esa media sonrisa que esboza acelera mi corazón sin que lo pueda controlar. Aparto su mano con delicadeza y me doy media vuelta hacia mi escritorio. Suspiro. Necesito distanciarme de él. Cuando estemos solos no puedo permitir que me confunda.—Supongo que ya sabes lo que pasó en México —comienzo a decir.—Sí, Dan me lo reportó. Lamento que hayas vuelto a un callejón sin salida —dice con calma. Parece sincero y eso me sorprende.—No es del todo así, tengo un apellido y según la enfermera, está aquí en Houston. —Yo me encargaré de encontrarlo —dice con seriedad. Parpadeo dos veces sin poder creer lo que escucho. Pensé que después de lo que me dijo en el hospital, ya no iba a seguir ayudándome. —Creí que…—Ya te lo dije, tenemos que seguir fingiendo, además, siempre cumplo mi palabra. En cuanto a lo de tu embarazo…En ese momento la puerta de la oficina se