CAPÍTULO 81: TODO SEGÚN LO PLANEADOVamos en el auto en silencio, Ricardo mantiene la vista fija en el camino mientras que yo no sé qué hacer o decir. Quiero preguntarle sobre Débora y el niño, pero temo que eso nos lleve a hablar de cosas que no deseo escuchar de su boca de nuevo. —No quiero que intervengas en la reunión —dice de pronto cuando se detiene en un semáforo.—¿Qué? —No intervengas —repite—, lo que sea que vaya a decir Leonardo, lo aceptaremos sin quejas. No puedo evitar mirarlo con suspicacia, odio que no me diga todo el plan. Ahora me muero de curiosidad por saber de qué se trata todo esto y cuándo va a explotar.—Está bien, será como tú digas.El auto se desliza en el aparcamiento subterráneo de la empresa, aunque vamos en silencio, puedo sentir la tensión en el aire. Ricardo apaga el motor y de repente se gira hacia mí, sus ojos oscuros están fijos en los míos. Su mano se cierne sobre mi brazo, atrayéndome hacia él con una fuerza que me toma por sorpresa. Siento sus
CAPÍTULO 82: DERBISu manera tan contradictoria de tratarme es lo que me confunde. Su mano todavía sigue acariciando mi cabello y esa media sonrisa que esboza acelera mi corazón sin que lo pueda controlar. Aparto su mano con delicadeza y me doy media vuelta hacia mi escritorio. Suspiro. Necesito distanciarme de él. Cuando estemos solos no puedo permitir que me confunda.—Supongo que ya sabes lo que pasó en México —comienzo a decir.—Sí, Dan me lo reportó. Lamento que hayas vuelto a un callejón sin salida —dice con calma. Parece sincero y eso me sorprende.—No es del todo así, tengo un apellido y según la enfermera, está aquí en Houston. —Yo me encargaré de encontrarlo —dice con seriedad. Parpadeo dos veces sin poder creer lo que escucho. Pensé que después de lo que me dijo en el hospital, ya no iba a seguir ayudándome. —Creí que…—Ya te lo dije, tenemos que seguir fingiendo, además, siempre cumplo mi palabra. En cuanto a lo de tu embarazo…En ese momento la puerta de la oficina se
CAPÍTULO 83: HIPOCRESÍA—Mucho gusto —saludo con la misma sonrisa falsa—, Isabella Montenegro de Velazco —remarco esa última palabra, odio que me trate con condescendencia y una falsa modestia.Tomo su mano y enseguida ella me atrae hacia su cuerpo para darme un abrazo. Me da un beso en ambas mejillas, pero al momento de soltarme, sus uñas se clavan con fuerza en la piel de mis brazos.—¡Ah! —me quejo.—Ay, lo siento, no me di cuenta. —Se disculpa de inmediato con una voz chillona y una falsa modestia.—No te preocupes.Por dentro solo deseo darle una buena bofetada, pero me contengo. Ricardo no dice nada, se aleja de ella y se posiciona a mi lado tomándome la mano.—¿Vamos?A nosotros se nos une Cristhian, Rebecca, también llegan Samuel y Rafael, quienes quedan bastante sorprendidos al ver a Débora. Se saludan con una evidente incomodidad, pero es como si ella lo disfrutase. Para mi sorpresa, luego de sentarnos en nuestros sitios correspondientes, veo a Camila y a Leonardo llegar y t
CAPÍTULO 84: NO ES UNA SIMPLE AMENAZATrato de controlar mi enojo mientras doy zancadas para alejarme lo más pronto posible de allí. Becca me sigue rápidamente, y cuando llegamos al baño, comienzo a intentar limpiarme la ropa empapada.—Esa mujer lo hizo a propósito —murmuro, sintiendo cómo la rabia y la frustración se acumulan.Becca me observa con preocupación, pero intenta calmarme.—No le des el gusto de verte alterada. Eso es lo que quiere.Respiro hondo, intentando calmarme, pero estoy harta de todo. De tener que fingir, de jugar este juego en el que siempre parezco salir perdiendo. Me miro en el espejo, viendo las manchas en mi ropa y la expresión de agotamiento en mi rostro. Este día no podría ir peor.—Ella no hiciera eso si Ricardo la pusiera en su lugar, pero no lo va a hacer evidentemente. No le importa.—Tranquilízate Isa, recuerda que no puedes alterarte, piensa en tu bebé.—Solo quiero que esto se termine de una buena vez, estoy harta de todo esto, ¡harta!Cuando finalm
CAPÍTULO 85: SUEÑOEscucho a la lejanía la voz de Becca, el olor a sangre y gasolina se mezcla en mi nariz produciéndome nauseas. Mi visión está borrosa, pero alcanzo a ver pequeños puntos de luz brillantes e intensos, al tiempo que alguien trata de arrastrarme fuera del auto. Mi piel se lacera con el vidrio roto del suelo, pero no siento dolor. De pronto veo el rostro de Becca, aunque todavía borroso.Hay sangre en su mejilla y suena realmente angustiada, pero no puedo entender las palabras que dice. Cierro los ojos de nuevo dejándome arrastrar por la inconsciencia. Una parte de mí comprende lo que sucedió, pero está demasiado apartada en un rincón de mi mente como para entender lo que dice.Unas manos diferentes me levantan del suelo, el sonido de la sirena de ambulancia vuelve a despertarme, pero no lo suficiente como para poder hablar. Creo que el golpe en mi cabeza ha sido más fuerte de lo que creía.Pronto siento una luz blanca en mis ojos, alguien me habla, mas, no puedo respon
CAPÍTULO 86: DESAHOGOLas horas en el hospital pasan como una tortura agónica y lenta. No puedo dejar de llorar. Una vez más lo he perdido todo, una vez más el destino se encarga de arrebatarme lo que más quiero. Abrazo mi vientre con fuerza llorando al hijo que ni siquiera pude conocer, ni siquiera pude saber si era niño o niña…Alguien toca a la puerta, limpio mis lágrimas rápidamente al tiempo que Becca entra en la habitación. Tiene un cabestrillo en el brazo izquierdo y aunque intenta caminar con normalidad, es evidente que le duele el cuerpo.—Becca, que alivio verte —le digo con una ligera sonrisa.—Estaba desesperada por venir a visitarte, pero los tiranos de mi habitación no me dejaban salir.—¿Estás bien? —pregunto. Siento una punzada de culpa, esta es la segunda vez que alguien atenta contra mí y ella termina pagando los platos rotos.Becca acerca una silla cómoda y se sienta a mi lado.—Bueno, he estado mejor —admite con un suspiro. Me doy cuenta de que algo le pasa y no es
CAPÍTULO 87: EN EL HOSPITALRicardo no ha vuelto desde aquella especie de conversación; si es que puede llamarse así. Han pasado tres días y aunque ha venido a verme mucha gente, él simplemente ha decidido que no soy importante.Esa mañana entra el doctor a la habitación para revisarme. Según él tuve un grave traumatismo y una pérdida importante de sangre, así que no podré irme de allí hasta que no estén mis valores completamente restituidos y él se asegure de que no voy a tener una convulsión y morir.—Bueno, veamos cómo vas hoy —dice con una sonrisa bonachona.—Por favor doctor Martínez, se lo suplico, ya déjeme ir de aquí.—Lo siento Isabella, pero hasta que no estés completamente fuera de peligro no puedes irte. Además, debes terminar el tratamiento. Estarás aquí dos días más.Resoplo y ruedo los ojos mientras él me mide la presión.—Sé que no tengo la cara más atractiva del mundo, pero no creo que sea tan malo verme —bromea.Su sentido del humor me hace reír.—No es eso, es que m
CAPÍTULO 88: ¿QUÉ LE PASA?—Nada, Ricky, solo ayudo a tu mujer a subir las escaleras —se apresura a decir.Me deshago de su agarre y pongo distancia de inmediato.—No necesito tu ayuda —contesto con más ira de la que quiero aparentar.—Está bien, no te alteres —responde Débora fingiendo una falsa amabilidad que me saca de quicio.Ricardo avanza hasta el medio de la sala y le entrega mis cosas a Tamara.—Sube lo de mi esposa a nuestra habitación —ordena.—Sí, señor Velazco —contesta. Toma mis cosas y sube como un rayo.La tensión que ha surgido de pronto es tan densa que siento que no puedo respirar.—Débora, pasa a mi oficina, tenemos algo que hablar —le dice, pero no aparta sus ojos de mí—. Bella, sube a descansar, por favor.No respondo, solo me quedo ahí viendo cómo se aleja una vez más con esa mujer hacia su oficina. Casi como un acto reflejo los sigo, él la hace pasar a ella y luego toma las puertas corredizas para cerrar, pero me ve ahí, parada como una tonta.De pronto se detie